Cuando miré la foto de hace unos días no tenía gafas y pensé que era otro desfile del dictador norcoreano para mostrarle los dientes a Tremp. Luego pude ver que, en primer plano, había mujeres que lucían como amas de casa y hombres mayores, todos disfrazados de militares y algunos con fusil en bandolera. Eran […]
Cuando miré la foto de hace unos días no tenía gafas y pensé que era otro desfile del dictador norcoreano para mostrarle los dientes a Tremp. Luego pude ver que, en primer plano, había mujeres que lucían como amas de casa y hombres mayores, todos disfrazados de militares y algunos con fusil en bandolera. Eran las milicias bolivarianas al servicio de la tiranía, que no es solo Maduro, sino también los narcotraficantes Cabello y El Assam que le mueven los hilos, mientras a ellos se los mueven desde Cuba.
El coronel está preso en su laberinto y se aferra al mutacionismo. Mientras el FMI proyecta inflación del ¡2.000% para 2018! y desempleo del 25%, y mientras millones de personas hastiadas le perdieron el miedo a la calle y protestan todos los días, enfrentando una represión que nos recuerda los más abyectos regímenes comunistas, Maduro insulta la inteligencia del mundo con su cuento de la guerra económica del imperialismo, como insulta la dignidad de Colombia, mientras el Gobierno Santos, enredado en la trampa de las Farc y de Cuba y Venezuela como garantes –¡vaya garantía!–, pasa de agache con tímidas declaraciones que no descuadren su proceso de paz. Con su más enérgico pronunciamiento –“La revolución bolivariana fracasó”– del cual hoy debe estar arrepentido, Maduro se sintió traicionado y hoy le cobra el apoyo a las negociaciones, mientras amenaza con revelar sus secretos, que los debe haber, no me cabe duda.
Estamos con el bravo pueblo. La respuesta valiente y multitudinaria de la oposición contrasta con las manifestaciones oficiales, en las que Maduro baila con sus compinches como si el país estuviera de fiesta. Son las contramanifestaciones de los empleados públicos forzados a marchar; de los beneficiarios de las misiones acostumbrados al subsidio; de los militares pelechando en medio del caos; de los milicianos que recibirán su AK – 130 de producción nacional; todo ello mientras se reprime, se silencia a los medios, se arresta y se asesina, con una lista de muertos que crece a diario.
Aislado de occidente, Maduro se refugia en sus aliados: Los rusos, que le venden armas; los chinos, a los que les debe el país entero; los cubanos, mentores ideológicos y colgados del petróleo; los iraníes, los peores enemigos de Estados Unidos, razón suficiente para el afecto de Maduro, además de sus colegas de Socialismo Bolivariano.
Pero con los Estados Unidos de Tremp la cosa es a otro precio: La inclusión del vicepresidente en la lista Clinton; la visita de Lilian Tintorro, que le cayó a Maduro como a Santos la de Uribe y Pastrana; las exigencias de democracia y la reciente acusación del Secretario de Estado de que “Maduro viola su propia Constitución”. ¿Qué pasara ahora, luego de la confiscación de la planta de GM? Maduro juega con candela y Santos también, atrapado entre la rubia y la morena.
Por José Félix Laurie Rivera
Cuando miré la foto de hace unos días no tenía gafas y pensé que era otro desfile del dictador norcoreano para mostrarle los dientes a Tremp. Luego pude ver que, en primer plano, había mujeres que lucían como amas de casa y hombres mayores, todos disfrazados de militares y algunos con fusil en bandolera. Eran […]
Cuando miré la foto de hace unos días no tenía gafas y pensé que era otro desfile del dictador norcoreano para mostrarle los dientes a Tremp. Luego pude ver que, en primer plano, había mujeres que lucían como amas de casa y hombres mayores, todos disfrazados de militares y algunos con fusil en bandolera. Eran las milicias bolivarianas al servicio de la tiranía, que no es solo Maduro, sino también los narcotraficantes Cabello y El Assam que le mueven los hilos, mientras a ellos se los mueven desde Cuba.
El coronel está preso en su laberinto y se aferra al mutacionismo. Mientras el FMI proyecta inflación del ¡2.000% para 2018! y desempleo del 25%, y mientras millones de personas hastiadas le perdieron el miedo a la calle y protestan todos los días, enfrentando una represión que nos recuerda los más abyectos regímenes comunistas, Maduro insulta la inteligencia del mundo con su cuento de la guerra económica del imperialismo, como insulta la dignidad de Colombia, mientras el Gobierno Santos, enredado en la trampa de las Farc y de Cuba y Venezuela como garantes –¡vaya garantía!–, pasa de agache con tímidas declaraciones que no descuadren su proceso de paz. Con su más enérgico pronunciamiento –“La revolución bolivariana fracasó”– del cual hoy debe estar arrepentido, Maduro se sintió traicionado y hoy le cobra el apoyo a las negociaciones, mientras amenaza con revelar sus secretos, que los debe haber, no me cabe duda.
Estamos con el bravo pueblo. La respuesta valiente y multitudinaria de la oposición contrasta con las manifestaciones oficiales, en las que Maduro baila con sus compinches como si el país estuviera de fiesta. Son las contramanifestaciones de los empleados públicos forzados a marchar; de los beneficiarios de las misiones acostumbrados al subsidio; de los militares pelechando en medio del caos; de los milicianos que recibirán su AK – 130 de producción nacional; todo ello mientras se reprime, se silencia a los medios, se arresta y se asesina, con una lista de muertos que crece a diario.
Aislado de occidente, Maduro se refugia en sus aliados: Los rusos, que le venden armas; los chinos, a los que les debe el país entero; los cubanos, mentores ideológicos y colgados del petróleo; los iraníes, los peores enemigos de Estados Unidos, razón suficiente para el afecto de Maduro, además de sus colegas de Socialismo Bolivariano.
Pero con los Estados Unidos de Tremp la cosa es a otro precio: La inclusión del vicepresidente en la lista Clinton; la visita de Lilian Tintorro, que le cayó a Maduro como a Santos la de Uribe y Pastrana; las exigencias de democracia y la reciente acusación del Secretario de Estado de que “Maduro viola su propia Constitución”. ¿Qué pasara ahora, luego de la confiscación de la planta de GM? Maduro juega con candela y Santos también, atrapado entre la rubia y la morena.
Por José Félix Laurie Rivera