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Columnista - 6 julio, 2017

Codazzi y su contaminación ambiental

En este caso reiterar no sobra en la medida en que en otra ocasión hemos tocado el tema sobre la contaminación que se dio en el municipio de Codazzi –Cesar- y su entorno, pero además decir que un hijo de allí como lo es el doctor Luis Armando Castro, como agrónomo y entomólogo, es la […]

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En este caso reiterar no sobra en la medida en que en otra ocasión hemos tocado el tema sobre la contaminación que se dio en el municipio de Codazzi –Cesar- y su entorno, pero además decir que un hijo de allí como lo es el doctor Luis Armando Castro, como agrónomo y entomólogo, es la persona que más conoce de este grave problema porque lo ha vivido y estudiado y aunque han pasado muchos años las condiciones sistémicas y residuales de esa contaminación aún persisten.

Pensar que en la época del boom (éxito o popularidad) del algodón, usar telas o vestimentas hechas con algodón de Codazzi era un privilegio, pero vaya a ver las lesiones enormes que nos dejó este cultivo tanto ambiental como social, en la salud y lo económico, es decir, solo quedan las ruinas de esa bonanza algodonera que sustituyó la ganadería de los años 40 y 50.

En la zona de Codazzi se llegaron a sembrar aproximadamente 100 mil hectáreas y esta actividad era el mayor empleador de entonces y se ganaban muchos millones, pero así como la bonanza marimbera, se gastaba en carros último modelo, viajes al exterior, extravagantes parrandas ropas y otras trivialidades, y los hijos de los algodoneros estudiaban en el exterior (Estados Unidos y Europa).

Después de esta bonanza llegó la marimbera con sus deletéreas consecuencias en la destrucción de la Serranía de Perijá y obviamente su contribución funesta en lo social y lo económico.

Después del anterior introito, en especial con este escrito queremos referirnos a los efectos desastrosos surtidos al ecosistema, ya que allí se dio una tala indiscriminada de árboles, en donde desaparecieron invaluables especies de flora y fauna, pero además, los suelos se esterilizaron hasta lograr cierto proceso de desertificación de los mismos, haciendo difícil su recuperación, si no se establecen estrategias integrales para ello.

Después de todo este proceso de contaminación y destrucción de este valle fértil, encontramos que algunas preclaras o inteligentes memorias procedieron a realizar un entierro o basurero toxico, es decir, enterramiento de los peores venenos como DDT, arseniato de plomo, toxafeno, metil parathion, gusation, thiodan, en 70 canecas a tres metros bajo tierra y el sitio donde están ubicadas estas preciosas joyas se construyó el Instituto Técnico Agropecuario Antonio Galo Lafaurie en la cabecera municipal de Codazzi.

Esta situación de Codazzi con sus antecedentes ha sido calificada por algunos medios como “La maldición del oro blanco”. En el pasado fue identificada como la capital algodonera de Colombia, pero también resultó ser uno de los municipios junto con El Espinal en el Tolima con más alta incidencia de cáncer en el país.

Aquí nacieron niños sin cerebro, animales con diversas deformaciones, no es en vano que una región donde se aplicó tanto veneno por aire y tierra en sus diferentes épocas algodoneras, tenga esas nocivas consecuencias.

Se comenta por conocedores de esta situación que desde 1963 se enterraban plaguicidas en Codazzi por parte de la Federación Nacional de Algodoneros, se estima que el país no tiene idea de la cantidad de agroquímicos y plaguicidas aplicado en Codazzi y su entorno. Esperamos que las autoridades tanto municipales como ambientales nacionales hagan sus gestiones para liberar a este prospero municipio de ese entierro mortal que aún persiste allí y que permanente se filtra hacia las aguas subterráneas

NOTA: Felicitaciones a los sobresalientes profesionales de Codazzi por su gestión como asociación (Aprocoda) para abordar tema de especial interés para su municipio, que deben servir de ejemplo a los profesionales de los otros municipios del Cesar.

Por Hernán Maestre Martínez

 

Columnista
6 julio, 2017

Codazzi y su contaminación ambiental

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Hernán Maestre Martínez

En este caso reiterar no sobra en la medida en que en otra ocasión hemos tocado el tema sobre la contaminación que se dio en el municipio de Codazzi –Cesar- y su entorno, pero además decir que un hijo de allí como lo es el doctor Luis Armando Castro, como agrónomo y entomólogo, es la […]


En este caso reiterar no sobra en la medida en que en otra ocasión hemos tocado el tema sobre la contaminación que se dio en el municipio de Codazzi –Cesar- y su entorno, pero además decir que un hijo de allí como lo es el doctor Luis Armando Castro, como agrónomo y entomólogo, es la persona que más conoce de este grave problema porque lo ha vivido y estudiado y aunque han pasado muchos años las condiciones sistémicas y residuales de esa contaminación aún persisten.

Pensar que en la época del boom (éxito o popularidad) del algodón, usar telas o vestimentas hechas con algodón de Codazzi era un privilegio, pero vaya a ver las lesiones enormes que nos dejó este cultivo tanto ambiental como social, en la salud y lo económico, es decir, solo quedan las ruinas de esa bonanza algodonera que sustituyó la ganadería de los años 40 y 50.

En la zona de Codazzi se llegaron a sembrar aproximadamente 100 mil hectáreas y esta actividad era el mayor empleador de entonces y se ganaban muchos millones, pero así como la bonanza marimbera, se gastaba en carros último modelo, viajes al exterior, extravagantes parrandas ropas y otras trivialidades, y los hijos de los algodoneros estudiaban en el exterior (Estados Unidos y Europa).

Después de esta bonanza llegó la marimbera con sus deletéreas consecuencias en la destrucción de la Serranía de Perijá y obviamente su contribución funesta en lo social y lo económico.

Después del anterior introito, en especial con este escrito queremos referirnos a los efectos desastrosos surtidos al ecosistema, ya que allí se dio una tala indiscriminada de árboles, en donde desaparecieron invaluables especies de flora y fauna, pero además, los suelos se esterilizaron hasta lograr cierto proceso de desertificación de los mismos, haciendo difícil su recuperación, si no se establecen estrategias integrales para ello.

Después de todo este proceso de contaminación y destrucción de este valle fértil, encontramos que algunas preclaras o inteligentes memorias procedieron a realizar un entierro o basurero toxico, es decir, enterramiento de los peores venenos como DDT, arseniato de plomo, toxafeno, metil parathion, gusation, thiodan, en 70 canecas a tres metros bajo tierra y el sitio donde están ubicadas estas preciosas joyas se construyó el Instituto Técnico Agropecuario Antonio Galo Lafaurie en la cabecera municipal de Codazzi.

Esta situación de Codazzi con sus antecedentes ha sido calificada por algunos medios como “La maldición del oro blanco”. En el pasado fue identificada como la capital algodonera de Colombia, pero también resultó ser uno de los municipios junto con El Espinal en el Tolima con más alta incidencia de cáncer en el país.

Aquí nacieron niños sin cerebro, animales con diversas deformaciones, no es en vano que una región donde se aplicó tanto veneno por aire y tierra en sus diferentes épocas algodoneras, tenga esas nocivas consecuencias.

Se comenta por conocedores de esta situación que desde 1963 se enterraban plaguicidas en Codazzi por parte de la Federación Nacional de Algodoneros, se estima que el país no tiene idea de la cantidad de agroquímicos y plaguicidas aplicado en Codazzi y su entorno. Esperamos que las autoridades tanto municipales como ambientales nacionales hagan sus gestiones para liberar a este prospero municipio de ese entierro mortal que aún persiste allí y que permanente se filtra hacia las aguas subterráneas

NOTA: Felicitaciones a los sobresalientes profesionales de Codazzi por su gestión como asociación (Aprocoda) para abordar tema de especial interés para su municipio, que deben servir de ejemplo a los profesionales de los otros municipios del Cesar.

Por Hernán Maestre Martínez