Llega un momento que la lectura del texto que contiene el acuerdo suscrito entre gobierno y guerrilla de las Farc-EP termina siendo agotadora, un lenguaje repetitivo y perturbador se convierten en el preámbulo innecesario de temas de inmensa importancia, se pudo ahorrar mucha palabra y discurso además de páginas para ir a lo esencial, pero […]
Llega un momento que la lectura del texto que contiene el acuerdo suscrito entre gobierno y guerrilla de las Farc-EP termina siendo agotadora, un lenguaje repetitivo y perturbador se convierten en el preámbulo innecesario de temas de inmensa importancia, se pudo ahorrar mucha palabra y discurso además de páginas para ir a lo esencial, pero el lector se desgasta al leer permanentemente sobre distinción de géneros que no significa nada, por ejemplo en una misma frase se puede encontrar (los empresarios y empresarias, agricultores y agricultoras, campesinos y campesinas, entre otras banalidades); con todo esto es indispensable leer lo planteado por los negociadores en La Habana y votar con absoluta claridad el 2 de octubre.
El punto 5 “Acuerdo sobre las victimas” establece el polémico asunto de la justicia y penas alternativas que se aplicará a los miembros del grupo guerrillero que decidan acogerse al acuerdo y crea todo un Sistema Integral de Verdad, Justicia y No Repetición; comprendiendo esto un conjunto de instituciones, autoridades, normas, procedimientos, sanciones, etc., que permitirá conocer las responsabilidades de quienes participaron en hechos propios del combate para que cuenten la verdad de tantos años de barbarie y responderles a las víctimas por cada muerto, cada desaparecido, cada secuestrado, cada masacre, cada dolor causado en décadas de enfrentamiento crudo y despiadado.
A medida que el proceso avanzaba, surgían nuevas y cada vez más serias preocupaciones por cada punto que se incluía en el acuerdo, preocupaciones legítimas y pertinentes debo reconocer, porque las inquietudes en especial de los que hacen oposición obligaron a darle fecha límite a estas conversaciones en Cuba y obligó en varias ocasiones a que los delegados del Gobierno en cabeza del señor Humberto de La Calle Lombana reprobaran públicamente actitudes y expresiones de la contraparte guerrillera. Pero si hubo una discusión pueril y de poca monta fue la surgida por la pregunta que se formulará a los colombianos el 2 de octubre, muchos la consideran tramposa o tendenciosa. Al interrogarse si “¿apoya usted el acuerdo final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera?” no lo está llevando a votar ciegamente por el sí, lo que se le está consultando al pueblo no es otra cosa si considera si ese acuerdo permitirá que Colombia logre la paz estable y duradera, si piensa que ese acuerdo no contribuye en nada a esa anhelada paz estable y duradera y se deben buscar otros mecanismos o los ya existentes son suficientes, usted está en la absoluta libertad física, moral, intelectual y espiritual en votar por el NO.
La última expresión de la pregunta del plebiscito está consignada en el punto 5 del acuerdo, así que no es una frase fuera de contexto o injustificada y lo verá desde el inicio del acuerdo sobre las víctimas como un principio del Sistema Integral de Verdad, Justicia y No Repetición; al fin de cuentas quienes votaremos SI el próximo domingo será con la convicción que al fin tendremos una paz estable y duradera.
No obstante, esa paz estable y duradera no depende del Sí, depende de la firmeza de unas instituciones que afronten con rectitud y absoluta honestidad el reto que tienen en el horizonte, de imponer y hacerle seguimiento al cumplimiento de cada uno de los postulados de este complejo sistema de justicia transicional, si las instituciones no responden a la confianza en ellas depositada toda esta manifestación de esperanza y deseo de paz quedará triturada.
Llega un momento que la lectura del texto que contiene el acuerdo suscrito entre gobierno y guerrilla de las Farc-EP termina siendo agotadora, un lenguaje repetitivo y perturbador se convierten en el preámbulo innecesario de temas de inmensa importancia, se pudo ahorrar mucha palabra y discurso además de páginas para ir a lo esencial, pero […]
Llega un momento que la lectura del texto que contiene el acuerdo suscrito entre gobierno y guerrilla de las Farc-EP termina siendo agotadora, un lenguaje repetitivo y perturbador se convierten en el preámbulo innecesario de temas de inmensa importancia, se pudo ahorrar mucha palabra y discurso además de páginas para ir a lo esencial, pero el lector se desgasta al leer permanentemente sobre distinción de géneros que no significa nada, por ejemplo en una misma frase se puede encontrar (los empresarios y empresarias, agricultores y agricultoras, campesinos y campesinas, entre otras banalidades); con todo esto es indispensable leer lo planteado por los negociadores en La Habana y votar con absoluta claridad el 2 de octubre.
El punto 5 “Acuerdo sobre las victimas” establece el polémico asunto de la justicia y penas alternativas que se aplicará a los miembros del grupo guerrillero que decidan acogerse al acuerdo y crea todo un Sistema Integral de Verdad, Justicia y No Repetición; comprendiendo esto un conjunto de instituciones, autoridades, normas, procedimientos, sanciones, etc., que permitirá conocer las responsabilidades de quienes participaron en hechos propios del combate para que cuenten la verdad de tantos años de barbarie y responderles a las víctimas por cada muerto, cada desaparecido, cada secuestrado, cada masacre, cada dolor causado en décadas de enfrentamiento crudo y despiadado.
A medida que el proceso avanzaba, surgían nuevas y cada vez más serias preocupaciones por cada punto que se incluía en el acuerdo, preocupaciones legítimas y pertinentes debo reconocer, porque las inquietudes en especial de los que hacen oposición obligaron a darle fecha límite a estas conversaciones en Cuba y obligó en varias ocasiones a que los delegados del Gobierno en cabeza del señor Humberto de La Calle Lombana reprobaran públicamente actitudes y expresiones de la contraparte guerrillera. Pero si hubo una discusión pueril y de poca monta fue la surgida por la pregunta que se formulará a los colombianos el 2 de octubre, muchos la consideran tramposa o tendenciosa. Al interrogarse si “¿apoya usted el acuerdo final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera?” no lo está llevando a votar ciegamente por el sí, lo que se le está consultando al pueblo no es otra cosa si considera si ese acuerdo permitirá que Colombia logre la paz estable y duradera, si piensa que ese acuerdo no contribuye en nada a esa anhelada paz estable y duradera y se deben buscar otros mecanismos o los ya existentes son suficientes, usted está en la absoluta libertad física, moral, intelectual y espiritual en votar por el NO.
La última expresión de la pregunta del plebiscito está consignada en el punto 5 del acuerdo, así que no es una frase fuera de contexto o injustificada y lo verá desde el inicio del acuerdo sobre las víctimas como un principio del Sistema Integral de Verdad, Justicia y No Repetición; al fin de cuentas quienes votaremos SI el próximo domingo será con la convicción que al fin tendremos una paz estable y duradera.
No obstante, esa paz estable y duradera no depende del Sí, depende de la firmeza de unas instituciones que afronten con rectitud y absoluta honestidad el reto que tienen en el horizonte, de imponer y hacerle seguimiento al cumplimiento de cada uno de los postulados de este complejo sistema de justicia transicional, si las instituciones no responden a la confianza en ellas depositada toda esta manifestación de esperanza y deseo de paz quedará triturada.