Por: Juan Felipe Morón Vélez Siempre ha sido alguna singularidad la que caracteriza a una región, sean los paisas por comerciantes o los rolos por desabridos. Estos prejuicios absurdos por definición, tienen un valor socio económico. Ese abolengo nacional siempre ha sido una variable presente para la inversión extranjera de una nación, y va a […]
Por: Juan Felipe Morón Vélez
Siempre ha sido alguna singularidad la que caracteriza a una región, sean los paisas por comerciantes o los rolos por desabridos. Estos prejuicios absurdos por definición, tienen un valor socio económico. Ese abolengo nacional siempre ha sido una variable presente para la inversión extranjera de una nación, y va a ser esencial en el crecimiento real de Colombia y sus regiones ante la instigante necesidad de apertura comercial que ha caracterizado nuestro actual gobierno. Y si, las compañías son así de infantiles en el momento de invertir y ese ‘que dirán’ de un país está presente en la mesa de inversión extranjera para decidir si llegar o no, a un mercado.
La Colombia pujante, ‘echada pa’ lante’, recursiva y laboriosa creo que ya hay que comenzar a recogerla. El país del divino niño amparado en la oración y el ‘calanchinismo’ ya se desactualizó hace mucho tiempo. Las economías de ‘san andresito’ no son ni serán epicentros de competitividad regional. La constante inversión en las PYMES, que se quedan siéndolo por no tener un catalizador real que las saque de su incubación, es un problema constante en nuestra nación.
Frente a esta situación, ¿qué tiene Valledupar para ofrecer? Es una pregunta que se han venido haciendo muchos, ¿cómo convertirnos en un polo de competitividad? O mejor dicho, ¿cómo construir un abolengo diferente al del Valle del Old Parr?
Ante todo debemos entender que nadie ha hecho nada porque nuestra región tenga gas o carbón, es algo que la naturaleza nos regaló. Decir que ese es el valor agregado del Cesar frente a otros departamentos es y será un argumento flojo y soez. La minería no es un fin sino un medio para facilitarnos el desarrollo de verdaderas ventajas competitivas.
Creo que la solución está en algo mucho más profundo. Se debe tener como objetivo el posicionamiento en el sector de las TIC. El llegar ahí significa una revolución educativa, y es ese el punto más importante que debemos incentivar. El fortalecimiento de la educación, me atrevo a decir que posee un efecto multiplicador mucho mayor que el de cualquier otro sector. Véase el caso Costa Rica donde se incluyó la programación de computadores y pasaron de ser una nación agrícola a exportadores de tecnología.
Comenzar por llenar esos hangares de concreto que han denominado ‘mega-colegios’ con ‘mega-profesorados’. Seguir reduciendo el tiempo de nuestros pregrados e incentivando los post-grados. Continuar promocionando la creación de empresas que pertenezcan a las TIC, y con esto no me refiero a call centers o a la re-venta de electrodomésticos, si no a ingenios con una verdadera esperanza tecnológica. Que sean testigos de un intercambio de habilidades por medio del cual se midan sin consentimientos y sean conscientes de su verdadera posición global, dejando a un lado el proteccionismo estatal y social.
Un ejemplo de estos intercambios lo lideró el SENA en el 2011. Su participación en el Worldskills 2011, una competencia internacional de habilidades donde 17 aprendices que iban desde mampostería hasta robótica, representaron a Colombia y tuvieron la oportunidad de compararse con países como Corea y Alemania. Evento que tuve el privilegio de presenciar y del cual no me quedó ninguna duda sobre el cambio positivo que en nuestros coterráneos dejó. Motivados no por el proteccionismo compinche, si no por la cruda evidencia de sus virtudes y falencias en un escenario competitivo. A este tipo de intercambios me refiero.
Si cada uno tuviera la oportunidad de estar expuesto a las ‘ligas mayores’ de su oficio, sería cada vez mejor y estaría realmente preparado para mantenerse en pie durante la tormenta de competitividad que se avecina. En vez de estar siempre amparados por un manto de motivación falsa que solamente nos destinará a fracasar cuando llegue el momento de encarar a un ‘gringo’, ‘coreano’ o ‘turco’ (véase TLCs).
*Profesional en negocios y mercadeo internacional. [email protected] @PipeMoronV
Por: Juan Felipe Morón Vélez Siempre ha sido alguna singularidad la que caracteriza a una región, sean los paisas por comerciantes o los rolos por desabridos. Estos prejuicios absurdos por definición, tienen un valor socio económico. Ese abolengo nacional siempre ha sido una variable presente para la inversión extranjera de una nación, y va a […]
Por: Juan Felipe Morón Vélez
Siempre ha sido alguna singularidad la que caracteriza a una región, sean los paisas por comerciantes o los rolos por desabridos. Estos prejuicios absurdos por definición, tienen un valor socio económico. Ese abolengo nacional siempre ha sido una variable presente para la inversión extranjera de una nación, y va a ser esencial en el crecimiento real de Colombia y sus regiones ante la instigante necesidad de apertura comercial que ha caracterizado nuestro actual gobierno. Y si, las compañías son así de infantiles en el momento de invertir y ese ‘que dirán’ de un país está presente en la mesa de inversión extranjera para decidir si llegar o no, a un mercado.
La Colombia pujante, ‘echada pa’ lante’, recursiva y laboriosa creo que ya hay que comenzar a recogerla. El país del divino niño amparado en la oración y el ‘calanchinismo’ ya se desactualizó hace mucho tiempo. Las economías de ‘san andresito’ no son ni serán epicentros de competitividad regional. La constante inversión en las PYMES, que se quedan siéndolo por no tener un catalizador real que las saque de su incubación, es un problema constante en nuestra nación.
Frente a esta situación, ¿qué tiene Valledupar para ofrecer? Es una pregunta que se han venido haciendo muchos, ¿cómo convertirnos en un polo de competitividad? O mejor dicho, ¿cómo construir un abolengo diferente al del Valle del Old Parr?
Ante todo debemos entender que nadie ha hecho nada porque nuestra región tenga gas o carbón, es algo que la naturaleza nos regaló. Decir que ese es el valor agregado del Cesar frente a otros departamentos es y será un argumento flojo y soez. La minería no es un fin sino un medio para facilitarnos el desarrollo de verdaderas ventajas competitivas.
Creo que la solución está en algo mucho más profundo. Se debe tener como objetivo el posicionamiento en el sector de las TIC. El llegar ahí significa una revolución educativa, y es ese el punto más importante que debemos incentivar. El fortalecimiento de la educación, me atrevo a decir que posee un efecto multiplicador mucho mayor que el de cualquier otro sector. Véase el caso Costa Rica donde se incluyó la programación de computadores y pasaron de ser una nación agrícola a exportadores de tecnología.
Comenzar por llenar esos hangares de concreto que han denominado ‘mega-colegios’ con ‘mega-profesorados’. Seguir reduciendo el tiempo de nuestros pregrados e incentivando los post-grados. Continuar promocionando la creación de empresas que pertenezcan a las TIC, y con esto no me refiero a call centers o a la re-venta de electrodomésticos, si no a ingenios con una verdadera esperanza tecnológica. Que sean testigos de un intercambio de habilidades por medio del cual se midan sin consentimientos y sean conscientes de su verdadera posición global, dejando a un lado el proteccionismo estatal y social.
Un ejemplo de estos intercambios lo lideró el SENA en el 2011. Su participación en el Worldskills 2011, una competencia internacional de habilidades donde 17 aprendices que iban desde mampostería hasta robótica, representaron a Colombia y tuvieron la oportunidad de compararse con países como Corea y Alemania. Evento que tuve el privilegio de presenciar y del cual no me quedó ninguna duda sobre el cambio positivo que en nuestros coterráneos dejó. Motivados no por el proteccionismo compinche, si no por la cruda evidencia de sus virtudes y falencias en un escenario competitivo. A este tipo de intercambios me refiero.
Si cada uno tuviera la oportunidad de estar expuesto a las ‘ligas mayores’ de su oficio, sería cada vez mejor y estaría realmente preparado para mantenerse en pie durante la tormenta de competitividad que se avecina. En vez de estar siempre amparados por un manto de motivación falsa que solamente nos destinará a fracasar cuando llegue el momento de encarar a un ‘gringo’, ‘coreano’ o ‘turco’ (véase TLCs).
*Profesional en negocios y mercadeo internacional. [email protected] @PipeMoronV