La Oficina de Inmigración Colombia en diferentes seccionales del país, adelanta un organizado censo a los hermanos del vecino país de Venezuela; problema originado por un descontrol social, provocado por el gobierno de Maduro. Muchos de ellos se han dedicado a delinquir y a la prostitución, otros a vender caramelos, agua, también ejercen como malabaristas […]
La Oficina de Inmigración Colombia en diferentes seccionales del país, adelanta un organizado censo a los hermanos del vecino país de Venezuela; problema originado por un descontrol social, provocado por el gobierno de Maduro. Muchos de ellos se han dedicado a delinquir y a la prostitución, otros a vender caramelos, agua, también ejercen como malabaristas en los semáforos.
El censo consiste en almacenar información personal para luego regular, controlar y sancionar cualquier brote delictivo que pueda presentarse con la concurrencia de venezolanos; pero la medida va y debe ir más allá, toda vez que abarca el despertar de la hermandad y que propicien un tratamiento justo, respetuoso y oportuno, que haga posibles garantías de una mejor estabilidad, menos tortuoso y lo mejor consolidar estrategias de corresponsabilidad.
Este censo también permitirá resolver conflictos pensados en conjunto, ordenados y coordinados; problemas palpables que tienen origen en causas y factores comunes, tales como el hambre el desabastecimiento de este país, en materia de alimentos y medicamentos. Lo que hace el gobierno colombiano, no es otra cosa que compartir una necesidad que resulta preocupante; pero el objetivo esencial es encontrar un enfoque diferencial que potencie resultados, un paso significativo en la dirección correcta. La postura que ha asumido el presidente Santos ante el escenario delincuencial que se presenta por los venezolanos, debe ajustarse a fórmulas de entendimiento que nos permitan conocer las personas que conviven en sociedad con nosotros y así salir adelante, sorteando las dificultades en materia de seguridad, que es lo que más nos preocupa.
El censo que se realiza y que va hasta el seis de mayo, envía un mensaje al Gobierno venezolano con disciplina y valores; partiendo del hecho que tanto ellos como nosotros, estamos obligados a mantener la hermandad, cumpliendo así los deseos del Libertador Simón Bolívar.
Debemos enfocarnos en fortalecer el trato fraternal entre colombianos y venezolanos; aunque la polarización entre Santos y Maduro sea cada día más álgida. La ruta que permite este censo, se enfoca en la atención inmediata para brindar asistencia humanitaria: salud, apoyo psicosocial, educación y posibilidades de trabajo. Este programa contribuye a la construcción de una cultura de la no violencia, no a la xenofobia a partir de procesos pedagógicos; por lo que es importante que los medios difundan las normas que reglamentan una expresión social que generen un pacto de convivencia; los mismos venezolanos reconocen con patriotismo y gallardía, la atención humanitaria que han recibido de distintos entes colombianos, estatales y privados. Afirman los venezolanos que la calidad de sus vidas, comienza por la construcción de relaciones humanas con aquellas personas con las que se cruzan día a día en este país. Este proceso facilita identificar los intereses que comparten las dos Naciones para coordinar acciones en condición de respeto y con responsabilidad; más claro, darles la mano oportunamente. Este es un plan de trabajo vanguardista articulado a la adquisición de una noción de país cuya misión es la de luchar por los menos favorecidos.
Basado en lo anterior lo que sucederá después del 20 de mayo en Venezuela repercute y de qué manera, teniendo en cuenta las intenciones autoritarias de un Gobierno que pisotea la democracia, plagado de contrastes y paradojas; esta es la razón que cada día más migrantes acuden no solo a Colombia sino a Latinoamérica, saliendo de ese país. En aras de encontrar posibles soluciones a este protuberante problema, es imprescindible aunar esfuerzos institucionales, orientados al logro de un proceso de dignificación de la calidad humana, a un tratamiento integral mientras permanezcan en Colombia.
La Oficina de Inmigración Colombia en diferentes seccionales del país, adelanta un organizado censo a los hermanos del vecino país de Venezuela; problema originado por un descontrol social, provocado por el gobierno de Maduro. Muchos de ellos se han dedicado a delinquir y a la prostitución, otros a vender caramelos, agua, también ejercen como malabaristas […]
La Oficina de Inmigración Colombia en diferentes seccionales del país, adelanta un organizado censo a los hermanos del vecino país de Venezuela; problema originado por un descontrol social, provocado por el gobierno de Maduro. Muchos de ellos se han dedicado a delinquir y a la prostitución, otros a vender caramelos, agua, también ejercen como malabaristas en los semáforos.
El censo consiste en almacenar información personal para luego regular, controlar y sancionar cualquier brote delictivo que pueda presentarse con la concurrencia de venezolanos; pero la medida va y debe ir más allá, toda vez que abarca el despertar de la hermandad y que propicien un tratamiento justo, respetuoso y oportuno, que haga posibles garantías de una mejor estabilidad, menos tortuoso y lo mejor consolidar estrategias de corresponsabilidad.
Este censo también permitirá resolver conflictos pensados en conjunto, ordenados y coordinados; problemas palpables que tienen origen en causas y factores comunes, tales como el hambre el desabastecimiento de este país, en materia de alimentos y medicamentos. Lo que hace el gobierno colombiano, no es otra cosa que compartir una necesidad que resulta preocupante; pero el objetivo esencial es encontrar un enfoque diferencial que potencie resultados, un paso significativo en la dirección correcta. La postura que ha asumido el presidente Santos ante el escenario delincuencial que se presenta por los venezolanos, debe ajustarse a fórmulas de entendimiento que nos permitan conocer las personas que conviven en sociedad con nosotros y así salir adelante, sorteando las dificultades en materia de seguridad, que es lo que más nos preocupa.
El censo que se realiza y que va hasta el seis de mayo, envía un mensaje al Gobierno venezolano con disciplina y valores; partiendo del hecho que tanto ellos como nosotros, estamos obligados a mantener la hermandad, cumpliendo así los deseos del Libertador Simón Bolívar.
Debemos enfocarnos en fortalecer el trato fraternal entre colombianos y venezolanos; aunque la polarización entre Santos y Maduro sea cada día más álgida. La ruta que permite este censo, se enfoca en la atención inmediata para brindar asistencia humanitaria: salud, apoyo psicosocial, educación y posibilidades de trabajo. Este programa contribuye a la construcción de una cultura de la no violencia, no a la xenofobia a partir de procesos pedagógicos; por lo que es importante que los medios difundan las normas que reglamentan una expresión social que generen un pacto de convivencia; los mismos venezolanos reconocen con patriotismo y gallardía, la atención humanitaria que han recibido de distintos entes colombianos, estatales y privados. Afirman los venezolanos que la calidad de sus vidas, comienza por la construcción de relaciones humanas con aquellas personas con las que se cruzan día a día en este país. Este proceso facilita identificar los intereses que comparten las dos Naciones para coordinar acciones en condición de respeto y con responsabilidad; más claro, darles la mano oportunamente. Este es un plan de trabajo vanguardista articulado a la adquisición de una noción de país cuya misión es la de luchar por los menos favorecidos.
Basado en lo anterior lo que sucederá después del 20 de mayo en Venezuela repercute y de qué manera, teniendo en cuenta las intenciones autoritarias de un Gobierno que pisotea la democracia, plagado de contrastes y paradojas; esta es la razón que cada día más migrantes acuden no solo a Colombia sino a Latinoamérica, saliendo de ese país. En aras de encontrar posibles soluciones a este protuberante problema, es imprescindible aunar esfuerzos institucionales, orientados al logro de un proceso de dignificación de la calidad humana, a un tratamiento integral mientras permanezcan en Colombia.