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Columnista - 7 julio, 2011

Carta abierta a los violentos.

DOS PUNTOS Por: Germán Piedrahíta R. Un saludo para todos. No les puedo decir un abrazo por el temor de caer, no en sus brazos sino en sus tumbas, pero si deseo decir que ya es tiempo para que se detengan y nos permitan vivir como nos merecemos, ah, y ustedes también. A ustedes guerrilleros, […]

DOS PUNTOS

Por: Germán Piedrahíta R.

Un saludo para todos. No les puedo decir un abrazo por el temor de caer, no en sus brazos sino en sus tumbas, pero si deseo decir que ya es tiempo para que se detengan y nos permitan vivir como nos merecemos, ah, y ustedes también.
A ustedes guerrilleros, cuando ya hace muchos años se fueron pal monte, muchos los aplaudimos, eran los Robin Hoods latinoamericanos, los defensores de los desposeídos,  los justicieros de los pobres y muchos llegamos a pensar, que podríamos  verlos llegar al Palacio de Nariño, para cambiar las cosas a favor del pueblo. Muchos cantamos con Serrat y Alí Primera, con Violeta Parra, con Atahualpa y la Sosa y A desalambrar era casi un himno. Pero ustedes se perdieron en la manigua de la retórica y de Lenin pasaron a Mao, copiando malamente a Stalin, hasta caer en las garras de Oliver North y de los presidentes tan atacados por imperialistas.
La sangre brotó de los cuerpos que ustedes juraron defender y los campos se llenaron de quiebrapatas que retiraron a las familias de las tierras de labranza.
Mientras ustedes dejaban sillas vacías los atracadores demócratas se tomaban todas las posiciones y desangraban al país y ustedes nunca hicieron nada, sólo masacraron los poblados como si el ser campesino hiciera culpables a sus hombres, mujeres y niños. Y esas muertes sólo sirvieron para que los políticos en las ciudades retorcieran las leyes y se apoderaran no solo de las capitales sino también de fincas y heredades. Mientras mataban por ser pobre, los ricos se pavoneaban al compás de sus discursos de muerte.
Y llegó la ultraderecha y ustedes también la parieron. Y ellos sus hijos o sus tumores también se dedicaron a “salvarnos” matándonos. Ya no se era culpable por querer la paz sino se era culpable por vivir en paz y los nuevos señores de la guerra, los nuevos heraldos negros también perdieron la cabeza y la sangre corrió por las veredas, las calles y avenidas y al igual que antes, los políticos tampoco fueron culpables y unidos a esta nueva plaga devastaron los poblados para quedarse con los pocos vivos que obligados votaron eligiéndolos. Y llegó la nueva era. Las espaldas lo cubrían todo y así nadie veía nada y se posesionó el ángel más querido de Yavé y los infiernos no bastaron por cuatro años sino que fueron repetidos con la bendición de los dos salvadores de la democracia.
Un manto de terror llenó los aires y los medios vendidos repitieron historias de corsarios que cegaban las mentes y hacían ver blanco lo negro y bendecir el pecado como si la serpiente no fuera culpable por entregar la manzana.
Y ya es tiempo señores. Ya es tiempo de dejar de usar las armas en contra de nosotros mismos. Ya es tiempo de mirar a los verdaderos culpables de que ustedes estén en el monte, por la izquierda o por la derecha, de que cada día caigan en la manigua o en las avenidas,  mientras los verdaderos culpables se camuflan tras los diplomas universitarios, los doctorados y los saberes recónditos de lenguas eternas, para hacernos creer que ellos son nuestros salvadores y que sin su sapiencia no podremos salir adelante ni merecemos vivir.
Es tiempo de deponer las armas, mas no los espíritus para recuperar el oro y la tierra, para quitar de las  garras de esos halcones que se escudan en resultados espúreos de urnas violadas,  el poder de gobernar.
Si ustedes se unen al clamor del pueblo por vivir en paz, quizás, tal vez, merezcamos el hermoso milagro de habitar estas tierras, tan ricas en todo lo material pero llevadas a la pobreza espiritual, por los malos sembradores que hoy se disputan de nuevo, el paraíso.

[email protected]
P:D:1: Fue acusado de matón, de ladrón y hasta encarcelado y hoy es de nuevo maestro, pero con él la UPC cambió de verdad. Después del malandro, todos los transparentes que han pasado, ¿qué pueden mostrar?
P:D:2: los cuatro de los cien, ¿sí existen?

Columnista
7 julio, 2011

Carta abierta a los violentos.

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Germán Piedrahíta R.

DOS PUNTOS Por: Germán Piedrahíta R. Un saludo para todos. No les puedo decir un abrazo por el temor de caer, no en sus brazos sino en sus tumbas, pero si deseo decir que ya es tiempo para que se detengan y nos permitan vivir como nos merecemos, ah, y ustedes también. A ustedes guerrilleros, […]


DOS PUNTOS

Por: Germán Piedrahíta R.

Un saludo para todos. No les puedo decir un abrazo por el temor de caer, no en sus brazos sino en sus tumbas, pero si deseo decir que ya es tiempo para que se detengan y nos permitan vivir como nos merecemos, ah, y ustedes también.
A ustedes guerrilleros, cuando ya hace muchos años se fueron pal monte, muchos los aplaudimos, eran los Robin Hoods latinoamericanos, los defensores de los desposeídos,  los justicieros de los pobres y muchos llegamos a pensar, que podríamos  verlos llegar al Palacio de Nariño, para cambiar las cosas a favor del pueblo. Muchos cantamos con Serrat y Alí Primera, con Violeta Parra, con Atahualpa y la Sosa y A desalambrar era casi un himno. Pero ustedes se perdieron en la manigua de la retórica y de Lenin pasaron a Mao, copiando malamente a Stalin, hasta caer en las garras de Oliver North y de los presidentes tan atacados por imperialistas.
La sangre brotó de los cuerpos que ustedes juraron defender y los campos se llenaron de quiebrapatas que retiraron a las familias de las tierras de labranza.
Mientras ustedes dejaban sillas vacías los atracadores demócratas se tomaban todas las posiciones y desangraban al país y ustedes nunca hicieron nada, sólo masacraron los poblados como si el ser campesino hiciera culpables a sus hombres, mujeres y niños. Y esas muertes sólo sirvieron para que los políticos en las ciudades retorcieran las leyes y se apoderaran no solo de las capitales sino también de fincas y heredades. Mientras mataban por ser pobre, los ricos se pavoneaban al compás de sus discursos de muerte.
Y llegó la ultraderecha y ustedes también la parieron. Y ellos sus hijos o sus tumores también se dedicaron a “salvarnos” matándonos. Ya no se era culpable por querer la paz sino se era culpable por vivir en paz y los nuevos señores de la guerra, los nuevos heraldos negros también perdieron la cabeza y la sangre corrió por las veredas, las calles y avenidas y al igual que antes, los políticos tampoco fueron culpables y unidos a esta nueva plaga devastaron los poblados para quedarse con los pocos vivos que obligados votaron eligiéndolos. Y llegó la nueva era. Las espaldas lo cubrían todo y así nadie veía nada y se posesionó el ángel más querido de Yavé y los infiernos no bastaron por cuatro años sino que fueron repetidos con la bendición de los dos salvadores de la democracia.
Un manto de terror llenó los aires y los medios vendidos repitieron historias de corsarios que cegaban las mentes y hacían ver blanco lo negro y bendecir el pecado como si la serpiente no fuera culpable por entregar la manzana.
Y ya es tiempo señores. Ya es tiempo de dejar de usar las armas en contra de nosotros mismos. Ya es tiempo de mirar a los verdaderos culpables de que ustedes estén en el monte, por la izquierda o por la derecha, de que cada día caigan en la manigua o en las avenidas,  mientras los verdaderos culpables se camuflan tras los diplomas universitarios, los doctorados y los saberes recónditos de lenguas eternas, para hacernos creer que ellos son nuestros salvadores y que sin su sapiencia no podremos salir adelante ni merecemos vivir.
Es tiempo de deponer las armas, mas no los espíritus para recuperar el oro y la tierra, para quitar de las  garras de esos halcones que se escudan en resultados espúreos de urnas violadas,  el poder de gobernar.
Si ustedes se unen al clamor del pueblo por vivir en paz, quizás, tal vez, merezcamos el hermoso milagro de habitar estas tierras, tan ricas en todo lo material pero llevadas a la pobreza espiritual, por los malos sembradores que hoy se disputan de nuevo, el paraíso.

[email protected]
P:D:1: Fue acusado de matón, de ladrón y hasta encarcelado y hoy es de nuevo maestro, pero con él la UPC cambió de verdad. Después del malandro, todos los transparentes que han pasado, ¿qué pueden mostrar?
P:D:2: los cuatro de los cien, ¿sí existen?