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Columnista - 17 abril, 2016

Ciudadano VIP y desigualdad

Mal haría con negar que el mundo ha hecho progresos en cuanto a reducir la pobreza y mejorar la salud, la educación y las condiciones de vida de millones de personas. Sin embargo, estos beneficios no se han distribuido equitativamente y siguen existiendo profundas disparidades en el desarrollo humano, las cifras saltan a la vista, […]

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Mal haría con negar que el mundo ha hecho progresos en cuanto a reducir la pobreza y mejorar la salud, la educación y las condiciones de vida de millones de personas. Sin embargo, estos beneficios no se han distribuido equitativamente y siguen existiendo profundas disparidades en el desarrollo humano, las cifras saltan a la vista, comparen los informes de desarrollo humano publicados por el banco mundial y lo evidenciarán.

Colombia ha avanzado, las recientes mediciones del indicador de pobreza multidimensional así lo evidencian, sin embargo al compararse de manera intra-departamental y municipal, vemos como las brechas no se ha podido cerrar y parecieran cada vez más abiertas, puede ser una cuestión de percepción personal. No hay que ser erudito en el tema para ver y sentir las brechas, noticias como estas hablan por sí solas: muerte de niños, madres y ancianos por desnutrición, la falta de calidad en los servicios públicos vitales (agua, salud y educación). Un niño de cinco años nacido en un hogar de bajos ingresos en Colombia mide, en promedio, cinco centímetros menos que un niño nacido en un hogar de altos ingresos. Para tener un mejor servicio se requiere estar más cerca del centro (lejos de la periferia) y a medida que aumenta el poder adquisitivo mayor probabilidad hay de tener calidad.

Los altos niveles de desigualdad están relacionados con la posibilidad de una influencia política por parte de las elites que defienden sus intereses bloqueando toda reforma igualitaria. El problema de la desigualdad no es sólo que obstruye la búsqueda de objetivos colectivos y el bien común; también erige barreras estructurales para el desarrollo, por ejemplo, sistemas tributarios inequitativos, cartelización de todo servicio y productos (caso de los cuadernos, papel higiénico, azúcar, Saludcoop, etc).

Vivimos en una sociedad tendiente al VIP, donde muchos enfrentamos formas diferentes y simultáneas de discriminación, y el grado de exclusión es el resultado de la interacción entre nosotros mismos. Una combinación de desigualdades verticales y horizontales puede generar una exclusión y una marginalización extremas, que a su vez perpetúan la pobreza y la desigualdad intergeneracional.

Algunos optimistas plantean que el mundo es cada vez más consciente de los efectos perniciosos de la desigualdad en la democracia, el crecimiento económico, la paz, la justicia y el desarrollo humano. Yo en realidad con todo lo que sucede en el país, estoy a punto de erosionar mi optimismo, me pregunto ¿cómo sociedad estamos conscientes de ello? También reconozco que opinar sobre esto es más fácil que combatir la desigualdad, pero hay que seguir intentándolo.

Por Carlos Núñez

 

Columnista
17 abril, 2016

Ciudadano VIP y desigualdad

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El Pilón

Mal haría con negar que el mundo ha hecho progresos en cuanto a reducir la pobreza y mejorar la salud, la educación y las condiciones de vida de millones de personas. Sin embargo, estos beneficios no se han distribuido equitativamente y siguen existiendo profundas disparidades en el desarrollo humano, las cifras saltan a la vista, […]


Mal haría con negar que el mundo ha hecho progresos en cuanto a reducir la pobreza y mejorar la salud, la educación y las condiciones de vida de millones de personas. Sin embargo, estos beneficios no se han distribuido equitativamente y siguen existiendo profundas disparidades en el desarrollo humano, las cifras saltan a la vista, comparen los informes de desarrollo humano publicados por el banco mundial y lo evidenciarán.

Colombia ha avanzado, las recientes mediciones del indicador de pobreza multidimensional así lo evidencian, sin embargo al compararse de manera intra-departamental y municipal, vemos como las brechas no se ha podido cerrar y parecieran cada vez más abiertas, puede ser una cuestión de percepción personal. No hay que ser erudito en el tema para ver y sentir las brechas, noticias como estas hablan por sí solas: muerte de niños, madres y ancianos por desnutrición, la falta de calidad en los servicios públicos vitales (agua, salud y educación). Un niño de cinco años nacido en un hogar de bajos ingresos en Colombia mide, en promedio, cinco centímetros menos que un niño nacido en un hogar de altos ingresos. Para tener un mejor servicio se requiere estar más cerca del centro (lejos de la periferia) y a medida que aumenta el poder adquisitivo mayor probabilidad hay de tener calidad.

Los altos niveles de desigualdad están relacionados con la posibilidad de una influencia política por parte de las elites que defienden sus intereses bloqueando toda reforma igualitaria. El problema de la desigualdad no es sólo que obstruye la búsqueda de objetivos colectivos y el bien común; también erige barreras estructurales para el desarrollo, por ejemplo, sistemas tributarios inequitativos, cartelización de todo servicio y productos (caso de los cuadernos, papel higiénico, azúcar, Saludcoop, etc).

Vivimos en una sociedad tendiente al VIP, donde muchos enfrentamos formas diferentes y simultáneas de discriminación, y el grado de exclusión es el resultado de la interacción entre nosotros mismos. Una combinación de desigualdades verticales y horizontales puede generar una exclusión y una marginalización extremas, que a su vez perpetúan la pobreza y la desigualdad intergeneracional.

Algunos optimistas plantean que el mundo es cada vez más consciente de los efectos perniciosos de la desigualdad en la democracia, el crecimiento económico, la paz, la justicia y el desarrollo humano. Yo en realidad con todo lo que sucede en el país, estoy a punto de erosionar mi optimismo, me pregunto ¿cómo sociedad estamos conscientes de ello? También reconozco que opinar sobre esto es más fácil que combatir la desigualdad, pero hay que seguir intentándolo.

Por Carlos Núñez