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Columnista - 25 abril, 2020

Colombia 2021

Imaginar futuros azarosos es tema de distopías; y cuando veo la lluvia de mezquinos golpes contra el presidente, en medio de la angustia de un pueblo, se me ocurre una sobre la Colombia de pasado mañana. Mediados de 2021. Cerca de Wuhan, China gana la carrera por la vacuna, que se produce y se paga  […]

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Imaginar futuros azarosos es tema de distopías; y cuando veo la lluvia de mezquinos golpes contra el presidente, en medio de la angustia de un pueblo, se me ocurre una sobre la Colombia de pasado mañana.

Mediados de 2021. Cerca de Wuhan, China gana la carrera por la vacuna, que se produce y se paga  masivamente, aunque su distribución, a pesar del “clamor” solitario de la OMS, se demora para los países pobres y “medianos” como el nuestro.

En Colombia, por fin, arranca la reactivación plena, porque en su capital, que es el 26 % de la economía, la alcaldesa, en abril de 2020, enfrentó la decisión del Gobierno de una apertura progresiva y decidió que “la cuarentena en Bogotá se levanta cuando haya vacuna”, sin reparar en la quiebra de empresas, los despedidos y los informales.

No estaba sola; el senador Petro, trinaba que “No debe salir ni la manufactura ni la construcción; no es vital que salga su fuerza laboral”. Era paradójico: los supuestos defensores de los trabajadores no los querían dejar trabajar con rigurosos protocolos, pero ellos, empujados por el hambre, protestaban sin protección en las calles.

Llega 2021 y, con la economía a media marcha, todos los sectores siguen pidiendo ayudas al Gobierno, que se había aplicado a preservar el sistema de salud y las ayudas a los pobres, pero ahora sus arcas están vacías. Los bancos, que para abril de 2020 habían reestructurado deudas por más de 125 billones de pesos, hicieron un mayor esfuerzo a pedido del Gobierno, pero la oposición exigía condonación total y emisión, para pagar con “papeles” la continuidad insostenible de las ayudas.

Aun así,  a Colombia no le fue tan mal y la economía empieza a repuntar, pero el país, que meses atrás le reconocía al presidente su esfuerzo, está fracturado políticamente por el ataque sistemático de la oposición: Cepeda, el partido Farc y el centro-santismo, en lugar de unir durante la crisis, se dedicaron a bombardear a Duque, y ahora arrecian sus ataques, incitando a la lucha de clases y la protesta callejera, permitida pero aún peligrosa.

Se acerca otra oscura Navidad y, también, las elecciones. Claudia, impedida, con ansias de sucesión apoya al candidato verde, mientras Petro se lanza, pero a la calle primero, con sus huestes de la CUT y Fecode, para acogotar al Gobierno y a Claudia, y deslegitimar toda opción que no sea la suya: el socialismo bolivariano salvador.

Volvamos a 2020. Esto no puede suceder. Con una economía golpeada y un país  convaleciente, la recuperación no puede quedar en manos de la izquierda aliada de Maduro. Debemos cambiar la realidad hoy: apoyo decidido a Iván Duque en sus decisiones para preservar la salud y reactivar la economía, y rechazo a quienes siembran inconformidad para erigirse en salvadores con promesas populistas.

Como en la batalla contra el coronavirus: el futuro está en nuestras manos.

Columnista
25 abril, 2020

Colombia 2021

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
José Félix Lafaurie Rivera

Imaginar futuros azarosos es tema de distopías; y cuando veo la lluvia de mezquinos golpes contra el presidente, en medio de la angustia de un pueblo, se me ocurre una sobre la Colombia de pasado mañana. Mediados de 2021. Cerca de Wuhan, China gana la carrera por la vacuna, que se produce y se paga  […]


Imaginar futuros azarosos es tema de distopías; y cuando veo la lluvia de mezquinos golpes contra el presidente, en medio de la angustia de un pueblo, se me ocurre una sobre la Colombia de pasado mañana.

Mediados de 2021. Cerca de Wuhan, China gana la carrera por la vacuna, que se produce y se paga  masivamente, aunque su distribución, a pesar del “clamor” solitario de la OMS, se demora para los países pobres y “medianos” como el nuestro.

En Colombia, por fin, arranca la reactivación plena, porque en su capital, que es el 26 % de la economía, la alcaldesa, en abril de 2020, enfrentó la decisión del Gobierno de una apertura progresiva y decidió que “la cuarentena en Bogotá se levanta cuando haya vacuna”, sin reparar en la quiebra de empresas, los despedidos y los informales.

No estaba sola; el senador Petro, trinaba que “No debe salir ni la manufactura ni la construcción; no es vital que salga su fuerza laboral”. Era paradójico: los supuestos defensores de los trabajadores no los querían dejar trabajar con rigurosos protocolos, pero ellos, empujados por el hambre, protestaban sin protección en las calles.

Llega 2021 y, con la economía a media marcha, todos los sectores siguen pidiendo ayudas al Gobierno, que se había aplicado a preservar el sistema de salud y las ayudas a los pobres, pero ahora sus arcas están vacías. Los bancos, que para abril de 2020 habían reestructurado deudas por más de 125 billones de pesos, hicieron un mayor esfuerzo a pedido del Gobierno, pero la oposición exigía condonación total y emisión, para pagar con “papeles” la continuidad insostenible de las ayudas.

Aun así,  a Colombia no le fue tan mal y la economía empieza a repuntar, pero el país, que meses atrás le reconocía al presidente su esfuerzo, está fracturado políticamente por el ataque sistemático de la oposición: Cepeda, el partido Farc y el centro-santismo, en lugar de unir durante la crisis, se dedicaron a bombardear a Duque, y ahora arrecian sus ataques, incitando a la lucha de clases y la protesta callejera, permitida pero aún peligrosa.

Se acerca otra oscura Navidad y, también, las elecciones. Claudia, impedida, con ansias de sucesión apoya al candidato verde, mientras Petro se lanza, pero a la calle primero, con sus huestes de la CUT y Fecode, para acogotar al Gobierno y a Claudia, y deslegitimar toda opción que no sea la suya: el socialismo bolivariano salvador.

Volvamos a 2020. Esto no puede suceder. Con una economía golpeada y un país  convaleciente, la recuperación no puede quedar en manos de la izquierda aliada de Maduro. Debemos cambiar la realidad hoy: apoyo decidido a Iván Duque en sus decisiones para preservar la salud y reactivar la economía, y rechazo a quienes siembran inconformidad para erigirse en salvadores con promesas populistas.

Como en la batalla contra el coronavirus: el futuro está en nuestras manos.