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Columnista - 23 septiembre, 2021

Colombia, una bicicleta estática

No me explico por qué algunas personas se oponen a que alguien haga propuestas de cambio siendo que el fundamento de la vida es el movimiento; lo estático tiende a la putrefacción; los cuerpos celestes se sostienen gracias a sus movimientos. Algunos, en forma retórica, hablan de cambio pero para que nada cambie; estos son […]

No me explico por qué algunas personas se oponen a que alguien haga propuestas de cambio siendo que el fundamento de la vida es el movimiento; lo estático tiende a la putrefacción; los cuerpos celestes se sostienen gracias a sus movimientos.

Algunos, en forma retórica, hablan de cambio pero para que nada cambie; estos son los gatopardos. Estas estrategias son las que han paralizado la economía y otros sectores nacionales. Con el sofisma de que solo el sector privado puede producir riqueza, casi todas las empresas del Estado fueron vendidas en forma total o parcial a entes extranjeros.

Además, las pujantes empresas privadas de tejidos, cervezas, alimentos y otras, fueron desmanteladas; el sector agroindustrial cedió el turno ante el minero energético de baja empleabilidad y el sistema financiero dirige la economía; los sistemas de salud y educación colapsaron. Colombia parece una bicicleta estática.

Mostraré qué nos pasó con algunos indicadores clave del capitalismo entre 2002 y 2020. El PIB tuvo un crecimiento nominal promedio anual de 5.87 %, pero en ese mismo periodo, el IPC promedio anual fue 3.22 %, entonces nuestro PIB solo creció 2.65 % neto/año. Para que un país se desarrolle debería crecer al menos 5 % neto anual, según los entendidos en la materia. Hoy somos la economía 49 entre 133 países analizados, un poquito por encima de la media de la tabla.

El PIB per cápita solo creció 1.1 % en promedio neto/año; en 2002, Colombia se ubicó en el puesto 88 entre 195 países y en 2020 fue 81, ganando 7 puestos en 18 años, quizás no por su propia actividad sino por la peor de otros que descendieron; el bienestar per cápita fue casi neutro. Mientras tanto, nuestra deuda externa respecto al PIB pasó del 15 % en 2005 al 54 % en 2020, creciendo a razón de 8.9 % anual, en promedio. Hoy, nuestra deuda externa asciende a US$157.172 millones, vivimos al debe.

El sector salud da ganas de llorar: la tasa de desnutrición de la niñez (menores de 5 años), entre 2005 y 2018, descendió 2.6 %/año; en mortalidad materna bajamos 3.3 % anual; en mortalidad infantil (menores de 1 año) 4.6 %. Estos son comportamientos vegetativos. Cuando uno ve la variación errática en la curva de estas variables comprende que estas son huérfanas, que no ha existido planificación para mejorarlas.

Indalecio Dangond, muy cercano al Centro Democrático, viene haciendo unas propuestas saludables y viables para el sector agrario, sin ser escuchadas pese a que solo el 6 % de nuestras vías terciarias es transitable. Es vergonzoso que importemos 14 millones de toneladas de alimentos cada año. ¿Es posible continuar así, donde la mitad de la gente pasa hambre? Eso lo viene diciendo Gustavo Petro pero en su boca suena desafiante, odioso y disociador.

Acaso, diseñar políticas para que la tierra ociosa produzca, muchas veces en manos de narcos o despojadores y lavadores de activos, ¿significa que seremos como Venezuela? ¡Carreta! El viernes pasado Petro sostuvo una reunión en el Club Valledupar con representantes de algunos gremios, exponiendo sus tesis y resolviendo prejuicios difíciles de erradicar. Claro este es un proceso a mediano plazo, no a 195 años pero algún día no tan lejano podríamos imitar a Suiza.   

Columnista
23 septiembre, 2021

Colombia, una bicicleta estática

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Napoleón de Armas P.

No me explico por qué algunas personas se oponen a que alguien haga propuestas de cambio siendo que el fundamento de la vida es el movimiento; lo estático tiende a la putrefacción; los cuerpos celestes se sostienen gracias a sus movimientos. Algunos, en forma retórica, hablan de cambio pero para que nada cambie; estos son […]


No me explico por qué algunas personas se oponen a que alguien haga propuestas de cambio siendo que el fundamento de la vida es el movimiento; lo estático tiende a la putrefacción; los cuerpos celestes se sostienen gracias a sus movimientos.

Algunos, en forma retórica, hablan de cambio pero para que nada cambie; estos son los gatopardos. Estas estrategias son las que han paralizado la economía y otros sectores nacionales. Con el sofisma de que solo el sector privado puede producir riqueza, casi todas las empresas del Estado fueron vendidas en forma total o parcial a entes extranjeros.

Además, las pujantes empresas privadas de tejidos, cervezas, alimentos y otras, fueron desmanteladas; el sector agroindustrial cedió el turno ante el minero energético de baja empleabilidad y el sistema financiero dirige la economía; los sistemas de salud y educación colapsaron. Colombia parece una bicicleta estática.

Mostraré qué nos pasó con algunos indicadores clave del capitalismo entre 2002 y 2020. El PIB tuvo un crecimiento nominal promedio anual de 5.87 %, pero en ese mismo periodo, el IPC promedio anual fue 3.22 %, entonces nuestro PIB solo creció 2.65 % neto/año. Para que un país se desarrolle debería crecer al menos 5 % neto anual, según los entendidos en la materia. Hoy somos la economía 49 entre 133 países analizados, un poquito por encima de la media de la tabla.

El PIB per cápita solo creció 1.1 % en promedio neto/año; en 2002, Colombia se ubicó en el puesto 88 entre 195 países y en 2020 fue 81, ganando 7 puestos en 18 años, quizás no por su propia actividad sino por la peor de otros que descendieron; el bienestar per cápita fue casi neutro. Mientras tanto, nuestra deuda externa respecto al PIB pasó del 15 % en 2005 al 54 % en 2020, creciendo a razón de 8.9 % anual, en promedio. Hoy, nuestra deuda externa asciende a US$157.172 millones, vivimos al debe.

El sector salud da ganas de llorar: la tasa de desnutrición de la niñez (menores de 5 años), entre 2005 y 2018, descendió 2.6 %/año; en mortalidad materna bajamos 3.3 % anual; en mortalidad infantil (menores de 1 año) 4.6 %. Estos son comportamientos vegetativos. Cuando uno ve la variación errática en la curva de estas variables comprende que estas son huérfanas, que no ha existido planificación para mejorarlas.

Indalecio Dangond, muy cercano al Centro Democrático, viene haciendo unas propuestas saludables y viables para el sector agrario, sin ser escuchadas pese a que solo el 6 % de nuestras vías terciarias es transitable. Es vergonzoso que importemos 14 millones de toneladas de alimentos cada año. ¿Es posible continuar así, donde la mitad de la gente pasa hambre? Eso lo viene diciendo Gustavo Petro pero en su boca suena desafiante, odioso y disociador.

Acaso, diseñar políticas para que la tierra ociosa produzca, muchas veces en manos de narcos o despojadores y lavadores de activos, ¿significa que seremos como Venezuela? ¡Carreta! El viernes pasado Petro sostuvo una reunión en el Club Valledupar con representantes de algunos gremios, exponiendo sus tesis y resolviendo prejuicios difíciles de erradicar. Claro este es un proceso a mediano plazo, no a 195 años pero algún día no tan lejano podríamos imitar a Suiza.