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Columnista - 3 agosto, 2023

Con sentimientos cruzados

Después de casi cuatro meses, EL PILÓN, nuestro periódico de Valledupar, vuelve a publicar mi columna de opinión, que desde 1999 no había tenido tanto intervalo de ausencia. Y, hoy, doy gracias a Dios y al Editor General de este periódico, Oscar Martínez Ortiz, por permitir su continuación.

Después de casi cuatro meses, EL PILÓN, nuestro periódico de Valledupar, vuelve a publicar mi columna de opinión, que desde 1999 no había tenido tanto intervalo de ausencia. Y, hoy, doy gracias a Dios y al Editor General de este periódico, Oscar Martínez Ortiz, por permitir su continuación.

Hoy escribo con sentimientos cruzados, porque durante esta ausencia inevitable, por los percances de la salud de mi esposa, en Valledupar han fallecido varias personas, para mí, muy queridas y valiosas, entre las cuales, voy a referirme a mi prima hermana, Magolina Márquez Fragozo, llamada ‘Mago’ por quienes la apreciamos y seguiremos recordando hasta la infinitud. Este amor eterno ‘Mago’ lo conquistó con su generosidad, ya que, su nobleza, gratitud y hospitalidad son extraordinarias, por no decir incomparables.

‘Mago’ nació y vivió en Guacoche, corregimiento del municipio de Valledupar; mi tío José Tomás Márquez fue su padre y Cenobia Fragozo Maestre, su madre. ‘Mago’ falleció el recién pasado 10 de junio en sus 70 años. Cenobia, su madre, mientras vivió fue muy especial conmigo, después de su muerte, ‘Mago’ se apropió de esa atención tan especial, no solo hacia mí, sino a mi esposa e hijos, yernos y nueras. De veras, imposible poder narrar el esmero que a menudo nos dispensaba con sumo agrado. Todavía me embarga la tristeza por mi ausencia en sus honras fúnebres que, meritoriamente, fueron multitudinarias en su terruño; mi esposa, Marta Orozco Bernier, también se encuentra muy contrita, tanto como yo; pues, unos días antes de viajar a Bogotá en la búsqueda de la recuperación de su salud (la salud de Marta perdida abruptamente), visitamos a ‘Mago’ en el día de su cumpleaños, y pese a sus graves quebrantos de salud nos manifestó su felicidad de agradecimiento y muy complacida acepto todo el alimento que Marta, mi esposa, amorosamente le introdujo en la boca, que ya se negaba a recibirlos de sus familiares más cercanos (esposo, hijos y hermanos).

A través de esta columna les reitero mis sentidas condolencias a su esposo, Javier Romero Rondón, también mi pariente,  a sus hijos, primeramente a Javier José, su primer hijo que, lamentablemente, murió siendo aun niño por osteosarcoma de una de sus extremidades superiores, me brotaron lagrimas el recuerdo del sufrimiento de ‘Mago’ ante la pérdida tan prematura de su primer hijo, con quien, está en el ámbito celestial, custodiando como siempre a sus otros hijos: Yanelis Elena, Ramón Eduardo, Ana Graciela y Justiniano José, este su hijo menor por quien también sufrió mucho, debido a que nació con discapacidad mental. 

A veces cuando hablábamos, ‘Mago´ me comentaba que le temía a la muerte si llegaba a morir primero que Justiniano José. A mí el corazón se me comprimía y ambos llorábamos por tal incertidumbre que hoy es realidad; no obstante, su hijo menor y mayor preocupación queda bajo la custodia de sus hermanos mayores y tíos, además, es posible que también sea protegido por otros familiares o por amigos incondicionales.

Prosigo manifestando mi sentimiento de dolor a los hermanos de ‘Mago’: Freddy Tomás. Griselda Helena, Guido José, Elba Rosa, Hernando Enrique, María Luisa, Lenis Milanis, Luis Eduardo y José Tomás, quien es el rector del Colegio José Celestino Mutis de Guacoche. Que, a todos, Dios les de la suficiente fortaleza para mitigar la ausencia física de nuestra querida y amada ‘Mago. Asimismo, mis condolencias a los otros hermanos y sobrinos de ‘Mago’. No los menciono porque, seguramente no recordaría el nombre de todos y el espacio tampoco me alcanza, debido a que son muchos. Lo importante es que a todos los quiero y, por ende, le clamo a Dios los proteja y una más a toda la familia. 

Por José Romero Churio.

Columnista
3 agosto, 2023

Con sentimientos cruzados

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
José Romero Churio

Después de casi cuatro meses, EL PILÓN, nuestro periódico de Valledupar, vuelve a publicar mi columna de opinión, que desde 1999 no había tenido tanto intervalo de ausencia. Y, hoy, doy gracias a Dios y al Editor General de este periódico, Oscar Martínez Ortiz, por permitir su continuación.


Después de casi cuatro meses, EL PILÓN, nuestro periódico de Valledupar, vuelve a publicar mi columna de opinión, que desde 1999 no había tenido tanto intervalo de ausencia. Y, hoy, doy gracias a Dios y al Editor General de este periódico, Oscar Martínez Ortiz, por permitir su continuación.

Hoy escribo con sentimientos cruzados, porque durante esta ausencia inevitable, por los percances de la salud de mi esposa, en Valledupar han fallecido varias personas, para mí, muy queridas y valiosas, entre las cuales, voy a referirme a mi prima hermana, Magolina Márquez Fragozo, llamada ‘Mago’ por quienes la apreciamos y seguiremos recordando hasta la infinitud. Este amor eterno ‘Mago’ lo conquistó con su generosidad, ya que, su nobleza, gratitud y hospitalidad son extraordinarias, por no decir incomparables.

‘Mago’ nació y vivió en Guacoche, corregimiento del municipio de Valledupar; mi tío José Tomás Márquez fue su padre y Cenobia Fragozo Maestre, su madre. ‘Mago’ falleció el recién pasado 10 de junio en sus 70 años. Cenobia, su madre, mientras vivió fue muy especial conmigo, después de su muerte, ‘Mago’ se apropió de esa atención tan especial, no solo hacia mí, sino a mi esposa e hijos, yernos y nueras. De veras, imposible poder narrar el esmero que a menudo nos dispensaba con sumo agrado. Todavía me embarga la tristeza por mi ausencia en sus honras fúnebres que, meritoriamente, fueron multitudinarias en su terruño; mi esposa, Marta Orozco Bernier, también se encuentra muy contrita, tanto como yo; pues, unos días antes de viajar a Bogotá en la búsqueda de la recuperación de su salud (la salud de Marta perdida abruptamente), visitamos a ‘Mago’ en el día de su cumpleaños, y pese a sus graves quebrantos de salud nos manifestó su felicidad de agradecimiento y muy complacida acepto todo el alimento que Marta, mi esposa, amorosamente le introdujo en la boca, que ya se negaba a recibirlos de sus familiares más cercanos (esposo, hijos y hermanos).

A través de esta columna les reitero mis sentidas condolencias a su esposo, Javier Romero Rondón, también mi pariente,  a sus hijos, primeramente a Javier José, su primer hijo que, lamentablemente, murió siendo aun niño por osteosarcoma de una de sus extremidades superiores, me brotaron lagrimas el recuerdo del sufrimiento de ‘Mago’ ante la pérdida tan prematura de su primer hijo, con quien, está en el ámbito celestial, custodiando como siempre a sus otros hijos: Yanelis Elena, Ramón Eduardo, Ana Graciela y Justiniano José, este su hijo menor por quien también sufrió mucho, debido a que nació con discapacidad mental. 

A veces cuando hablábamos, ‘Mago´ me comentaba que le temía a la muerte si llegaba a morir primero que Justiniano José. A mí el corazón se me comprimía y ambos llorábamos por tal incertidumbre que hoy es realidad; no obstante, su hijo menor y mayor preocupación queda bajo la custodia de sus hermanos mayores y tíos, además, es posible que también sea protegido por otros familiares o por amigos incondicionales.

Prosigo manifestando mi sentimiento de dolor a los hermanos de ‘Mago’: Freddy Tomás. Griselda Helena, Guido José, Elba Rosa, Hernando Enrique, María Luisa, Lenis Milanis, Luis Eduardo y José Tomás, quien es el rector del Colegio José Celestino Mutis de Guacoche. Que, a todos, Dios les de la suficiente fortaleza para mitigar la ausencia física de nuestra querida y amada ‘Mago. Asimismo, mis condolencias a los otros hermanos y sobrinos de ‘Mago’. No los menciono porque, seguramente no recordaría el nombre de todos y el espacio tampoco me alcanza, debido a que son muchos. Lo importante es que a todos los quiero y, por ende, le clamo a Dios los proteja y una más a toda la familia. 

Por José Romero Churio.