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Columnista - 28 marzo, 2025

Coherencia

Una de las grandes preocupaciones que me han acompañado a lo largo de mi vida es honrar la coherencia. Coherencia en todo el sentido de la palabra.

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Una de las grandes preocupaciones que me han acompañado a lo largo de mi vida es honrar la coherencia. Coherencia en todo el sentido de la palabra. Coherencia entre lo que se dice y se hace, entre lo que se piensa y se dice, entre lo que se cree, se dice y se piensa y cómo se vive. Coherencia entre lo que uno es y lo que uno les transmite a las demás personas. Coherencia.

En política el tema no puede ser diferente. Uno tiene unas creencias, comparte unas posiciones y ataca otras y todo eso, debe estar alineado con la vida que uno tiene, con la vida que uno lleva. Me explico. Uno no puede despotricar contra los Estados Unidos, manejar un discurso antiyanqui, referirse a él como “el imperio”, pero ir de vacaciones a Orlando. Disney no puede ser el destino lógico de alguien que piensa así. O, en la misma línea, usar Levi´s o Nike, porque es que no se entiende. No puede ser uno de izquierda y evadir impuestos, no puede ser uno de izquierda y vivir en la opulencia; esa platica hay que entregarla al sistema, a ese sistema estatal del que uno espera todo. Pero cuando a los jóvenes de izquierda les pagan su primer salario, en muchas oportunidades se da un cambio extremo: se deja de pensar en el bienestar del colectivo y aparece una extraña preocupación por el bienestar personal. Esa platica deja de tener un destino social, ya no interesa repartirla entre los más necesitados, sino que, como producto de mi trabajo, es sólo para mí. Es bien curioso. 

En varias personas conocidas, que han sido cercanas en diferentes momentos de mi vida, he podido percibir esa incoherencia a la que le temo profundamente. Y como educador, siempre estoy evaluando si lo que estoy diciendo y haciendo es coherente con lo que pienso, con lo que considero es el deber ser. Ser de izquierda y vivir en una mansión, tener la nevera repleta y moverse en vehículos de alta gama, es un contrasentido. Debería vender todo eso, entregarlo al Estado y confiar en su capacidad de redistribuir esa riqueza “que debe permitir que otros vivan mejor”. Debo pagar los impuestos que justamente mi patrimonio genera y debo ser puntual en su pago, no esperarme a que ese Estado del que exijo todo, me beneficie con una amnistía que me permita pagar menos que aquellos que sí lo hicieron puntualmente. Hay que revisar todo esto, todo lo que representa el ideario de izquierda y ser consecuente con eso, si es el camino que elegí.

En lo personal, habiendo conocido tantos países del mundo, de 4 continentes, destinos como Cuba o China no han sido pisados por mis pies. No es de mi interés, aborreciendo al comunismo y a todo lo que se relaciona con él, dejar mi platica para financiar la existencia de esos regímenes. Me niego a ir y punto, no me interesa, no lo haré. De la misma manera, si no fuese sionista, si no estuviera de acuerdo con la existencia y defensa del Estado de Israel, no lo habría visitado. Y como occidental, de derecha, capitalista, viajo sólo a los países donde se vive de acuerdo con esos valores. Sé lo que están pensando, no comprar chino es prácticamente imposible, estoy plenamente consciente de ello. Pero me preocupo por no comprar marcas chinas, por allá en el 2006 no vi transmisiones de los Juegos Olímpicos de Pekín, ni adquiero productos en plataformas como Temu. ¡Me niego! No me interesa apoyar el maltrato infantil ni su explotación, como sucede en la patria de Mao. Que son inteligentes, lo son. Se declaran comunistas hacia adentro y son un país inmensamente rico, gracias al capitalismo con el que se relacionan hacia afuera; adentro combaten la democracia y el liberalismo económico, pero la globalización les permite vivir de aquello de lo que denigran.

Coherencia, pedimos coherencia. Por ejemplo, no votaríamos por un Germán Vargas Lleras, que se muestra de derecha, pero fue vicepresidente de ya saben quién, del gobierno del mal llamado proceso de paz con las FARC, aquel que sentó las bases para que hoy, nos gobierne un guerrillero. 

He vivido una buena vida, recompensada, si el recuerdo que dejo entre quienes me conocen y leen, es el de la coherencia.

Por: Jorge Eduardo Ávila.

Columnista
28 marzo, 2025

Coherencia

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Jorge Eduardo Ávila

Una de las grandes preocupaciones que me han acompañado a lo largo de mi vida es honrar la coherencia. Coherencia en todo el sentido de la palabra.


Una de las grandes preocupaciones que me han acompañado a lo largo de mi vida es honrar la coherencia. Coherencia en todo el sentido de la palabra. Coherencia entre lo que se dice y se hace, entre lo que se piensa y se dice, entre lo que se cree, se dice y se piensa y cómo se vive. Coherencia entre lo que uno es y lo que uno les transmite a las demás personas. Coherencia.

En política el tema no puede ser diferente. Uno tiene unas creencias, comparte unas posiciones y ataca otras y todo eso, debe estar alineado con la vida que uno tiene, con la vida que uno lleva. Me explico. Uno no puede despotricar contra los Estados Unidos, manejar un discurso antiyanqui, referirse a él como “el imperio”, pero ir de vacaciones a Orlando. Disney no puede ser el destino lógico de alguien que piensa así. O, en la misma línea, usar Levi´s o Nike, porque es que no se entiende. No puede ser uno de izquierda y evadir impuestos, no puede ser uno de izquierda y vivir en la opulencia; esa platica hay que entregarla al sistema, a ese sistema estatal del que uno espera todo. Pero cuando a los jóvenes de izquierda les pagan su primer salario, en muchas oportunidades se da un cambio extremo: se deja de pensar en el bienestar del colectivo y aparece una extraña preocupación por el bienestar personal. Esa platica deja de tener un destino social, ya no interesa repartirla entre los más necesitados, sino que, como producto de mi trabajo, es sólo para mí. Es bien curioso. 

En varias personas conocidas, que han sido cercanas en diferentes momentos de mi vida, he podido percibir esa incoherencia a la que le temo profundamente. Y como educador, siempre estoy evaluando si lo que estoy diciendo y haciendo es coherente con lo que pienso, con lo que considero es el deber ser. Ser de izquierda y vivir en una mansión, tener la nevera repleta y moverse en vehículos de alta gama, es un contrasentido. Debería vender todo eso, entregarlo al Estado y confiar en su capacidad de redistribuir esa riqueza “que debe permitir que otros vivan mejor”. Debo pagar los impuestos que justamente mi patrimonio genera y debo ser puntual en su pago, no esperarme a que ese Estado del que exijo todo, me beneficie con una amnistía que me permita pagar menos que aquellos que sí lo hicieron puntualmente. Hay que revisar todo esto, todo lo que representa el ideario de izquierda y ser consecuente con eso, si es el camino que elegí.

En lo personal, habiendo conocido tantos países del mundo, de 4 continentes, destinos como Cuba o China no han sido pisados por mis pies. No es de mi interés, aborreciendo al comunismo y a todo lo que se relaciona con él, dejar mi platica para financiar la existencia de esos regímenes. Me niego a ir y punto, no me interesa, no lo haré. De la misma manera, si no fuese sionista, si no estuviera de acuerdo con la existencia y defensa del Estado de Israel, no lo habría visitado. Y como occidental, de derecha, capitalista, viajo sólo a los países donde se vive de acuerdo con esos valores. Sé lo que están pensando, no comprar chino es prácticamente imposible, estoy plenamente consciente de ello. Pero me preocupo por no comprar marcas chinas, por allá en el 2006 no vi transmisiones de los Juegos Olímpicos de Pekín, ni adquiero productos en plataformas como Temu. ¡Me niego! No me interesa apoyar el maltrato infantil ni su explotación, como sucede en la patria de Mao. Que son inteligentes, lo son. Se declaran comunistas hacia adentro y son un país inmensamente rico, gracias al capitalismo con el que se relacionan hacia afuera; adentro combaten la democracia y el liberalismo económico, pero la globalización les permite vivir de aquello de lo que denigran.

Coherencia, pedimos coherencia. Por ejemplo, no votaríamos por un Germán Vargas Lleras, que se muestra de derecha, pero fue vicepresidente de ya saben quién, del gobierno del mal llamado proceso de paz con las FARC, aquel que sentó las bases para que hoy, nos gobierne un guerrillero. 

He vivido una buena vida, recompensada, si el recuerdo que dejo entre quienes me conocen y leen, es el de la coherencia.

Por: Jorge Eduardo Ávila.