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Columnista - 17 febrero, 2015

Colombia y sus niños

Cada semana hay un show mediático en el país, con el que la radio, la televisión y la prensa escrita buscan atraer la atención de la audiencia y de lectores, en la medida que anuncian a cuenta gotas el desarrollo de sucesos escandalosos como la masacre de los niños del Caquetá que ha hecho que […]

Cada semana hay un show mediático en el país, con el que la radio, la televisión y la prensa escrita buscan atraer la atención de la audiencia y de lectores, en la medida que anuncian a cuenta gotas el desarrollo de sucesos escandalosos como la masacre de los niños del Caquetá que ha hecho que los ojos del mundo estén sobre Colombia con bastante frecuencia.

Tristemente la situación de abuso, maltrato, indiferencia y muerte de los niños en Colombia se ha vuelto un común denominador que se mantiene a pesar de los aparentes y lánguidos esfuerzos por controlar este desastre.
Hace algunos meses el país se indignaba ante la muerte por desnutrición y física hambre de los niños indígenas wayüü. Las redes temblaban ante la inconformidad de la gente que protestaba y hacía campañas virtuales para ayudar a los niños guajiros violentados por la indiferencia del Estado. Meses después el tema pasó a un segundo plano, con promesa del volver en cualquier momento cuando un político lo ponga como agenda mediática para sortear algún escándalo o para sacar dividendos electorales.

Como factor coincidente, los niños reclutados por la Farc se han convertido por estos días en noticia de impacto, una vez que se han podido elaborar documentales que manejan la emoción de la gente durante algunos días, pero luego, como otros temas, pasará al olvido tal como pasan las noticias de secuestros y violaciones de niños, de infantes en la guerra, de niños abandonados, del lucrativo negocio de pornografía infantil que ubica a Colombia como uno de los mayores exportadores mundiales de este tipo de aberraciones. Tal como pasará la noticia del debate sobre la adopción de niños por parejas gay etc.

Todo tópico que involucre algún tipo de afectación negativa hacia los niños, es altamente productivo a nivel de medios en Colombia por tratarse de un tema altamente sensible. Lo extraño es que en lugar de producir una reacción inmediata en la disminución de este flagelo, el tema del abuso y la violencia hacia los niños pareciera crecer sin control, como si los asesinos o abusadores se motivaran a incrementar sus acciones en la medida que son publicitadas sin control.

Desde hace un par de días los noticieros mantienen a televidentes y radioescuchas agarrados del cuello, para que su atención no deje de enfocarse en la masacre de los niños del Caquetá, mientras buscan otras arandelas para sacarle el jugo a la noticia. En unos cuantos días luego del encarcelamiento de los asesinos, el tema será olvidado y pasará a un segundo plano.

Los infantes en Colombia, en lugar de convertirse en un excelente mecanismo para producir mayor rating, y una gran oportunidad para que se den vitrina los políticos, fiscales y altos mandos de la policía, deberían estar amparados por la ley mediante mecanismos lo suficientemente rigurosos como la cadena perpetua para quienes abusen de ellos, para que quienes quieran entrar en su mundo y afectarlos de por vida o asesinarlos, sepan que hay un Estado que no le tiembla la mano para evitar que sigan muriendo niños tanto a manos de asesinos a sueldo o de gobiernos regionales y locales que llevan años matándolos con tanta indiferencia.
@Oscararizadaza

Columnista
17 febrero, 2015

Colombia y sus niños

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Oscar Ariza Daza

Cada semana hay un show mediático en el país, con el que la radio, la televisión y la prensa escrita buscan atraer la atención de la audiencia y de lectores, en la medida que anuncian a cuenta gotas el desarrollo de sucesos escandalosos como la masacre de los niños del Caquetá que ha hecho que […]


Cada semana hay un show mediático en el país, con el que la radio, la televisión y la prensa escrita buscan atraer la atención de la audiencia y de lectores, en la medida que anuncian a cuenta gotas el desarrollo de sucesos escandalosos como la masacre de los niños del Caquetá que ha hecho que los ojos del mundo estén sobre Colombia con bastante frecuencia.

Tristemente la situación de abuso, maltrato, indiferencia y muerte de los niños en Colombia se ha vuelto un común denominador que se mantiene a pesar de los aparentes y lánguidos esfuerzos por controlar este desastre.
Hace algunos meses el país se indignaba ante la muerte por desnutrición y física hambre de los niños indígenas wayüü. Las redes temblaban ante la inconformidad de la gente que protestaba y hacía campañas virtuales para ayudar a los niños guajiros violentados por la indiferencia del Estado. Meses después el tema pasó a un segundo plano, con promesa del volver en cualquier momento cuando un político lo ponga como agenda mediática para sortear algún escándalo o para sacar dividendos electorales.

Como factor coincidente, los niños reclutados por la Farc se han convertido por estos días en noticia de impacto, una vez que se han podido elaborar documentales que manejan la emoción de la gente durante algunos días, pero luego, como otros temas, pasará al olvido tal como pasan las noticias de secuestros y violaciones de niños, de infantes en la guerra, de niños abandonados, del lucrativo negocio de pornografía infantil que ubica a Colombia como uno de los mayores exportadores mundiales de este tipo de aberraciones. Tal como pasará la noticia del debate sobre la adopción de niños por parejas gay etc.

Todo tópico que involucre algún tipo de afectación negativa hacia los niños, es altamente productivo a nivel de medios en Colombia por tratarse de un tema altamente sensible. Lo extraño es que en lugar de producir una reacción inmediata en la disminución de este flagelo, el tema del abuso y la violencia hacia los niños pareciera crecer sin control, como si los asesinos o abusadores se motivaran a incrementar sus acciones en la medida que son publicitadas sin control.

Desde hace un par de días los noticieros mantienen a televidentes y radioescuchas agarrados del cuello, para que su atención no deje de enfocarse en la masacre de los niños del Caquetá, mientras buscan otras arandelas para sacarle el jugo a la noticia. En unos cuantos días luego del encarcelamiento de los asesinos, el tema será olvidado y pasará a un segundo plano.

Los infantes en Colombia, en lugar de convertirse en un excelente mecanismo para producir mayor rating, y una gran oportunidad para que se den vitrina los políticos, fiscales y altos mandos de la policía, deberían estar amparados por la ley mediante mecanismos lo suficientemente rigurosos como la cadena perpetua para quienes abusen de ellos, para que quienes quieran entrar en su mundo y afectarlos de por vida o asesinarlos, sepan que hay un Estado que no le tiembla la mano para evitar que sigan muriendo niños tanto a manos de asesinos a sueldo o de gobiernos regionales y locales que llevan años matándolos con tanta indiferencia.
@Oscararizadaza