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Columnista - 10 enero, 2022

Colombia, un país de mal educados

En el año 2010, la Unesco afirmó que a partir de ese año y por los siguientes 20 se graduarían más profesionales que en toda la historia de la humanidad, lo que ya es una cifra que nos pone a pensar sobre cuántos profesionales se están formando año tras año en toda América Latina y […]

En el año 2010, la Unesco afirmó que a partir de ese año y por los siguientes 20 se graduarían más profesionales que en toda la historia de la humanidad, lo que ya es una cifra que nos pone a pensar sobre cuántos profesionales se están formando año tras año en toda América Latina y en Colombia, que es nuestro motivo de análisis.

Lo que esta cifra nos debería mostrar es si este número de graduados es consecuente con el desarrollo de la humanidad en aquellos aspectos susceptibles de ser intervenidos por el hombre para beneficio de todos.

Según cifras del Ministerio de Educación nuestro país tiene registradas 110 universidades entre públicas y privadas, de las cuales solo en 2020 graduaron 482.122   estudiantes en las diferentes carreras que se ofertan, sin contar con las cifras de posgrados. 

En este mismo año se graduaron 654 mil estudiantes de bachiller, de los cuales el 39,7% ingresará a la universidad, lo que abulta la cifra de graduados para los siguientes cinco años.

Pero, ¿está respondiendo el modelo de educación con la obtención de los objetivos de desarrollo del país? Las cifras indican que estamos muy lejos de lograrlo puesto que muestran una realidad innegable.

Veamos: Colombia ocupa el puesto 67 de 129 países en innovación y según datos del mismo Ministerio de Educación en los resultados de las pruebas Pisa del 2018, el 40% de nuestros estudiantes se rajó en las áreas de comprensión de lectura, matemáticas y ciencias básicas, áreas claves para medir la calidad educativa. 

Pero vamos más al fondo, si bien es cierto que las cifras importan mucho, lo que realmente nos debería llamar la atención es que mientras se aumenta en cobertura y en oferta educativa, la forma como se  imparte el conocimiento parece que se quedó relegada al siglo XIX, pues si usted compara la foto de un aula de clases del año 1940 y la compara con una actual, a diferencia del color y el tipo de pizarra, lo demás se mantiene intacto, es decir, un profesor de pie frente a sus alumnos transmitiendo la información. 

Para entonces, e incluso hasta finales de los ochenta, podría ser válido el hecho que quien tenía el conocimiento era el maestro, pero, ¿qué pasa hoy cuando la información está disponible los 365 días del año, las 24 hora del día y de manera gratuita (Internet)? 

¿La revolución causada por el TV, los videojuegos y las redes sociales en la formación misma de los niños debería contar como herramienta poderosa? ¿Se están aprovechando estas herramientas realmente para educar? 

No perdamos de vista que la manera como se aprende hoy dista mucho de como se hacía hace un siglo.

Si lo anterior aún no lo pone a reflexionar piense en lo siguiente: ¿Qué motivación tiene para un niño de 5 años de edad esperar en la parada de un bus a las cinco de la mañana, con una mochila llena de libros, para ir a un lugar que lo aburre y al que no quiere ir por voluntad propia y luego regresar a casa cansado a hacer tareas hasta las siete u ocho de la noche? Ninguna.

Los hechos son tozudos y la conclusión lógica es que el modelo de educación obligatorio, continuado y gratuito, como lo conocemos en el último siglo, está completamente obsoleto y no se adapta a la realidad, no solo del país sino de todos aquellos que continúan con el esquema Prusiano de “educación para el trabajo”, puesto que está basado en la era industrial, donde se requería mano de obra para transformar la materia prima en la plantas de producción, hoy el mundo requiere otro tipo de profesionales.

Hoy nos ufanamos de haber pisado la luna y de haber “conquistado el espacio” y nos preparamos para ir a buscar agua en Marte gastando billones de dólares mientras destruimos las fuentes aquí en la tierra.

Avanzamos en clonar al ser humano, pero desarrollamos virus que amenazan la existencia de la especie en el planeta, pero lo más relevante es que los exitosos de las siguientes dos generaciones serán los que sepan escribir, hablar y escuchar.

Por: Eloy Gutiérrez Anaya

Columnista
10 enero, 2022

Colombia, un país de mal educados

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Eloy Gutiérrez Anaya

En el año 2010, la Unesco afirmó que a partir de ese año y por los siguientes 20 se graduarían más profesionales que en toda la historia de la humanidad, lo que ya es una cifra que nos pone a pensar sobre cuántos profesionales se están formando año tras año en toda América Latina y […]


En el año 2010, la Unesco afirmó que a partir de ese año y por los siguientes 20 se graduarían más profesionales que en toda la historia de la humanidad, lo que ya es una cifra que nos pone a pensar sobre cuántos profesionales se están formando año tras año en toda América Latina y en Colombia, que es nuestro motivo de análisis.

Lo que esta cifra nos debería mostrar es si este número de graduados es consecuente con el desarrollo de la humanidad en aquellos aspectos susceptibles de ser intervenidos por el hombre para beneficio de todos.

Según cifras del Ministerio de Educación nuestro país tiene registradas 110 universidades entre públicas y privadas, de las cuales solo en 2020 graduaron 482.122   estudiantes en las diferentes carreras que se ofertan, sin contar con las cifras de posgrados. 

En este mismo año se graduaron 654 mil estudiantes de bachiller, de los cuales el 39,7% ingresará a la universidad, lo que abulta la cifra de graduados para los siguientes cinco años.

Pero, ¿está respondiendo el modelo de educación con la obtención de los objetivos de desarrollo del país? Las cifras indican que estamos muy lejos de lograrlo puesto que muestran una realidad innegable.

Veamos: Colombia ocupa el puesto 67 de 129 países en innovación y según datos del mismo Ministerio de Educación en los resultados de las pruebas Pisa del 2018, el 40% de nuestros estudiantes se rajó en las áreas de comprensión de lectura, matemáticas y ciencias básicas, áreas claves para medir la calidad educativa. 

Pero vamos más al fondo, si bien es cierto que las cifras importan mucho, lo que realmente nos debería llamar la atención es que mientras se aumenta en cobertura y en oferta educativa, la forma como se  imparte el conocimiento parece que se quedó relegada al siglo XIX, pues si usted compara la foto de un aula de clases del año 1940 y la compara con una actual, a diferencia del color y el tipo de pizarra, lo demás se mantiene intacto, es decir, un profesor de pie frente a sus alumnos transmitiendo la información. 

Para entonces, e incluso hasta finales de los ochenta, podría ser válido el hecho que quien tenía el conocimiento era el maestro, pero, ¿qué pasa hoy cuando la información está disponible los 365 días del año, las 24 hora del día y de manera gratuita (Internet)? 

¿La revolución causada por el TV, los videojuegos y las redes sociales en la formación misma de los niños debería contar como herramienta poderosa? ¿Se están aprovechando estas herramientas realmente para educar? 

No perdamos de vista que la manera como se aprende hoy dista mucho de como se hacía hace un siglo.

Si lo anterior aún no lo pone a reflexionar piense en lo siguiente: ¿Qué motivación tiene para un niño de 5 años de edad esperar en la parada de un bus a las cinco de la mañana, con una mochila llena de libros, para ir a un lugar que lo aburre y al que no quiere ir por voluntad propia y luego regresar a casa cansado a hacer tareas hasta las siete u ocho de la noche? Ninguna.

Los hechos son tozudos y la conclusión lógica es que el modelo de educación obligatorio, continuado y gratuito, como lo conocemos en el último siglo, está completamente obsoleto y no se adapta a la realidad, no solo del país sino de todos aquellos que continúan con el esquema Prusiano de “educación para el trabajo”, puesto que está basado en la era industrial, donde se requería mano de obra para transformar la materia prima en la plantas de producción, hoy el mundo requiere otro tipo de profesionales.

Hoy nos ufanamos de haber pisado la luna y de haber “conquistado el espacio” y nos preparamos para ir a buscar agua en Marte gastando billones de dólares mientras destruimos las fuentes aquí en la tierra.

Avanzamos en clonar al ser humano, pero desarrollamos virus que amenazan la existencia de la especie en el planeta, pero lo más relevante es que los exitosos de las siguientes dos generaciones serán los que sepan escribir, hablar y escuchar.

Por: Eloy Gutiérrez Anaya