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Columnista - 6 octubre, 2016

Colombia, país psico-masoquista

El triunfo del NO fue una sorpresa, solo un psico-masoquismo congénito lo puede explicar; el país padece una enfermedad de esas que llaman huérfanas. Lo que pasó el domingo es inaudito, hicimos como la cabra cuando es atacada por el felino, se devuelve a ver qué pasó. La única explicación es que aún no hemos […]

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El triunfo del NO fue una sorpresa, solo un psico-masoquismo congénito lo puede explicar; el país padece una enfermedad de esas que llaman huérfanas. Lo que pasó el domingo es inaudito, hicimos como la cabra cuando es atacada por el felino, se devuelve a ver qué pasó. La única explicación es que aún no hemos roto las atávicas cadenas de la esclavitud puestas en nuestros cerebros; de nada le sirvió a José Hilario López quitarnos ese atajo físico si hoy banalizamos nuestras desgracias.

La tal raza cósmica que dicen tenemos, esa que nos da el mestizaje, no nos permite evolucionar. Algunos hemos mejorado el color de nuestra piel o la tersura de nuestros cabellos pero nos sale a flote, por separado, la perversidad del conquistador blanco, la resignación e indolencia del africano y el conservadurismo místico de los indígenas como si fueran compartimentos indisolubles que la evolución genética no ha podido mezclar.

No hemos podido encontrar el centro de gravedad de ese triángulo racial, siempre bamboleamos. Somos felices con lo que tenemos, rehusamos la esperanza, nos resistimos al cambio. No nos pareció bueno silenciar los fusiles, ni apagar las bombas y minas, ni tener la posibilidad de erradicar el negocio de los narcóticos, ni mucho menos tener la posibilidad de mantener unidas y completas las familias, esas que muchos dicen defender, porque muchos se tienen que ir para la guerra. La pregunta sorpresa que el mundo se hace es, ¿qué pasó aquí? El proceso parecía racional, la claridad jurídica estaba y avalado por organismos internacionales; lo que el gobierno cedía a las Farc no era lo que muchos decían, los beneficios esperados se veían obvios. Creo que los mismos defensores del NO, no se lo creyeron, incluso hablaron de abstenerse frente a una posible derrota, así lo leían todas las encuestas que fueron las primeras derrotadas.

Una primera conclusión ante lo que pasó es que Santos se quedó solo: gobernadores, alcaldes, congresistas, gremios, todos a una, fueron pasivos frente al proceso, incluso, altos funcionarios del ejecutivo. Los apoyos fueron tímidos, pocos se dieron la pela. Lo segundo es que los votos valen plata, toca arponearlos con dinero en las guacas electorales, pero nadie lo hizo para mover sus feudos, la sola publicidad del ejecutivo no fue suficiente.

Aquí nadie es capo lectoral por el contenido de su discurso, el sistema electoral es un mercado donde se compran conciencias al decir de Julio Flórez en su “Verdad Amarga”. Tercera: Seguimos siendo el país del Sagrado Corazón, pese a la CPC de 1991; la religión aliena. Una cuarta deducción es que el CD estará a las puertas de la Casa de Nari en el 2018, arrastrando toda la gama de las derechas que cohabitan en muchos partidos y otros sectores electorales que alimentan la corrupción. La quinta conclusión es que el NO ganó en las zonas urbanas donde vieron la tragedia por TV. Finalmente, la mayor proporción del NO sobre el SI se dio en Antioquia, donde nació el paramilitarismo y también Uribe.

Nos esperan momentos fatídicos y tendremos que acudir a la organización.

Columnista
6 octubre, 2016

Colombia, país psico-masoquista

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Napoleón de Armas P.

El triunfo del NO fue una sorpresa, solo un psico-masoquismo congénito lo puede explicar; el país padece una enfermedad de esas que llaman huérfanas. Lo que pasó el domingo es inaudito, hicimos como la cabra cuando es atacada por el felino, se devuelve a ver qué pasó. La única explicación es que aún no hemos […]


El triunfo del NO fue una sorpresa, solo un psico-masoquismo congénito lo puede explicar; el país padece una enfermedad de esas que llaman huérfanas. Lo que pasó el domingo es inaudito, hicimos como la cabra cuando es atacada por el felino, se devuelve a ver qué pasó. La única explicación es que aún no hemos roto las atávicas cadenas de la esclavitud puestas en nuestros cerebros; de nada le sirvió a José Hilario López quitarnos ese atajo físico si hoy banalizamos nuestras desgracias.

La tal raza cósmica que dicen tenemos, esa que nos da el mestizaje, no nos permite evolucionar. Algunos hemos mejorado el color de nuestra piel o la tersura de nuestros cabellos pero nos sale a flote, por separado, la perversidad del conquistador blanco, la resignación e indolencia del africano y el conservadurismo místico de los indígenas como si fueran compartimentos indisolubles que la evolución genética no ha podido mezclar.

No hemos podido encontrar el centro de gravedad de ese triángulo racial, siempre bamboleamos. Somos felices con lo que tenemos, rehusamos la esperanza, nos resistimos al cambio. No nos pareció bueno silenciar los fusiles, ni apagar las bombas y minas, ni tener la posibilidad de erradicar el negocio de los narcóticos, ni mucho menos tener la posibilidad de mantener unidas y completas las familias, esas que muchos dicen defender, porque muchos se tienen que ir para la guerra. La pregunta sorpresa que el mundo se hace es, ¿qué pasó aquí? El proceso parecía racional, la claridad jurídica estaba y avalado por organismos internacionales; lo que el gobierno cedía a las Farc no era lo que muchos decían, los beneficios esperados se veían obvios. Creo que los mismos defensores del NO, no se lo creyeron, incluso hablaron de abstenerse frente a una posible derrota, así lo leían todas las encuestas que fueron las primeras derrotadas.

Una primera conclusión ante lo que pasó es que Santos se quedó solo: gobernadores, alcaldes, congresistas, gremios, todos a una, fueron pasivos frente al proceso, incluso, altos funcionarios del ejecutivo. Los apoyos fueron tímidos, pocos se dieron la pela. Lo segundo es que los votos valen plata, toca arponearlos con dinero en las guacas electorales, pero nadie lo hizo para mover sus feudos, la sola publicidad del ejecutivo no fue suficiente.

Aquí nadie es capo lectoral por el contenido de su discurso, el sistema electoral es un mercado donde se compran conciencias al decir de Julio Flórez en su “Verdad Amarga”. Tercera: Seguimos siendo el país del Sagrado Corazón, pese a la CPC de 1991; la religión aliena. Una cuarta deducción es que el CD estará a las puertas de la Casa de Nari en el 2018, arrastrando toda la gama de las derechas que cohabitan en muchos partidos y otros sectores electorales que alimentan la corrupción. La quinta conclusión es que el NO ganó en las zonas urbanas donde vieron la tragedia por TV. Finalmente, la mayor proporción del NO sobre el SI se dio en Antioquia, donde nació el paramilitarismo y también Uribe.

Nos esperan momentos fatídicos y tendremos que acudir a la organización.