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Columnista - 12 diciembre, 2010

Chupamedias y manyaorejas

P E R I S C O P I O Por: JAIME GNECCO HERNANDEZ Una vez, en la sede porteña del Club Gimnasia y Esgrima en Buenos Aires, un obrero de limpieza, sin querer, ocasionó la descolgada de la pared de un cuadro de Juan Domingo Perón, presidente de los argentinos. El vidrio se rompió […]

P E R I S C O P I O

Por: JAIME GNECCO HERNANDEZ
Una vez, en la sede porteña del Club Gimnasia y Esgrima en Buenos Aires, un obrero de limpieza, sin querer, ocasionó la descolgada de la pared de un cuadro de Juan Domingo Perón, presidente de los argentinos. El vidrio se rompió y la madera del cuadro sufrió relativo daño. La administración ordenó la reparación del cuadro y su colocación en el mismo puesto. Pero alguien de la Junta Directiva intervino en el sentido que esa solución era muy simple y que tratándose de la efigie de Perón, había que hacer algo más complejo y sofisticado.
Convinieron, entonces, hacer una Ceremonia de Desagravio a la persona  del Presidente de la Nación el cual fue invitado al acto con su gabinete y los personajes que quisiera y ellos por su cuenta invitaron a quien quisieron además de la prensa hablada, escrita y televisada para la entronización del nuevo cuadro en los salones del club donde, por lo visto había sido agraviado por una caída fortuita.
Perón, que no tenía un pelo de tonto, que más bien era piola y nada ignorante; que conocía de lejos, de muy lejos, a los “chupamedias” y “manyaorejas”, de todos los pelambres, hizo mutis por el foro, no asistió a la ceremonia y delegó en su nombre a la diputada Delia D. de Parodi, que se las entendía a las maravillas con toda clase de especímenes.
Esta historieta nos viene frecuentemente a la memoria cuando en el país se presenta un caso extremo de lambonería para con un personaje que tiene poder y/o  dinero. Lambonería “pecueca” que las más de las veces causa más daño que beneficio, pero los protagonistas, con tal de congraciarse con su amo, son capaces de cometer cualquier locura o desaguisado para conseguir que éste se sienta reconocido con ellos.
Todos sabemos que el expresidente “U” debe cumplir una cita con la Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos para que, en su calidad opino que de testigo, aclare algo referente a la actuación de la empresa Drummond, en la muerte de unos sindicalistas de la entidad, sacrificados al parecer. Por paramilitares. El ex parece que no quería asistir a la cita, al punto que no quería ser notificado para no verse obligado a concurrir, pero parece que mientras dictaba una clase sobre “democracias perfectas”, un estudiante le tiró el sobre con la notificación, éste tocó su persona y ya quedó comprometido a asistir. Esa es la perfección de las democracias: mínimo esfuerzo, máximo compromiso.
Parece que ya llegó la hora de dar la cara a la Corte del país gringo y el ex está calentando el brazo para lanzar sus rectas y curvas, y se ha llegado a saber que el Embajador de Colombia, señor Silva, nombrado ahí por el ex y antes en el Ministerio de Defensa, se ha permitido dirigir una carta a la Corte pidiéndole le conceda al citante por su calidad de ex, “inmunidad soberana”, cosa que, reconocemos, no sabemos de qué se trata. No será que el Embajador quiso decir impunidad? Pero, por qué soberana? No hay nada qué hacer, lo cierto es que la desesperación, a la hora de pensar, escribir y firmar, suele jugarle a la gente malas pasadas.
El señor Embajador podía haber aprovechado la oportunidad para no introducir las de andar y conseguir ayudas para sus compatriotas que debido a las lluvias lo han perdido todo,no tienen paz ni sosiego, no encuentran un sitio donde afincar sus plantas que esté seco, sus necesidades fisiológicas comprometidas, etc., pero claro, seguro que él allá no se siente Embajador de Colombia sino del ex que lo nombró.
Que sepamos, Jesucristo, que no era culpable de nada sino inocente de todo, se presentó ante Pilatos solo, sin recomendaciones, y como un hombre, completo por los cuatro costados, sin esconder nada, sin pedir clemencia, sin decir mentiras, y sin  nadie que dijera algo bueno de él y menos que invocara su origen divino. Sabido es que todos los hombre comparados con Cristo, perdemos la partida. Con razón, entonces, el súper de pacotilla está pidiendo cacao a las primeras de cambio desnudando su miseria.
Tuvo ocho años para hacer cosas buenas y benéficas y desperdició la mayoría, ahora tiene la oportunidad de decir las verdades, la va a desperdiciar también? Por qué será que la mayoría de los que mandan son atrabiliarios y cuando no mandan se acurrucan y resultan leguleyos pidiendo que les den las oportunidades que le negaron a los demás?. Inmunidad soberana, no,  verdad soberana  sí.
Para pedir clemencia en esa forma, hay que sentirse culpable. De qué? No sé, averígüelo Ordóñez; pero alguien inocente no anda invocando privilegios que no deben existir; es más, me parece contraproducente porque la actitud del Embajador puede poner en guardia y prejuiciados, a los magistrados citantes. Allá también existe aquello de que “quien no la debe, no la teme”. Qui va piano, va sicuro e va lontano, dicen los italianos; quien va despacio, va seguro y llega lejos. Por qué tanto “acelere”?.
Ahora lo que falta es que el pedido no sea cuestión del Embajador sino del gobierno colombiano, que es algo que no puedo creer.” Tú también, hijo mío”?

Columnista
12 diciembre, 2010

Chupamedias y manyaorejas

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Jaime Gnecco Hernandez

P E R I S C O P I O Por: JAIME GNECCO HERNANDEZ Una vez, en la sede porteña del Club Gimnasia y Esgrima en Buenos Aires, un obrero de limpieza, sin querer, ocasionó la descolgada de la pared de un cuadro de Juan Domingo Perón, presidente de los argentinos. El vidrio se rompió […]


P E R I S C O P I O

Por: JAIME GNECCO HERNANDEZ
Una vez, en la sede porteña del Club Gimnasia y Esgrima en Buenos Aires, un obrero de limpieza, sin querer, ocasionó la descolgada de la pared de un cuadro de Juan Domingo Perón, presidente de los argentinos. El vidrio se rompió y la madera del cuadro sufrió relativo daño. La administración ordenó la reparación del cuadro y su colocación en el mismo puesto. Pero alguien de la Junta Directiva intervino en el sentido que esa solución era muy simple y que tratándose de la efigie de Perón, había que hacer algo más complejo y sofisticado.
Convinieron, entonces, hacer una Ceremonia de Desagravio a la persona  del Presidente de la Nación el cual fue invitado al acto con su gabinete y los personajes que quisiera y ellos por su cuenta invitaron a quien quisieron además de la prensa hablada, escrita y televisada para la entronización del nuevo cuadro en los salones del club donde, por lo visto había sido agraviado por una caída fortuita.
Perón, que no tenía un pelo de tonto, que más bien era piola y nada ignorante; que conocía de lejos, de muy lejos, a los “chupamedias” y “manyaorejas”, de todos los pelambres, hizo mutis por el foro, no asistió a la ceremonia y delegó en su nombre a la diputada Delia D. de Parodi, que se las entendía a las maravillas con toda clase de especímenes.
Esta historieta nos viene frecuentemente a la memoria cuando en el país se presenta un caso extremo de lambonería para con un personaje que tiene poder y/o  dinero. Lambonería “pecueca” que las más de las veces causa más daño que beneficio, pero los protagonistas, con tal de congraciarse con su amo, son capaces de cometer cualquier locura o desaguisado para conseguir que éste se sienta reconocido con ellos.
Todos sabemos que el expresidente “U” debe cumplir una cita con la Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos para que, en su calidad opino que de testigo, aclare algo referente a la actuación de la empresa Drummond, en la muerte de unos sindicalistas de la entidad, sacrificados al parecer. Por paramilitares. El ex parece que no quería asistir a la cita, al punto que no quería ser notificado para no verse obligado a concurrir, pero parece que mientras dictaba una clase sobre “democracias perfectas”, un estudiante le tiró el sobre con la notificación, éste tocó su persona y ya quedó comprometido a asistir. Esa es la perfección de las democracias: mínimo esfuerzo, máximo compromiso.
Parece que ya llegó la hora de dar la cara a la Corte del país gringo y el ex está calentando el brazo para lanzar sus rectas y curvas, y se ha llegado a saber que el Embajador de Colombia, señor Silva, nombrado ahí por el ex y antes en el Ministerio de Defensa, se ha permitido dirigir una carta a la Corte pidiéndole le conceda al citante por su calidad de ex, “inmunidad soberana”, cosa que, reconocemos, no sabemos de qué se trata. No será que el Embajador quiso decir impunidad? Pero, por qué soberana? No hay nada qué hacer, lo cierto es que la desesperación, a la hora de pensar, escribir y firmar, suele jugarle a la gente malas pasadas.
El señor Embajador podía haber aprovechado la oportunidad para no introducir las de andar y conseguir ayudas para sus compatriotas que debido a las lluvias lo han perdido todo,no tienen paz ni sosiego, no encuentran un sitio donde afincar sus plantas que esté seco, sus necesidades fisiológicas comprometidas, etc., pero claro, seguro que él allá no se siente Embajador de Colombia sino del ex que lo nombró.
Que sepamos, Jesucristo, que no era culpable de nada sino inocente de todo, se presentó ante Pilatos solo, sin recomendaciones, y como un hombre, completo por los cuatro costados, sin esconder nada, sin pedir clemencia, sin decir mentiras, y sin  nadie que dijera algo bueno de él y menos que invocara su origen divino. Sabido es que todos los hombre comparados con Cristo, perdemos la partida. Con razón, entonces, el súper de pacotilla está pidiendo cacao a las primeras de cambio desnudando su miseria.
Tuvo ocho años para hacer cosas buenas y benéficas y desperdició la mayoría, ahora tiene la oportunidad de decir las verdades, la va a desperdiciar también? Por qué será que la mayoría de los que mandan son atrabiliarios y cuando no mandan se acurrucan y resultan leguleyos pidiendo que les den las oportunidades que le negaron a los demás?. Inmunidad soberana, no,  verdad soberana  sí.
Para pedir clemencia en esa forma, hay que sentirse culpable. De qué? No sé, averígüelo Ordóñez; pero alguien inocente no anda invocando privilegios que no deben existir; es más, me parece contraproducente porque la actitud del Embajador puede poner en guardia y prejuiciados, a los magistrados citantes. Allá también existe aquello de que “quien no la debe, no la teme”. Qui va piano, va sicuro e va lontano, dicen los italianos; quien va despacio, va seguro y llega lejos. Por qué tanto “acelere”?.
Ahora lo que falta es que el pedido no sea cuestión del Embajador sino del gobierno colombiano, que es algo que no puedo creer.” Tú también, hijo mío”?