Definitivamente no hay espacio para comentar todos los problemas de la ciudad. Hoy me voy a referir a todas aquellas personas (llámense conductores) que por falta de educación son fanáticos del pito. Pero además podríamos decir que estos mismos conductores tampoco respetan las señales de tránsito, ni respetan las cebras, ni la marcha de vehículos […]
Definitivamente no hay espacio para comentar todos los problemas de la ciudad. Hoy me voy a referir a todas aquellas personas (llámense conductores) que por falta de educación son fanáticos del pito.
Pero además podríamos decir que estos mismos conductores tampoco respetan las señales de tránsito, ni respetan las cebras, ni la marcha de vehículos cuando el semáforo está en amarillo o rojo. Los vallenatos estamos condenados a la sordera y no por cuenta de los gritos de los vendedores ambulantes, que aun proliferan en todos los andenes de la ciudad, ni por el sonido de los altos parlantes de los almacenes situados en el centro, sino que lo diga Augusto Socarrás que al frente de su casa tienen a un sinvergüenza perifoneando todo el día, ni siquiera de los aviones que salen o parten para otros lugares. No, los vallenatos nos estamos quedando sordos por cuenta del afán, de la intolerancia y de la incultura de los conductores que se pegan al pito de su buseta, camioneta, automóvil o las irresponsables motos que circulan en todas las calles, frente a los almacenes Éxito, en todos los semáforos, en todas las calles, frente a los paraderos.
Nos estamos quedando sordos por usted conductor acelerado, que ahora está leyendo esta columna muy bien sentado en el sofá de su casa, pero dentro de un rato, cuando arranque en su vehículo o moto por las calles de Valledupar muy veloz y muy majo, se acordará de esta nota y de las normas de urbanidad y se pegará al pito mientras mire el reloj y compruebe que salió a las 8:05 a cumplir una cita que tenía a las 8:00 en el Diario EL PILÓN con su directora Ana María Ferrer. Nos estamos quedando sordos por física pereza: porque cuando vamos a recoger a alguien en la puerta de su casa y no sale a tiempo no nos tomamos el trabajo de apagar el carro, bajarnos, caminar hacia la puerta y tocar el timbre, sino que comenzamos con la pitadera.
Supongo que si en esta ciudad no han sido capaces de establecer paraderos para el servicio público, ni castigar ejemplarmente a los descarados que se pasan el semáforo en rojo, y no exactamente porque sufran de daltonismo, menos aún han pensado en reprender a los conductores que tienen la manía de pitar apenas el semáforo se pone en amarillo.
Ahora que estamos en época de reajuste, apretadas de cinturón y reducción de gastos, también deberíamos pensar en un mecanismo efectivo para reducir el pito. Señor alcalde, en sus manos encomendamos nuestros oídos.
Y como es mi costumbre, trataré otros temitas: muy buena la noticia sobre la construcción de la sede de la Policía Metropolitana, se hizo realidad la gestión de nuestro alcalde Augusto Daniel Ramírez. De esta manera nuestra policía queda fortalecida y seguirá el despliegue formidable de programas que lleva a cabo nuestra Policía en cabeza de nuestro comandante del Departamento de Policía Cesar, coronel Diego Hernán Rosero, enfocados en la calidad de vida de los ciudadanos y tomando como fundamento la seguridad. Al Secretario de Tránsito de nuevo insinuarle que estudie la posibilidad de unos reductores en las entradas a la Plaza Alfonso López. No deje que yo le jale las orejas y finalmente, nuestra ciudad se está convirtiendo en una Valledupar repleta de torres gigantes o antenas de telefonía, ¿Qué nos está pasando? Antenas en el cerro de Cicolac, en el parque La Altagracia, en Álamos y Villa Dariana y en otros muchos sitios. No sé a quién le corresponde este control pero se está faltando en este sentido. Ojo con esto señor alcalde, no solamente le encomendamos nuestros oídos sino también nuestra salud.
Definitivamente no hay espacio para comentar todos los problemas de la ciudad. Hoy me voy a referir a todas aquellas personas (llámense conductores) que por falta de educación son fanáticos del pito. Pero además podríamos decir que estos mismos conductores tampoco respetan las señales de tránsito, ni respetan las cebras, ni la marcha de vehículos […]
Definitivamente no hay espacio para comentar todos los problemas de la ciudad. Hoy me voy a referir a todas aquellas personas (llámense conductores) que por falta de educación son fanáticos del pito.
Pero además podríamos decir que estos mismos conductores tampoco respetan las señales de tránsito, ni respetan las cebras, ni la marcha de vehículos cuando el semáforo está en amarillo o rojo. Los vallenatos estamos condenados a la sordera y no por cuenta de los gritos de los vendedores ambulantes, que aun proliferan en todos los andenes de la ciudad, ni por el sonido de los altos parlantes de los almacenes situados en el centro, sino que lo diga Augusto Socarrás que al frente de su casa tienen a un sinvergüenza perifoneando todo el día, ni siquiera de los aviones que salen o parten para otros lugares. No, los vallenatos nos estamos quedando sordos por cuenta del afán, de la intolerancia y de la incultura de los conductores que se pegan al pito de su buseta, camioneta, automóvil o las irresponsables motos que circulan en todas las calles, frente a los almacenes Éxito, en todos los semáforos, en todas las calles, frente a los paraderos.
Nos estamos quedando sordos por usted conductor acelerado, que ahora está leyendo esta columna muy bien sentado en el sofá de su casa, pero dentro de un rato, cuando arranque en su vehículo o moto por las calles de Valledupar muy veloz y muy majo, se acordará de esta nota y de las normas de urbanidad y se pegará al pito mientras mire el reloj y compruebe que salió a las 8:05 a cumplir una cita que tenía a las 8:00 en el Diario EL PILÓN con su directora Ana María Ferrer. Nos estamos quedando sordos por física pereza: porque cuando vamos a recoger a alguien en la puerta de su casa y no sale a tiempo no nos tomamos el trabajo de apagar el carro, bajarnos, caminar hacia la puerta y tocar el timbre, sino que comenzamos con la pitadera.
Supongo que si en esta ciudad no han sido capaces de establecer paraderos para el servicio público, ni castigar ejemplarmente a los descarados que se pasan el semáforo en rojo, y no exactamente porque sufran de daltonismo, menos aún han pensado en reprender a los conductores que tienen la manía de pitar apenas el semáforo se pone en amarillo.
Ahora que estamos en época de reajuste, apretadas de cinturón y reducción de gastos, también deberíamos pensar en un mecanismo efectivo para reducir el pito. Señor alcalde, en sus manos encomendamos nuestros oídos.
Y como es mi costumbre, trataré otros temitas: muy buena la noticia sobre la construcción de la sede de la Policía Metropolitana, se hizo realidad la gestión de nuestro alcalde Augusto Daniel Ramírez. De esta manera nuestra policía queda fortalecida y seguirá el despliegue formidable de programas que lleva a cabo nuestra Policía en cabeza de nuestro comandante del Departamento de Policía Cesar, coronel Diego Hernán Rosero, enfocados en la calidad de vida de los ciudadanos y tomando como fundamento la seguridad. Al Secretario de Tránsito de nuevo insinuarle que estudie la posibilidad de unos reductores en las entradas a la Plaza Alfonso López. No deje que yo le jale las orejas y finalmente, nuestra ciudad se está convirtiendo en una Valledupar repleta de torres gigantes o antenas de telefonía, ¿Qué nos está pasando? Antenas en el cerro de Cicolac, en el parque La Altagracia, en Álamos y Villa Dariana y en otros muchos sitios. No sé a quién le corresponde este control pero se está faltando en este sentido. Ojo con esto señor alcalde, no solamente le encomendamos nuestros oídos sino también nuestra salud.