Hicimos consultas sobre intervenciones de la Policía Nacional en debates del Concejo y solo han ido los uniformados a entregar informes en los últimos años sobre seguridad y convivencia pero no a mediar entre discusiones acaloradas que requieran evitar enfrentamientos físicos, y mucho menos entre los representantes políticos de la comunidad vallenata.
Hicimos consultas sobre intervenciones de la Policía Nacional en debates del Concejo y solo han ido los uniformados a entregar informes en los últimos años sobre seguridad y convivencia pero no a mediar entre discusiones acaloradas que requieran evitar enfrentamientos físicos, y mucho menos entre los representantes políticos de la comunidad vallenata.
Esta consulta con el objetivo de llamar la atención a los concejales por su reciente comportamiento en un debate al transporte escolar en el recinto que por poco termina en golpes, y así quedó registrado en video grabado por este medio.
Toda la opinión pública, los medios locales y la comunidad que conoció el bochornoso incidente han debatido ampliamente sobre la conducta del que han llamado el “renovado” Concejo y se preguntan los electores si verdaderamente pueden confiar en que la juventud juega a favor de la gestión de la corporación.
Con estas salidas en falso, escenario en el que las pasiones superan el debate argumentado, se puede pensar en que no solo habrá inexperiencia por parte de algunos ediles para debatir temas de envergadura en el municipio. Por supuesto, estas airadas reacciones no son exclusivas de los concejales jóvenes, de coalición vs., oposición, hasta los más veteranos calientan los debates y no precisamente con ideas.
De manera que es pertinente hacer un llamado de atención al Concejo de Valledupar para que entiendan que no hay razón justificada que les permita llevar los debates a planos de ofensa verbal y mucho menos contacto físico. El Concejo de Valledupar es el recinto de la representación política popular en el cual se debaten las ideas y en el que deben brillar el intelecto y la crítica.
Si el Concejo de Valledupar se convierte en escenario parecido a las galleras entonces el pueblo no tendrá la representación que necesita. Se le restará importancia a los grandes debates por el desarrollo territorial, del presupuesto y gasto público, de la seguridad y las estrategias para garantizarla. Del cumplimiento de las políticas públicas aprobadas hasta ahora, de la implementación de unas nuevas.
Apenas han transcurrido 55 días desde que el Concejo se posesionó el pasado 2 de enero para defender los derechos de la comunidad y ejercer labores de observación, control político y acompañamiento a las tareas del Gobierno.
Ya hemos dicho en editoriales pasados que el éxito o fracaso de un municipio recae también en las manos de su Concejo. Ahí es en donde se debe concentrar la energía.
Resta muchísimo tiempo para hacer una labor de altura, decencia, sindéresis. Si no se recompone el camino, a buen tiempo, pasarán a la historia como aquellos que le dieron la razón a quienes pensaron que algunos, quizá la mayoría, no debieron ser elegidos.
Hicimos consultas sobre intervenciones de la Policía Nacional en debates del Concejo y solo han ido los uniformados a entregar informes en los últimos años sobre seguridad y convivencia pero no a mediar entre discusiones acaloradas que requieran evitar enfrentamientos físicos, y mucho menos entre los representantes políticos de la comunidad vallenata.
Hicimos consultas sobre intervenciones de la Policía Nacional en debates del Concejo y solo han ido los uniformados a entregar informes en los últimos años sobre seguridad y convivencia pero no a mediar entre discusiones acaloradas que requieran evitar enfrentamientos físicos, y mucho menos entre los representantes políticos de la comunidad vallenata.
Esta consulta con el objetivo de llamar la atención a los concejales por su reciente comportamiento en un debate al transporte escolar en el recinto que por poco termina en golpes, y así quedó registrado en video grabado por este medio.
Toda la opinión pública, los medios locales y la comunidad que conoció el bochornoso incidente han debatido ampliamente sobre la conducta del que han llamado el “renovado” Concejo y se preguntan los electores si verdaderamente pueden confiar en que la juventud juega a favor de la gestión de la corporación.
Con estas salidas en falso, escenario en el que las pasiones superan el debate argumentado, se puede pensar en que no solo habrá inexperiencia por parte de algunos ediles para debatir temas de envergadura en el municipio. Por supuesto, estas airadas reacciones no son exclusivas de los concejales jóvenes, de coalición vs., oposición, hasta los más veteranos calientan los debates y no precisamente con ideas.
De manera que es pertinente hacer un llamado de atención al Concejo de Valledupar para que entiendan que no hay razón justificada que les permita llevar los debates a planos de ofensa verbal y mucho menos contacto físico. El Concejo de Valledupar es el recinto de la representación política popular en el cual se debaten las ideas y en el que deben brillar el intelecto y la crítica.
Si el Concejo de Valledupar se convierte en escenario parecido a las galleras entonces el pueblo no tendrá la representación que necesita. Se le restará importancia a los grandes debates por el desarrollo territorial, del presupuesto y gasto público, de la seguridad y las estrategias para garantizarla. Del cumplimiento de las políticas públicas aprobadas hasta ahora, de la implementación de unas nuevas.
Apenas han transcurrido 55 días desde que el Concejo se posesionó el pasado 2 de enero para defender los derechos de la comunidad y ejercer labores de observación, control político y acompañamiento a las tareas del Gobierno.
Ya hemos dicho en editoriales pasados que el éxito o fracaso de un municipio recae también en las manos de su Concejo. Ahí es en donde se debe concentrar la energía.
Resta muchísimo tiempo para hacer una labor de altura, decencia, sindéresis. Si no se recompone el camino, a buen tiempo, pasarán a la historia como aquellos que le dieron la razón a quienes pensaron que algunos, quizá la mayoría, no debieron ser elegidos.