Un nuevo vocablo surge en nuestro dialecto, es una palabra que tiene como sinónimo “interceptar, espiar y husmear”, pero que goza de coloquialidad y convencionalismo, además de un arraigo histórico que permite que sea parte de nosotros, y que incluso ya se conjuga en toda Colombia, “yo chuzo, tu chuzas, él/ella/ustedes chuzan, nosotros chuzamos o […]
Un nuevo vocablo surge en nuestro dialecto, es una palabra que tiene como sinónimo “interceptar, espiar y husmear”, pero que goza de coloquialidad y convencionalismo, además de un arraigo histórico que permite que sea parte de nosotros, y que incluso ya se conjuga en toda Colombia, “yo chuzo, tu chuzas, él/ella/ustedes chuzan, nosotros chuzamos o vosotros chuzáis”, lo único que nos haría falta es la solicitud para que esta se incorpore por la Real Academia Española, como una nueva adaptación de nuestra lengua.
El porqué de iniciar esta columna, con cierta ocurrencia, se debe a que nuevamente se destapa otro caso de espionaje, es por ello que bromear con esta situación, es la forma de manifestar mi inconformidad. La Revista Semana hace pocos días, salió con una portada de escalofrío, denunciando las posibles chuzadas que se estarían perpetrando en un pequeño local en el sector de Galerías en Bogotá, de acuerdo con las investigaciones que se adelantaron, un cuerpo élite de las Fuerzas Militares, se dedicaba a interceptar comunicaciones de altos funcionarios del gobierno Santos y al grupo de negociadores en La Habana, hay enésimas pruebas para una acusación contundente, como documentos y programas para expertos en hacking, encontrados en un establecimiento que ostentaba un gran complejo de seguridad, que pareciese una fortaleza, sin embargo titubeamos en la toma de decisiones y en señalar responsables.
Algo que es preocupante, es la autodeterminación del Ejército, que se intuye de su proceder, pero esto no es nuevo, existe un ejemplo reciente con el DAS, sin importar su dependencia con la Presidencia, se comprobó que estuvo al servicio de las autodefensas y beneficio a narcotraficantes, simplemente por el error de disponer de ese arsenal tecnológico en contra de magistrados, políticos de oposición y miembros de ONG, fue lo que rebosó la copa, provocando su supresión, no obstante, con secretismo se traslada el cometido, a la institución con mayor favorabilidad en el país, pues nadie podría sospechar de nuestras tropas, con una publicidad en medios que la embellecen.
En lo concerniente al relevo de cargos a altos oficiales, por prestarse para esta confabulación, que hasta el momento ha sido cuestionada, son represalias que tienen la intención de desviar, la idea de emancipación de las Fuerzas Militares, que sale a la luz por un chivatazo en una publicación, dejando en vergüenza la seguridad de un mandato, que guarda silencio, a razón de que en los últimos ciclos de conversaciones, se hayan percatado de tal maniobra, es decir que la operación Andrómeda, como fue apodada, cumplió su misión, y es aquí donde viene los interrogantes, ¿Existe o no complot? ¿Quién estaría detrás de esto? ¿Cuál es el propósito? Solamente hay que analizar estas circunstancias, que hoy no las ocultan, y que deberían tener respuesta.
Un nuevo vocablo surge en nuestro dialecto, es una palabra que tiene como sinónimo “interceptar, espiar y husmear”, pero que goza de coloquialidad y convencionalismo, además de un arraigo histórico que permite que sea parte de nosotros, y que incluso ya se conjuga en toda Colombia, “yo chuzo, tu chuzas, él/ella/ustedes chuzan, nosotros chuzamos o […]
Un nuevo vocablo surge en nuestro dialecto, es una palabra que tiene como sinónimo “interceptar, espiar y husmear”, pero que goza de coloquialidad y convencionalismo, además de un arraigo histórico que permite que sea parte de nosotros, y que incluso ya se conjuga en toda Colombia, “yo chuzo, tu chuzas, él/ella/ustedes chuzan, nosotros chuzamos o vosotros chuzáis”, lo único que nos haría falta es la solicitud para que esta se incorpore por la Real Academia Española, como una nueva adaptación de nuestra lengua.
El porqué de iniciar esta columna, con cierta ocurrencia, se debe a que nuevamente se destapa otro caso de espionaje, es por ello que bromear con esta situación, es la forma de manifestar mi inconformidad. La Revista Semana hace pocos días, salió con una portada de escalofrío, denunciando las posibles chuzadas que se estarían perpetrando en un pequeño local en el sector de Galerías en Bogotá, de acuerdo con las investigaciones que se adelantaron, un cuerpo élite de las Fuerzas Militares, se dedicaba a interceptar comunicaciones de altos funcionarios del gobierno Santos y al grupo de negociadores en La Habana, hay enésimas pruebas para una acusación contundente, como documentos y programas para expertos en hacking, encontrados en un establecimiento que ostentaba un gran complejo de seguridad, que pareciese una fortaleza, sin embargo titubeamos en la toma de decisiones y en señalar responsables.
Algo que es preocupante, es la autodeterminación del Ejército, que se intuye de su proceder, pero esto no es nuevo, existe un ejemplo reciente con el DAS, sin importar su dependencia con la Presidencia, se comprobó que estuvo al servicio de las autodefensas y beneficio a narcotraficantes, simplemente por el error de disponer de ese arsenal tecnológico en contra de magistrados, políticos de oposición y miembros de ONG, fue lo que rebosó la copa, provocando su supresión, no obstante, con secretismo se traslada el cometido, a la institución con mayor favorabilidad en el país, pues nadie podría sospechar de nuestras tropas, con una publicidad en medios que la embellecen.
En lo concerniente al relevo de cargos a altos oficiales, por prestarse para esta confabulación, que hasta el momento ha sido cuestionada, son represalias que tienen la intención de desviar, la idea de emancipación de las Fuerzas Militares, que sale a la luz por un chivatazo en una publicación, dejando en vergüenza la seguridad de un mandato, que guarda silencio, a razón de que en los últimos ciclos de conversaciones, se hayan percatado de tal maniobra, es decir que la operación Andrómeda, como fue apodada, cumplió su misión, y es aquí donde viene los interrogantes, ¿Existe o no complot? ¿Quién estaría detrás de esto? ¿Cuál es el propósito? Solamente hay que analizar estas circunstancias, que hoy no las ocultan, y que deberían tener respuesta.