Su hijo Víctor deja una huella imborrable en quienes lo conocieron y siempre será recordado por su liderazgo, empatía, generosidad y humildad.
Respetado señor Roqueme Felizzola. En primer lugar, ofrecerle mi más sentido pésame en estos momentos de inmensa tristeza. Sé que no hay palabras para expresar el dolor por la pérdida de un hijo, Dios llene de consuelo y fortaleza su corazón y el de toda su familia.
Su hijo Víctor deja una huella imborrable en quienes lo conocieron y siempre será recordado por su liderazgo, empatía, generosidad y humildad. Jamás lo traté más allá de un saludo, pero por referencias conocí de su espíritu altruista, capacidad de gestión y su visión de soñador, él deseaba lo mejor para Aguachica.
A pesar de que no era nacido en esta tierra estoy seguro que en su corazón llevaba una parte de ella. De igual manera, sabía que era un alcalde presto a escuchar a sus contradictores, cercano a la gente, pero sobre todo siempre deseó construir ciudad a partir de un proyecto político, en una ocasión escuché manifestarlo en un discurso de campaña.
Le escribo esta carta como ciudadano aguachiquense, pero quiero decirle que lo hago desde el respeto y la consideración que me merece, porque tengo la convicción y el deseo de transformación para esta hermosa tierra, la cual hoy está sumida en la pobreza, desigualdad y falta de oportunidades. Su triunfo electoral en octubre de 2023 le devolvió la ilusión y la esperanza a 23.000 aguachiquenses, quienes estaban inconformes por la paupérrima administración del profesor Robinson Manosalva.
Pero más allá de recordar su triunfo, mi intención es revivir la premisa de su hijo de construir juntos ciudad a partir de un proyecto político serio, el cual usted debe abanderar unido a otros actores de la política local y sur cesarence.
Es increíble que hoy Aguachica, la segunda ciudad del departamento del Cesar, no tenga representación política ni siquiera en la Asamblea departamental y que fuerzas políticas de otros municipios, que no son del norte, hallan alcanzado escaños departamentales y nacionales.
Aquí cabe recordar a los Moreno de Curumaní, a los hermanos de la Peña de Río de Oro y a la familia Cruz de Gamarra. Así mismo, como no reconocer al municipio de San Martin, que con su guarismo electoral y unidad política eligen diputado fácilmente. En un acto de madurez política, mi llamado es a la unidad y convergencia, para la estructuración de un proyecto político serio y creíble, el cual debe ser integrado por líderes con convicción, sentido de pertenencia y que asuman la actividad política como la única vía para la transformación del territorio.
Este proyecto debe trazar un sueño, el cual no debe ser únicamente elegir alcalde, sino pensar en grande, para lo cual hay que empezar a caminar hacia la consecución y consolidación de lo que se quiere, tendrá que abrirse caminos, crear nuevas rutas y vencer obstáculos, sin ningún tipo de miedo, egos e intereses personales.
De la misma forma, esta fuerza política debe reconocer las necesidades ajenas; es decir, que traduzca los propios puntos de vista en el lenguaje de los otros, incluyendo las necesidades específicas, logrando que los demás se sientan comprendidos y ganando un consenso inicial que se les quita a los que insisten con el lenguaje de la queja o el reproche; ya que ese discurso que siempre pide pero no entrega ideas, ni comprensión, ni orientación, entra por un oído pero sale por el otro.
A pesar de los compromisos que usted pueda tener con los diferentes sectores políticos del departamento, considero que debe primar el amor y el respeto por esta tierra, por eso mi invitación es a que tienda puentes con otros líderes locales, para lograr la unidad y poder consolidar una fuerza política local y por qué no, del sur del Cesar, que no solo piense en objetivos cercanos, sino en estructurar metas a mediano y largo plazo.
Además, estoy convencido que usted junto a líderes como los hermanos De La Peña, Aguachica y el sur del Cesar tendrían unos voceros con voz y voto dentro de la casa de gobierno departamental para exigir y hacer sentir el clamor de toda una región que pide a gritos una representación política a nivel departamental y nacional, en cabeza de hijos de esta tierra morrocoyera y del sur del Cesar.
Señor Víctor, estoy convencido que si logramos consolidar este proyecto político de unidad y convergencia, le daremos paso a una ciudad y región productiva, incluyente, competitiva, estratégica y equitativa, en donde tendremos la oportunidad del ascenso al poder, con líderes destacados por sus conocimientos, habilidades y destrezas, con gran experiencia y reconocimiento en los diferentes sectores, con una acreditación política y sobre todo con unas convicciones y metas claras.
Ojalá esta carta sea leída, y sea la oportunidad para reflexionar sobre la visión que tenía su hijo sobre este municipio, y de la importancia que le daba a ella, quien además soñaba con ver a Aguachica convertida en una ciudad, con su gente unida trabajando por el progreso y desarrollo. Este debe ser el verdadero legado que se debe seguir.
Un abrazo morrocoyero.
Por Victor Leonardo Múñoz
Su hijo Víctor deja una huella imborrable en quienes lo conocieron y siempre será recordado por su liderazgo, empatía, generosidad y humildad.
Respetado señor Roqueme Felizzola. En primer lugar, ofrecerle mi más sentido pésame en estos momentos de inmensa tristeza. Sé que no hay palabras para expresar el dolor por la pérdida de un hijo, Dios llene de consuelo y fortaleza su corazón y el de toda su familia.
Su hijo Víctor deja una huella imborrable en quienes lo conocieron y siempre será recordado por su liderazgo, empatía, generosidad y humildad. Jamás lo traté más allá de un saludo, pero por referencias conocí de su espíritu altruista, capacidad de gestión y su visión de soñador, él deseaba lo mejor para Aguachica.
A pesar de que no era nacido en esta tierra estoy seguro que en su corazón llevaba una parte de ella. De igual manera, sabía que era un alcalde presto a escuchar a sus contradictores, cercano a la gente, pero sobre todo siempre deseó construir ciudad a partir de un proyecto político, en una ocasión escuché manifestarlo en un discurso de campaña.
Le escribo esta carta como ciudadano aguachiquense, pero quiero decirle que lo hago desde el respeto y la consideración que me merece, porque tengo la convicción y el deseo de transformación para esta hermosa tierra, la cual hoy está sumida en la pobreza, desigualdad y falta de oportunidades. Su triunfo electoral en octubre de 2023 le devolvió la ilusión y la esperanza a 23.000 aguachiquenses, quienes estaban inconformes por la paupérrima administración del profesor Robinson Manosalva.
Pero más allá de recordar su triunfo, mi intención es revivir la premisa de su hijo de construir juntos ciudad a partir de un proyecto político serio, el cual usted debe abanderar unido a otros actores de la política local y sur cesarence.
Es increíble que hoy Aguachica, la segunda ciudad del departamento del Cesar, no tenga representación política ni siquiera en la Asamblea departamental y que fuerzas políticas de otros municipios, que no son del norte, hallan alcanzado escaños departamentales y nacionales.
Aquí cabe recordar a los Moreno de Curumaní, a los hermanos de la Peña de Río de Oro y a la familia Cruz de Gamarra. Así mismo, como no reconocer al municipio de San Martin, que con su guarismo electoral y unidad política eligen diputado fácilmente. En un acto de madurez política, mi llamado es a la unidad y convergencia, para la estructuración de un proyecto político serio y creíble, el cual debe ser integrado por líderes con convicción, sentido de pertenencia y que asuman la actividad política como la única vía para la transformación del territorio.
Este proyecto debe trazar un sueño, el cual no debe ser únicamente elegir alcalde, sino pensar en grande, para lo cual hay que empezar a caminar hacia la consecución y consolidación de lo que se quiere, tendrá que abrirse caminos, crear nuevas rutas y vencer obstáculos, sin ningún tipo de miedo, egos e intereses personales.
De la misma forma, esta fuerza política debe reconocer las necesidades ajenas; es decir, que traduzca los propios puntos de vista en el lenguaje de los otros, incluyendo las necesidades específicas, logrando que los demás se sientan comprendidos y ganando un consenso inicial que se les quita a los que insisten con el lenguaje de la queja o el reproche; ya que ese discurso que siempre pide pero no entrega ideas, ni comprensión, ni orientación, entra por un oído pero sale por el otro.
A pesar de los compromisos que usted pueda tener con los diferentes sectores políticos del departamento, considero que debe primar el amor y el respeto por esta tierra, por eso mi invitación es a que tienda puentes con otros líderes locales, para lograr la unidad y poder consolidar una fuerza política local y por qué no, del sur del Cesar, que no solo piense en objetivos cercanos, sino en estructurar metas a mediano y largo plazo.
Además, estoy convencido que usted junto a líderes como los hermanos De La Peña, Aguachica y el sur del Cesar tendrían unos voceros con voz y voto dentro de la casa de gobierno departamental para exigir y hacer sentir el clamor de toda una región que pide a gritos una representación política a nivel departamental y nacional, en cabeza de hijos de esta tierra morrocoyera y del sur del Cesar.
Señor Víctor, estoy convencido que si logramos consolidar este proyecto político de unidad y convergencia, le daremos paso a una ciudad y región productiva, incluyente, competitiva, estratégica y equitativa, en donde tendremos la oportunidad del ascenso al poder, con líderes destacados por sus conocimientos, habilidades y destrezas, con gran experiencia y reconocimiento en los diferentes sectores, con una acreditación política y sobre todo con unas convicciones y metas claras.
Ojalá esta carta sea leída, y sea la oportunidad para reflexionar sobre la visión que tenía su hijo sobre este municipio, y de la importancia que le daba a ella, quien además soñaba con ver a Aguachica convertida en una ciudad, con su gente unida trabajando por el progreso y desarrollo. Este debe ser el verdadero legado que se debe seguir.
Un abrazo morrocoyero.
Por Victor Leonardo Múñoz