“¿Qué es eso que tienes en tu mano? Le preguntó el Señor. Una vara, le respondió Moisés” Éxodo 4,2. Frecuentemente estamos comparándonos con otros y deseando su talento, educación, recursos y personalidad; pensamos que los otros sí están preparados y habilitados para cumplir con su destino, mientras que a nosotros nos falta el centavo para […]
“¿Qué es eso que tienes en tu mano? Le preguntó el Señor. Una vara, le respondió Moisés” Éxodo 4,2.
Frecuentemente estamos comparándonos con otros y deseando su talento, educación, recursos y personalidad; pensamos que los otros sí están preparados y habilitados para cumplir con su destino, mientras que a nosotros nos falta el centavo para el peso.
Es fácil enfocarnos en lo que no tenemos. Nos enfocamos en lo que nos falta, y eso evita que alcancemos lo mejor de Dios. No es suficiente solamente tener fe en Dios, sino que también debemos tener fe en las habilidades, capacidades, dones y talentos que Dios nos ha dado. ¡Tenemos exactamente lo que necesitamos para ser felices! Y si ponemos en las manos de Dios lo que tenemos, Él nos llevará al lugar donde anhelamos estar. Lo que realmente hace la diferencia es el favor de Dios. Cuando Dios sople en nuestra dirección, llegaremos bien lejos y alcanzaremos nuestras metas.
Cuando Dios llamó a Moisés para que fuera a hablar con el Faraón y dejara ir a su pueblo, Moisés se sintió débil, inepto e inadecuado. No tenía la habilidad, capacidad, educación o talento para llevar a cabo semejante tarea. En ese trance de frustración fue cuando Dios le preguntó: ¿Qué tienes en tu mano? Esa vara se convertiría milagrosamente en serpiente, en llave para abrir, escudo para proteger y símbolo de autoridad y de poder.
Sansón, el Juez, rodeado por un poderoso ejercito enemigo, sin armas ni protección, lo único que pudo encontrar para defenderse fue la quijada de un burro. Aunque era algo común e insignificante, la quijada se convirtió en algo extraordinario cuando Dios sopló sobre ella y dio una gran salvación.
En una ocasión, Jesús había estado enseñando a miles de personas, se hizo tarde y la gente tenía hambre. Sus Discípulos no tenían nada para dar de comer a toda esa gente, ¡No había forma, era imposible! Era evidente que no tenían comida, ahora debían concentrarse en lo que sí tenían: La lonchera de un niño con cinco panes y dos peces, que alcanzó para alimentar la multitud.
David enfrentó al gigante Goliat con una honda y cinco piedras lisas del arroyo; y aunque sabía que su honda era pequeña e insignificante frente al sofisticado armamento de Goliat, Dios se la había entregado como parte de su ocupación. ¡Tenemos exactamente lo que necesitamos para vencer! Lo único realmente indispensable será el favor y la bondad de Dios con nosotros, porque no es con fuerza ni con poder sino con su Santo Espíritu.
Amados lectores: ¡Entreguemos a Dios lo que tenemos! Sin excusas; no nos dejemos intimidar por las circunstancias pensando que no estamos calificados. Pongamos la vida, los sueños, las metas y los talentos en las manos de Dios, para que los bendiga, los multiplique y supla con ellos la necesidad de otros.
Lo que tenemos podrá parecer pequeño comparado con aquello a lo que nos enfrentamos: dificultades económicas, problemas médicos o el tamaño mismo de lo sueños; pero Dios simplemente nos pide que le entreguemos lo que sí tenemos. Dios no busca personas súper talentosas, sino personas comunes que le entreguen todo lo que tienen para el multiplicar y bendecir.
Pongámonos de acuerdo con Dios para nunca sentirnos poco, débiles o infructuosos. De la mano del Señor somos fuertes, ungidos, confiados, capacitados y bendecidos. Tengamos confianza en que tenemos exactamente lo que necesitamos. Estamos en el lugar correcto, conocemos a las personas correctas y tenemos la cantidad correcta de talento para alcanzar todos nuestros sueños y cumplir nuestro destino.
Recuerda, solo Dios puede convertir una quijada en un arma poderosa, una lonchera en una abundante comida, una honda en un ingenioso instrumento para derrotar un guerrero experimentado. Dios multiplicará y usará lo que tenemos. ¡Pongamos en sus manos lo que tenemos!
Abrazos y muchas bendiciones…
“¿Qué es eso que tienes en tu mano? Le preguntó el Señor. Una vara, le respondió Moisés” Éxodo 4,2. Frecuentemente estamos comparándonos con otros y deseando su talento, educación, recursos y personalidad; pensamos que los otros sí están preparados y habilitados para cumplir con su destino, mientras que a nosotros nos falta el centavo para […]
“¿Qué es eso que tienes en tu mano? Le preguntó el Señor. Una vara, le respondió Moisés” Éxodo 4,2.
Frecuentemente estamos comparándonos con otros y deseando su talento, educación, recursos y personalidad; pensamos que los otros sí están preparados y habilitados para cumplir con su destino, mientras que a nosotros nos falta el centavo para el peso.
Es fácil enfocarnos en lo que no tenemos. Nos enfocamos en lo que nos falta, y eso evita que alcancemos lo mejor de Dios. No es suficiente solamente tener fe en Dios, sino que también debemos tener fe en las habilidades, capacidades, dones y talentos que Dios nos ha dado. ¡Tenemos exactamente lo que necesitamos para ser felices! Y si ponemos en las manos de Dios lo que tenemos, Él nos llevará al lugar donde anhelamos estar. Lo que realmente hace la diferencia es el favor de Dios. Cuando Dios sople en nuestra dirección, llegaremos bien lejos y alcanzaremos nuestras metas.
Cuando Dios llamó a Moisés para que fuera a hablar con el Faraón y dejara ir a su pueblo, Moisés se sintió débil, inepto e inadecuado. No tenía la habilidad, capacidad, educación o talento para llevar a cabo semejante tarea. En ese trance de frustración fue cuando Dios le preguntó: ¿Qué tienes en tu mano? Esa vara se convertiría milagrosamente en serpiente, en llave para abrir, escudo para proteger y símbolo de autoridad y de poder.
Sansón, el Juez, rodeado por un poderoso ejercito enemigo, sin armas ni protección, lo único que pudo encontrar para defenderse fue la quijada de un burro. Aunque era algo común e insignificante, la quijada se convirtió en algo extraordinario cuando Dios sopló sobre ella y dio una gran salvación.
En una ocasión, Jesús había estado enseñando a miles de personas, se hizo tarde y la gente tenía hambre. Sus Discípulos no tenían nada para dar de comer a toda esa gente, ¡No había forma, era imposible! Era evidente que no tenían comida, ahora debían concentrarse en lo que sí tenían: La lonchera de un niño con cinco panes y dos peces, que alcanzó para alimentar la multitud.
David enfrentó al gigante Goliat con una honda y cinco piedras lisas del arroyo; y aunque sabía que su honda era pequeña e insignificante frente al sofisticado armamento de Goliat, Dios se la había entregado como parte de su ocupación. ¡Tenemos exactamente lo que necesitamos para vencer! Lo único realmente indispensable será el favor y la bondad de Dios con nosotros, porque no es con fuerza ni con poder sino con su Santo Espíritu.
Amados lectores: ¡Entreguemos a Dios lo que tenemos! Sin excusas; no nos dejemos intimidar por las circunstancias pensando que no estamos calificados. Pongamos la vida, los sueños, las metas y los talentos en las manos de Dios, para que los bendiga, los multiplique y supla con ellos la necesidad de otros.
Lo que tenemos podrá parecer pequeño comparado con aquello a lo que nos enfrentamos: dificultades económicas, problemas médicos o el tamaño mismo de lo sueños; pero Dios simplemente nos pide que le entreguemos lo que sí tenemos. Dios no busca personas súper talentosas, sino personas comunes que le entreguen todo lo que tienen para el multiplicar y bendecir.
Pongámonos de acuerdo con Dios para nunca sentirnos poco, débiles o infructuosos. De la mano del Señor somos fuertes, ungidos, confiados, capacitados y bendecidos. Tengamos confianza en que tenemos exactamente lo que necesitamos. Estamos en el lugar correcto, conocemos a las personas correctas y tenemos la cantidad correcta de talento para alcanzar todos nuestros sueños y cumplir nuestro destino.
Recuerda, solo Dios puede convertir una quijada en un arma poderosa, una lonchera en una abundante comida, una honda en un ingenioso instrumento para derrotar un guerrero experimentado. Dios multiplicará y usará lo que tenemos. ¡Pongamos en sus manos lo que tenemos!
Abrazos y muchas bendiciones…