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General - 30 diciembre, 2014

Ciriaca, una vida en tres siglos

La historia de la mujer que nació en la última década del siglo 19, vivió todo el siglo 20 y murió en la segunda década del siglo 21.

Ciriaca María Zapata de Molina. EL PILÓN / Archivo.
Ciriaca María Zapata de Molina. EL PILÓN / Archivo.
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El 23 de septiembre de 1898 nació, en el corregimiento Los Tupes, jurisdicción del municipio de San Diego, Cesar, Ciriaca María Zapata, la mujer que hasta ayer fue la más anciana de Colombia con 116 años.
 
Allí en su tierra natal vivió un siglo, fue una ama de casa, que la mayor parte de su vida se dedicó a las labores del campo en Los Tupes, llamado así porque era un asentamiento  de los indios del mismo nombre, que aún en el siglo XVIII tenían en la región presencia viva y dinámica, pasó a ser emporio de la agricultura y la ganadería.

En ese pequeño terruño, hace noventa años se casó con José de Jesús Molina y fruto de ese amor tuvo 11 hijos, que le dejaron 98 nietos, 142 bisnietos, 84 tataranietos y más de 10 choznos.

“A él le gustaba bailar, tomar. Era un hombre de color y bajito”, así describió, tímidamente, a su primero y único amor, en entrevista concedida a EL PILÓN en su cumpleaños 115, festejado a ritmo de vallenatos, que le evocaron las parrandas de su tierra natal.

Hace 44 años perdió al amor de su vida. En 1970, quedó viuda pero siempre vigorosa y saludable se mantuvo como la matriarca de Los Tupes hasta el año 1999, cuando por cuestión de los primeros achaques de las vejez, sus hijos decidieron trasladarla a Valledupar, para tenerla más cerca de los médicos especialistas y del resto de la familia que migró a la ciudad.

Salud envidiable 

Mientras la esperanza de vida en Colombia es de 73 años, esta sandiegana, como pocos en el mundo, compartió con cinco generaciones  de su familia. 

Lo más sorprendente es que, pese a su avanzada edad y al dolor de ver morir a varios sus familiares y amigos de juventud, ella gozó de buena salud. 

“Mi mamá no sufre de nada, todos los meses la llevo al médico y me dice que no tiene nada porque está bien de presión, de colesterol, come bien, duerme bien y no tiene dolencia en ninguna parte del cuerpo”, contó durante una de las celebraciones de cumpleaños, Himelda Molina, una de sus hijas menores.
 
Sin embargo, de tanto ver el pasar del tiempo, al cumplir un siglo y una década y media, la vista se le fue esfumando, sus últimos años caminó en la penumbra que la acompañaba en sus recorridos por la casa del barrio Gaitán, donde vivió desde hacía 15 años, con una  hija, cuatro, nietos y una bisnieta. 

Quienes a diario la veían sentada en su mecedora de mimbre, se sorprendían aún más al verla levantarse  y caminar con el apoyo de sus familiares, que la cuidaron como la reliquia más preciosa que podían tener. 

Aunque era de pocas palabras, mientras peinaba su cabellera plateada, cuando se sentía en confianza, compartía experiencias de sus años mozos, en los que comía conejo, morrocoyo y otros animales de monte, que al parecer fueron la clave para su buena salud. 

Así lo confirmó, el médico Fredy Molina, al explicar que pocas personas tienen la dicha de tener la longevidad de su abuela Ciriaca, porque “con el estrés que se vive hoy en día, la inseguridad, la mala alimentación que hay y la contaminación ambiental que repercute en contra de la vida misma, la gente no vive tanto”.

Ayer, la matriarca de Los Tupes volvió a la tierra que la vio nacer, en un cortejo fúnebre que le dio el último adiós a la mujer que tuvo una vida en tres siglos.
Destacado
Ciriaca tuvo una muerte súbita, según indicaron familiares, fue un sueño del cual no despertó y en ellos queda el recuerdo de sus enseñanzas y sus consejos.

Por Martín Elías Mendoza / EL PILÓN

General
30 diciembre, 2014

Ciriaca, una vida en tres siglos

La historia de la mujer que nació en la última década del siglo 19, vivió todo el siglo 20 y murió en la segunda década del siglo 21.


Ciriaca María Zapata de Molina. EL PILÓN / Archivo.
Ciriaca María Zapata de Molina. EL PILÓN / Archivo.
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El 23 de septiembre de 1898 nació, en el corregimiento Los Tupes, jurisdicción del municipio de San Diego, Cesar, Ciriaca María Zapata, la mujer que hasta ayer fue la más anciana de Colombia con 116 años.
 
Allí en su tierra natal vivió un siglo, fue una ama de casa, que la mayor parte de su vida se dedicó a las labores del campo en Los Tupes, llamado así porque era un asentamiento  de los indios del mismo nombre, que aún en el siglo XVIII tenían en la región presencia viva y dinámica, pasó a ser emporio de la agricultura y la ganadería.

En ese pequeño terruño, hace noventa años se casó con José de Jesús Molina y fruto de ese amor tuvo 11 hijos, que le dejaron 98 nietos, 142 bisnietos, 84 tataranietos y más de 10 choznos.

“A él le gustaba bailar, tomar. Era un hombre de color y bajito”, así describió, tímidamente, a su primero y único amor, en entrevista concedida a EL PILÓN en su cumpleaños 115, festejado a ritmo de vallenatos, que le evocaron las parrandas de su tierra natal.

Hace 44 años perdió al amor de su vida. En 1970, quedó viuda pero siempre vigorosa y saludable se mantuvo como la matriarca de Los Tupes hasta el año 1999, cuando por cuestión de los primeros achaques de las vejez, sus hijos decidieron trasladarla a Valledupar, para tenerla más cerca de los médicos especialistas y del resto de la familia que migró a la ciudad.

Salud envidiable 

Mientras la esperanza de vida en Colombia es de 73 años, esta sandiegana, como pocos en el mundo, compartió con cinco generaciones  de su familia. 

Lo más sorprendente es que, pese a su avanzada edad y al dolor de ver morir a varios sus familiares y amigos de juventud, ella gozó de buena salud. 

“Mi mamá no sufre de nada, todos los meses la llevo al médico y me dice que no tiene nada porque está bien de presión, de colesterol, come bien, duerme bien y no tiene dolencia en ninguna parte del cuerpo”, contó durante una de las celebraciones de cumpleaños, Himelda Molina, una de sus hijas menores.
 
Sin embargo, de tanto ver el pasar del tiempo, al cumplir un siglo y una década y media, la vista se le fue esfumando, sus últimos años caminó en la penumbra que la acompañaba en sus recorridos por la casa del barrio Gaitán, donde vivió desde hacía 15 años, con una  hija, cuatro, nietos y una bisnieta. 

Quienes a diario la veían sentada en su mecedora de mimbre, se sorprendían aún más al verla levantarse  y caminar con el apoyo de sus familiares, que la cuidaron como la reliquia más preciosa que podían tener. 

Aunque era de pocas palabras, mientras peinaba su cabellera plateada, cuando se sentía en confianza, compartía experiencias de sus años mozos, en los que comía conejo, morrocoyo y otros animales de monte, que al parecer fueron la clave para su buena salud. 

Así lo confirmó, el médico Fredy Molina, al explicar que pocas personas tienen la dicha de tener la longevidad de su abuela Ciriaca, porque “con el estrés que se vive hoy en día, la inseguridad, la mala alimentación que hay y la contaminación ambiental que repercute en contra de la vida misma, la gente no vive tanto”.

Ayer, la matriarca de Los Tupes volvió a la tierra que la vio nacer, en un cortejo fúnebre que le dio el último adiós a la mujer que tuvo una vida en tres siglos.
Destacado
Ciriaca tuvo una muerte súbita, según indicaron familiares, fue un sueño del cual no despertó y en ellos queda el recuerdo de sus enseñanzas y sus consejos.

Por Martín Elías Mendoza / EL PILÓN