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Columnista - 11 junio, 2012

Colmenares

MISCELÁNEA Por Luis Augusto González Pimienta Tomar la decisión de comentar el caso de Luis Andrés Colmenares no me ha resultado fácil. Pudo más la inconformidad que es común a millones de colombianos que el fundado temor de perder objetividad por la perturbación de ánimo que el asunto provoca. Ha habido suficiente ilustración sobre el […]

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MISCELÁNEA

Por Luis Augusto González Pimienta

Tomar la decisión de comentar el caso de Luis Andrés Colmenares no me ha resultado fácil. Pudo más la inconformidad que es común a millones de colombianos que el fundado temor de perder objetividad por la perturbación de ánimo que el asunto provoca.

Ha habido suficiente ilustración sobre el mortal suceso ocurrido en Bogotá hace ya casi dos años, por lo que no es preciso retomar los hechos.

Como premisa mayor expreso mi simpatía por los familiares del occiso. Su procedencia villanuevera, tan cara a nuestros afectos, es de suyo factor determinante de la atracción por su causa. Pero además, la grandeza de espíritu de la madre, mostradora de una clase innata, y la consagración sin respiros y con inteligencia del padre a la búsqueda de los responsables, aunada a una contención verbal digna de encomio, dadas las circunstancias, son soportes de esa inclinación.

En los tiempos que corren está de moda hablar del fenómeno de la polarización, en el sentido de orientar hacia dos direcciones contrapuestas. Ese fenómeno se está presentando en el caso Colmenares. Con solo observar con detenimiento las informaciones que se dan por la televisión, la radio o los medios escritos, se establece la tendencia de cada comunicador. Por ejemplo: RCN TV informó que la madre y demás familiares de Carlos Cárdenas, uno de los presuntos homicidas de Luis Andrés, no pudieron visitar el viernes a su pariente en la cárcel porque las visitas son los domingos y con permiso judicial. El mismo día Caracol TV da la noticia así: “continúa el drama” de la familia Cárdenas porque hoy (viernes) no les permitieron el ingreso a la cárcel de La Picota. Obsérvese el sesgo de la noticia. Un drama porque no pudieron entrar el día en que por reglamento nadie puede hacerlo.

Aparte de lo anterior, surgen algunas inquietudes respecto del manejo informativo de lo sucedido. Así, el reconocido poder investigativo de nuestra prensa y la disponibilidad de recursos para hacerlo se han tropezado con una pared infranqueable. Nadie, hasta el momento en que esto escribo, ha podido o ha querido mostrar el rostro del padre de Carlos Cárdenas. Siempre da la cara la madre. Esto no ocurre con la familia Colmenares. ¿Qué hay detrás de esta desinformación?

En cambio, hay una duda que asalta a muchos profanos del derecho penal como yo. ¿Qué tanta protección tiene el testigo clave de la Fiscalía si ya conocemos su nombre, su rostro, su edad y su lugar de nacimiento? ¿Es ésa la manera de proteger a un testigo? ¿Por qué con el testigo no hay el mismo hermetismo que con el padre del principal sospechoso?

Se nos ha presentado a Carlos Cárdenas como perteneciente a una familia económicamente poderosa. Sin embargo su lugar de residencia (el barrio Quinta Paredes de Bogotá) dista mucho de ser de estrato seis. A lo sumo será estrato 3. ¿Es acaso un indicativo de que los Cárdenas quieren manejar un bajo perfil? ¿Marido y mujer no conviven, y la madre tiene restricciones económicas? ¿Cuál es la verdad?

Sin hesitación ninguna todos deseamos que se haga justicia. Eso no devolverá a la vida a Luis Andrés pero aminorará la pena de sus deudos. Distinto es que se pida el linchamiento de quien por ahora figura como principal responsable de su muerte. Es menester esperar el resultado del proceso judicial y no ofuscarse exigiendo una condena prejuiciada.

Columnista
11 junio, 2012

Colmenares

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Augusto González Pimienta

MISCELÁNEA Por Luis Augusto González Pimienta Tomar la decisión de comentar el caso de Luis Andrés Colmenares no me ha resultado fácil. Pudo más la inconformidad que es común a millones de colombianos que el fundado temor de perder objetividad por la perturbación de ánimo que el asunto provoca. Ha habido suficiente ilustración sobre el […]


MISCELÁNEA

Por Luis Augusto González Pimienta

Tomar la decisión de comentar el caso de Luis Andrés Colmenares no me ha resultado fácil. Pudo más la inconformidad que es común a millones de colombianos que el fundado temor de perder objetividad por la perturbación de ánimo que el asunto provoca.

Ha habido suficiente ilustración sobre el mortal suceso ocurrido en Bogotá hace ya casi dos años, por lo que no es preciso retomar los hechos.

Como premisa mayor expreso mi simpatía por los familiares del occiso. Su procedencia villanuevera, tan cara a nuestros afectos, es de suyo factor determinante de la atracción por su causa. Pero además, la grandeza de espíritu de la madre, mostradora de una clase innata, y la consagración sin respiros y con inteligencia del padre a la búsqueda de los responsables, aunada a una contención verbal digna de encomio, dadas las circunstancias, son soportes de esa inclinación.

En los tiempos que corren está de moda hablar del fenómeno de la polarización, en el sentido de orientar hacia dos direcciones contrapuestas. Ese fenómeno se está presentando en el caso Colmenares. Con solo observar con detenimiento las informaciones que se dan por la televisión, la radio o los medios escritos, se establece la tendencia de cada comunicador. Por ejemplo: RCN TV informó que la madre y demás familiares de Carlos Cárdenas, uno de los presuntos homicidas de Luis Andrés, no pudieron visitar el viernes a su pariente en la cárcel porque las visitas son los domingos y con permiso judicial. El mismo día Caracol TV da la noticia así: “continúa el drama” de la familia Cárdenas porque hoy (viernes) no les permitieron el ingreso a la cárcel de La Picota. Obsérvese el sesgo de la noticia. Un drama porque no pudieron entrar el día en que por reglamento nadie puede hacerlo.

Aparte de lo anterior, surgen algunas inquietudes respecto del manejo informativo de lo sucedido. Así, el reconocido poder investigativo de nuestra prensa y la disponibilidad de recursos para hacerlo se han tropezado con una pared infranqueable. Nadie, hasta el momento en que esto escribo, ha podido o ha querido mostrar el rostro del padre de Carlos Cárdenas. Siempre da la cara la madre. Esto no ocurre con la familia Colmenares. ¿Qué hay detrás de esta desinformación?

En cambio, hay una duda que asalta a muchos profanos del derecho penal como yo. ¿Qué tanta protección tiene el testigo clave de la Fiscalía si ya conocemos su nombre, su rostro, su edad y su lugar de nacimiento? ¿Es ésa la manera de proteger a un testigo? ¿Por qué con el testigo no hay el mismo hermetismo que con el padre del principal sospechoso?

Se nos ha presentado a Carlos Cárdenas como perteneciente a una familia económicamente poderosa. Sin embargo su lugar de residencia (el barrio Quinta Paredes de Bogotá) dista mucho de ser de estrato seis. A lo sumo será estrato 3. ¿Es acaso un indicativo de que los Cárdenas quieren manejar un bajo perfil? ¿Marido y mujer no conviven, y la madre tiene restricciones económicas? ¿Cuál es la verdad?

Sin hesitación ninguna todos deseamos que se haga justicia. Eso no devolverá a la vida a Luis Andrés pero aminorará la pena de sus deudos. Distinto es que se pida el linchamiento de quien por ahora figura como principal responsable de su muerte. Es menester esperar el resultado del proceso judicial y no ofuscarse exigiendo una condena prejuiciada.