Christian Moreno Pallares fue asesinado a los 42 años de edad, en la flor de su juventud y espíritu creativo.
Un día como hoy, hace 30 años, fue asesinado en su natal Curumaní el líder Christian Moreno Pallares, quien ese momento aspiraba llegar al Congreso de la República. Su ejemplo de vida se constituye en un legado de innegable trascendencia.
Es posible que muchos jóvenes no recuerden a Cristian Moreno Pallares, ese líder conservador que promovió las banderas de la unión del sur del Cesar en lo que se denominó como el Movimiento de Integración Regional – MIR, que aún sigue dando de qué hablar en la política del departamento.
Nacido en Curumaní, graduado de bachiller en el mítico Liceo Celedón de Santa Marta y con estudios de ingeniería en la universidad INNCA de Bogotá, los cuales no consolidó por su interés prematuro en la actividad electoral, que adelantó desde inicios de los 70 con Jota Emilio Valderrama, el Tigrillo Noriega y otros connotados conservadores.
Logró ser diputado del departamento con el apoyo de Alfonso Campo Soto. Junto a uno de sus mejores amigos, el político y diplomático Aníbal José ‘El Ñego’ Ariza, irrumpieron con mucha emotividad en la política de esa época.
En las convulsionadas décadas de los 70 y 80 no dudó en arroparse en las ideas del partido Conservador, mostrando un talante humanista y destacado perfil progresista que le granjeó la admiración de personas de otras vertientes políticas.
Propuso ideas para el rescate del campo colombiano y fue acérrimo crítico del entonces presidente Cesar Gaviria, a quien le atribuyó la crisis que este sector padecería por la apresurada y desordenada apertura económica de inicios de los 90.
En los incipientes temas mineros que pronto inundarían al departamento en recursos provenientes de las regalías por la explotación minera, quiso anticiparse y gestionó la creación de la Asociación de Municipios Mineros del centro del Cesar, Asomineros, en la que vinculó a su municipio Curumaní por la evidencia de un yacimiento de hierro-magnetita en esa población.
En su paso por la Alcaldía municipal de Curumaní, sus logros fueron evidentes al organizar la incipiente administración pública del municipio; sistematizar la misma y dar inicio a la optimización y expansión de sistema de acueducto y alcantarillado; presencia efectiva en toda la zona corregimental y veredal con la construcción de escuelas con sus respectivas dotaciones; y un punto de alto valor cultural como fue el festival de compositores vallenatos, cuando en esa época estos estaban relegados y no habían adquirido la importancia de la que hoy en día gozan.
Fue con ocasión de su incansable liderazgo que el hospital local del municipio y una de las más bellas instituciones educativas de uno de los corregimientos más grandes llevan con orgullo el nombre del inmolado líder.
Christian Moreno Pallares fue asesinado a los 42 años de edad, en la flor de su juventud y espíritu creativo. Cuesta trabajo entender cómo en tan poco tiempo logró mucho, siendo uno de los más opcionados aspirantes a la Cámara cuando las balas del ELN le quitaron la vida, ese fatídico viernes 30 de julio de 1993.
Sin duda su mayor obra política fue la creación del recordado MIR, pero aún más, la mística en hacer una política fraternal, con grandes ideas para el desarrollo de la región, afincadas en un liderazgo que dejó grandes discípulos como Rodrigo Ríos, Néstor Quiroz, Miguel Durán, Efrén Moreno, Wilson Rincón, Licinio Beleño y sus propios hijos Cristian Hernando Moreno y Christian José Moreno Villamizar, que siguieron sus pasos.
El ejemplo de vida de Moreno Pallares debe inspirar a esta nueva generación de políticos, caracterizados en su mayoría por la ausencia de propuestas serias, sentido común en el ejercicio de lo público, empatía por sus conciudadanos y falta de moral administrativa.
Sobre todo, debe enseñarnos que siempre podemos alcanzar las metas que nos propongamos y que los inicios humildes en los cuales se nazca o se levante un ser humano no son determinantes para limitar la inmensidad de sus sueños ni la disciplina para alcanzarlos.
¡Paz en la tumba de este hijo ilustre del Cesar!
Por Cristián Moreno Panesso
Christian Moreno Pallares fue asesinado a los 42 años de edad, en la flor de su juventud y espíritu creativo.
Un día como hoy, hace 30 años, fue asesinado en su natal Curumaní el líder Christian Moreno Pallares, quien ese momento aspiraba llegar al Congreso de la República. Su ejemplo de vida se constituye en un legado de innegable trascendencia.
Es posible que muchos jóvenes no recuerden a Cristian Moreno Pallares, ese líder conservador que promovió las banderas de la unión del sur del Cesar en lo que se denominó como el Movimiento de Integración Regional – MIR, que aún sigue dando de qué hablar en la política del departamento.
Nacido en Curumaní, graduado de bachiller en el mítico Liceo Celedón de Santa Marta y con estudios de ingeniería en la universidad INNCA de Bogotá, los cuales no consolidó por su interés prematuro en la actividad electoral, que adelantó desde inicios de los 70 con Jota Emilio Valderrama, el Tigrillo Noriega y otros connotados conservadores.
Logró ser diputado del departamento con el apoyo de Alfonso Campo Soto. Junto a uno de sus mejores amigos, el político y diplomático Aníbal José ‘El Ñego’ Ariza, irrumpieron con mucha emotividad en la política de esa época.
En las convulsionadas décadas de los 70 y 80 no dudó en arroparse en las ideas del partido Conservador, mostrando un talante humanista y destacado perfil progresista que le granjeó la admiración de personas de otras vertientes políticas.
Propuso ideas para el rescate del campo colombiano y fue acérrimo crítico del entonces presidente Cesar Gaviria, a quien le atribuyó la crisis que este sector padecería por la apresurada y desordenada apertura económica de inicios de los 90.
En los incipientes temas mineros que pronto inundarían al departamento en recursos provenientes de las regalías por la explotación minera, quiso anticiparse y gestionó la creación de la Asociación de Municipios Mineros del centro del Cesar, Asomineros, en la que vinculó a su municipio Curumaní por la evidencia de un yacimiento de hierro-magnetita en esa población.
En su paso por la Alcaldía municipal de Curumaní, sus logros fueron evidentes al organizar la incipiente administración pública del municipio; sistematizar la misma y dar inicio a la optimización y expansión de sistema de acueducto y alcantarillado; presencia efectiva en toda la zona corregimental y veredal con la construcción de escuelas con sus respectivas dotaciones; y un punto de alto valor cultural como fue el festival de compositores vallenatos, cuando en esa época estos estaban relegados y no habían adquirido la importancia de la que hoy en día gozan.
Fue con ocasión de su incansable liderazgo que el hospital local del municipio y una de las más bellas instituciones educativas de uno de los corregimientos más grandes llevan con orgullo el nombre del inmolado líder.
Christian Moreno Pallares fue asesinado a los 42 años de edad, en la flor de su juventud y espíritu creativo. Cuesta trabajo entender cómo en tan poco tiempo logró mucho, siendo uno de los más opcionados aspirantes a la Cámara cuando las balas del ELN le quitaron la vida, ese fatídico viernes 30 de julio de 1993.
Sin duda su mayor obra política fue la creación del recordado MIR, pero aún más, la mística en hacer una política fraternal, con grandes ideas para el desarrollo de la región, afincadas en un liderazgo que dejó grandes discípulos como Rodrigo Ríos, Néstor Quiroz, Miguel Durán, Efrén Moreno, Wilson Rincón, Licinio Beleño y sus propios hijos Cristian Hernando Moreno y Christian José Moreno Villamizar, que siguieron sus pasos.
El ejemplo de vida de Moreno Pallares debe inspirar a esta nueva generación de políticos, caracterizados en su mayoría por la ausencia de propuestas serias, sentido común en el ejercicio de lo público, empatía por sus conciudadanos y falta de moral administrativa.
Sobre todo, debe enseñarnos que siempre podemos alcanzar las metas que nos propongamos y que los inicios humildes en los cuales se nazca o se levante un ser humano no son determinantes para limitar la inmensidad de sus sueños ni la disciplina para alcanzarlos.
¡Paz en la tumba de este hijo ilustre del Cesar!
Por Cristián Moreno Panesso