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Columnista - 3 diciembre, 2013

Chabuco Grande

Por Rodolfo Quintero Romero  Después de una semana de promoción, a través de una página completa del periódico El Tiempo dedicada exclusivamente a su nuevo CD, acaba de presentar Chabuco su último trabajo musical. Nunca antes un artista vallenato había gozado de trato semejante, ni siquiera Carlos Vives en su mejor momento. Medio millón de […]

Por Rodolfo Quintero Romero 

Después de una semana de promoción, a través de una página completa del periódico El Tiempo dedicada exclusivamente a su nuevo CD, acaba de presentar Chabuco su último trabajo musical. Nunca antes un artista vallenato había gozado de trato semejante, ni siquiera Carlos Vives en su mejor momento.

Medio millón de suscriptores recibieron en su casa quizás la apuesta más arriesgada que ha hecho la música vallenata: el cálido abrazo con el flamenco, adobado con ciertos guiños desabor cubano. ¿Y no era que el vallenato estaba agonizando? ¿Cuántas noches de velorio le han celebrado ya?

Decía Gabo, por allá por los setenta, que lo más importante que le había pasado a este folclor era la aparición de la escuela sabanera. ¿Qué dirá de este matrimonio con el alma del pueblo andaluz? Lástima que Camarón de la Isla, el mejor cantaor flamenco de todos los tiempos, no pudo ser protagonista de esta cita. Imagino su sorpresa al toparse con Diomedes Díaz, su alter ego por estas tierras provincianas.

Ya durante la Colonia a la costa caribe la llamaban “Nueva Andalucía”, tal vez por la semejanza geográfica y climática con la de España o por el crisol de razas y culturas donde se fundía un pueblo de espíritu libre, alegre e irreverente, muy parecido al andaluz. Este reencuentro con el flamenco ya estaba escrito en nuestra historia. De allá venimos.

Folclor que no se renueve, no se reinvente, desaparece o languidece. Miren al porro repitiéndose hasta el fastidio. Se componen bellos bambucos pero huelen a viejo porque conservan intacto el formato de sus inicios. Recién compuesta una guabina ya ha envejecido. No nos conmueve, nada nos dice.  El vallenato hubiera corrido la misma suerte si no fuera por tantos afortunados herejes. 

Pensamos que la mejor música fue la de nuestra adolescencia porque animó nuestros primeros amores y parrandas. Cada generación expresa sus emociones de diversa manera y los buenos músicos las interpretan con versos y melodías acordes con el momento histórico en que viven. ¿Todo cambia? Sí,todo cambia, muy a pesar de los procuradores purpurados.

En la literatura y la pintura sucede igual. Cambian los tiempos y cambian los estilos. Nadie escribe hoy como Cervantes ni siquiera como García Márquez. Picasso, innovó y experimentó hasta su último suspiro; diversas influencias se reflejanen sus obras.Hay muchos picassos como etapas de su pintura. 

Bienvenido este trabajo de Chabuco, el heredero musical de Hugues Martínez, el pirata del Loperena. Y, bienvenidas todas las innovaciones, afortunadas o no, que mantienen vigente el vallenato. La historia se encargará de darles su justa valoración.

          

Columnista
3 diciembre, 2013

Chabuco Grande

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Rodolfo Quintero Romero

Por Rodolfo Quintero Romero  Después de una semana de promoción, a través de una página completa del periódico El Tiempo dedicada exclusivamente a su nuevo CD, acaba de presentar Chabuco su último trabajo musical. Nunca antes un artista vallenato había gozado de trato semejante, ni siquiera Carlos Vives en su mejor momento. Medio millón de […]


Por Rodolfo Quintero Romero 

Después de una semana de promoción, a través de una página completa del periódico El Tiempo dedicada exclusivamente a su nuevo CD, acaba de presentar Chabuco su último trabajo musical. Nunca antes un artista vallenato había gozado de trato semejante, ni siquiera Carlos Vives en su mejor momento.

Medio millón de suscriptores recibieron en su casa quizás la apuesta más arriesgada que ha hecho la música vallenata: el cálido abrazo con el flamenco, adobado con ciertos guiños desabor cubano. ¿Y no era que el vallenato estaba agonizando? ¿Cuántas noches de velorio le han celebrado ya?

Decía Gabo, por allá por los setenta, que lo más importante que le había pasado a este folclor era la aparición de la escuela sabanera. ¿Qué dirá de este matrimonio con el alma del pueblo andaluz? Lástima que Camarón de la Isla, el mejor cantaor flamenco de todos los tiempos, no pudo ser protagonista de esta cita. Imagino su sorpresa al toparse con Diomedes Díaz, su alter ego por estas tierras provincianas.

Ya durante la Colonia a la costa caribe la llamaban “Nueva Andalucía”, tal vez por la semejanza geográfica y climática con la de España o por el crisol de razas y culturas donde se fundía un pueblo de espíritu libre, alegre e irreverente, muy parecido al andaluz. Este reencuentro con el flamenco ya estaba escrito en nuestra historia. De allá venimos.

Folclor que no se renueve, no se reinvente, desaparece o languidece. Miren al porro repitiéndose hasta el fastidio. Se componen bellos bambucos pero huelen a viejo porque conservan intacto el formato de sus inicios. Recién compuesta una guabina ya ha envejecido. No nos conmueve, nada nos dice.  El vallenato hubiera corrido la misma suerte si no fuera por tantos afortunados herejes. 

Pensamos que la mejor música fue la de nuestra adolescencia porque animó nuestros primeros amores y parrandas. Cada generación expresa sus emociones de diversa manera y los buenos músicos las interpretan con versos y melodías acordes con el momento histórico en que viven. ¿Todo cambia? Sí,todo cambia, muy a pesar de los procuradores purpurados.

En la literatura y la pintura sucede igual. Cambian los tiempos y cambian los estilos. Nadie escribe hoy como Cervantes ni siquiera como García Márquez. Picasso, innovó y experimentó hasta su último suspiro; diversas influencias se reflejanen sus obras.Hay muchos picassos como etapas de su pintura. 

Bienvenido este trabajo de Chabuco, el heredero musical de Hugues Martínez, el pirata del Loperena. Y, bienvenidas todas las innovaciones, afortunadas o no, que mantienen vigente el vallenato. La historia se encargará de darles su justa valoración.