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Columnista - 5 febrero, 2024

Colombia un país de idiotas

Aparece un dirigente sin dignidad y altura política y mucho menos de liderazgo y lo elegimos como nuestro presidente y cuando empieza a cometer las incongruencias esperadas, en vez de censurarlo de inmediato lo que hacemos es ridiculizarlo a base de bromas de mal gusto, sin sentido alguno, ya que todo lo volvemos un chiste […]

Aparece un dirigente sin dignidad y altura política y mucho menos de liderazgo y lo elegimos como nuestro presidente y cuando empieza a cometer las incongruencias esperadas, en vez de censurarlo de inmediato lo que hacemos es ridiculizarlo a base de bromas de mal gusto, sin sentido alguno, ya que todo lo volvemos un chiste como método de distracción y olvido para con nosotros mismos y convencidos de que estamos haciendo algo bueno, continuamos con nuestra carrera indiferente por la vida, por la moral, y por el honor de patria, haciendo caso omiso de esas armas poderosas que llamamos leyes y que solo parecen haberse ideado para violarlas.

Estamos atravesando por momentos muy difíciles que no son más que el preámbulo de una dictadura eterna de esas que compaginan con lo indefinible y lo absurdo y parece que el patriotismo de otros tiempos, cuando las batallas se ganaban con fusil a la diestra solo como defensa para el ejercicio de una vida con libertad y orden que cuando se empezó a derrotar la esclavitud, empezó a lograrse el  respeto debido para recomponer la sociedad del futuro a través de la paz y la hermandad, se hubiere escondido ese patriotismo, en nuestro propio trasero como símbolo representativo de lo mediocre que somos y de lo fácil que trasformamos el miedo en cobardía y la caballerosidad en narcisismo para terminar como los hazmerreíres de una serie de idiotas avispados que sí saben para qué es el poder: “Para nombrar a sus secuaces inútiles y poder ejercer el mando alrededor de un desorden único que siempre generará inconformidades, pobreza y desdichas”.

Claro que lo que estamos viviendo es el cambio de un centralismo de falsos demócratas implantado tiempo atrás y que hoy es manejado por otro sistema de ilusos y flojos cuyo factor común ha sido y será el remplazo de los mismos vicios y normas del mal, con colores distintos al rojo y azul que tanto daño hicieron, no sus filosofías, sino los que ejercieron su mando y que ahora con otros matices y figuras quieren cambiar y seguir disfrazando la verdad. 

Quousque tandem abutere, Catilina, patientia nostra?  Fue una frase pronunciada por Cicerón, famosa por ser la primera oración de la Primera Catilinaria o discursos de acusaciones contra su enemigo. ¿Hasta cuándo abusarás, Catilina, de nuestra paciencia?

Con esta sentencia, Cicerón iniciaba uno de sus discursos cansado de la falsa amistad y conjura de traición de Catilina al ver frustradas sus aspiraciones políticas; y que expresaba el cansancio de los mismos con las mismas en el manejo del odio y quiso dar un golpe de Estado, golpe de Estado que si algunos piensan en ello, no es necesario hoy con las políticas de desastres practicadas por lo jefes, donde en forma automática ellos mismos sin necesidad de un pueblo se están dando su propia derrota sin insurgencia alguna, a pesar que aún vivamos en un país de idiotas.

Catilina, un joven de noble familia, pendenciero y osado, había reunido a un grupo de seguidores dispuestos a rebelarse contra las autoridades de Roma. Todos estaban descontentos con la crítica situación que se vivía entonces en Roma e Italia, comparable a como estamos nosotros ahora bajo los falsos gobiernos.

Cicerón, su enemigo político, no ahorró ninguna denuncia contra él, especialmente en sus discursos llamados Catilinarias. Catilina, habiendo sido derrotado en las elecciones, comenzó a preparar una rebelión.

Se le olvidó al dirigente de antes y de hoy que, el Estado ha existido antes que ley alguna, pero ésta ayuda a estructurarlo y hacerlo posible; por esto un buen patriota aspira y espera a que el Estado se maneje con sabiduría, justicia, valores humanos presentes y moderación absoluta, siempre tendiendo a la perfección que, aunque siendo imposible lograrla, por lo menos ilumine el camino.

¡Basta entonces, no más Catilinas por muy nobles que sean!

Fausto Cotes Núñez

Columnista
5 febrero, 2024

Colombia un país de idiotas

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Fausto Cotes

Aparece un dirigente sin dignidad y altura política y mucho menos de liderazgo y lo elegimos como nuestro presidente y cuando empieza a cometer las incongruencias esperadas, en vez de censurarlo de inmediato lo que hacemos es ridiculizarlo a base de bromas de mal gusto, sin sentido alguno, ya que todo lo volvemos un chiste […]


Aparece un dirigente sin dignidad y altura política y mucho menos de liderazgo y lo elegimos como nuestro presidente y cuando empieza a cometer las incongruencias esperadas, en vez de censurarlo de inmediato lo que hacemos es ridiculizarlo a base de bromas de mal gusto, sin sentido alguno, ya que todo lo volvemos un chiste como método de distracción y olvido para con nosotros mismos y convencidos de que estamos haciendo algo bueno, continuamos con nuestra carrera indiferente por la vida, por la moral, y por el honor de patria, haciendo caso omiso de esas armas poderosas que llamamos leyes y que solo parecen haberse ideado para violarlas.

Estamos atravesando por momentos muy difíciles que no son más que el preámbulo de una dictadura eterna de esas que compaginan con lo indefinible y lo absurdo y parece que el patriotismo de otros tiempos, cuando las batallas se ganaban con fusil a la diestra solo como defensa para el ejercicio de una vida con libertad y orden que cuando se empezó a derrotar la esclavitud, empezó a lograrse el  respeto debido para recomponer la sociedad del futuro a través de la paz y la hermandad, se hubiere escondido ese patriotismo, en nuestro propio trasero como símbolo representativo de lo mediocre que somos y de lo fácil que trasformamos el miedo en cobardía y la caballerosidad en narcisismo para terminar como los hazmerreíres de una serie de idiotas avispados que sí saben para qué es el poder: “Para nombrar a sus secuaces inútiles y poder ejercer el mando alrededor de un desorden único que siempre generará inconformidades, pobreza y desdichas”.

Claro que lo que estamos viviendo es el cambio de un centralismo de falsos demócratas implantado tiempo atrás y que hoy es manejado por otro sistema de ilusos y flojos cuyo factor común ha sido y será el remplazo de los mismos vicios y normas del mal, con colores distintos al rojo y azul que tanto daño hicieron, no sus filosofías, sino los que ejercieron su mando y que ahora con otros matices y figuras quieren cambiar y seguir disfrazando la verdad. 

Quousque tandem abutere, Catilina, patientia nostra?  Fue una frase pronunciada por Cicerón, famosa por ser la primera oración de la Primera Catilinaria o discursos de acusaciones contra su enemigo. ¿Hasta cuándo abusarás, Catilina, de nuestra paciencia?

Con esta sentencia, Cicerón iniciaba uno de sus discursos cansado de la falsa amistad y conjura de traición de Catilina al ver frustradas sus aspiraciones políticas; y que expresaba el cansancio de los mismos con las mismas en el manejo del odio y quiso dar un golpe de Estado, golpe de Estado que si algunos piensan en ello, no es necesario hoy con las políticas de desastres practicadas por lo jefes, donde en forma automática ellos mismos sin necesidad de un pueblo se están dando su propia derrota sin insurgencia alguna, a pesar que aún vivamos en un país de idiotas.

Catilina, un joven de noble familia, pendenciero y osado, había reunido a un grupo de seguidores dispuestos a rebelarse contra las autoridades de Roma. Todos estaban descontentos con la crítica situación que se vivía entonces en Roma e Italia, comparable a como estamos nosotros ahora bajo los falsos gobiernos.

Cicerón, su enemigo político, no ahorró ninguna denuncia contra él, especialmente en sus discursos llamados Catilinarias. Catilina, habiendo sido derrotado en las elecciones, comenzó a preparar una rebelión.

Se le olvidó al dirigente de antes y de hoy que, el Estado ha existido antes que ley alguna, pero ésta ayuda a estructurarlo y hacerlo posible; por esto un buen patriota aspira y espera a que el Estado se maneje con sabiduría, justicia, valores humanos presentes y moderación absoluta, siempre tendiendo a la perfección que, aunque siendo imposible lograrla, por lo menos ilumine el camino.

¡Basta entonces, no más Catilinas por muy nobles que sean!

Fausto Cotes Núñez