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Columnista - 15 diciembre, 2023

Cannabis, debate complejo y populista 

La industria legal de la marihuana en Estados Unidos se ha convertido en un gigante, recaudando aproximadamente 30 mil millones de dólares en 2022. En comparación, los estadounidenses en el mismo año gastaron 7 mil millones de dólares en helados, 20 mil millones de dólares en chocolate y en cerveza artesanal 28 mil millones de dólares. 

Por Luis Elquis Díaz.

La industria legal de la marihuana en Estados Unidos se ha convertido en un gigante, recaudando aproximadamente 30 mil millones de dólares en 2022. En comparación, los estadounidenses en el mismo año gastaron 7 mil millones de dólares en helados, 20 mil millones de dólares en chocolate y en cerveza artesanal 28 mil millones de dólares. 

Canadá se convirtió en el primer país del G7 (y el segundo país del mundo después de Uruguay) en legalizar la droga para todos los adultos. El proyecto fue implementado desde una perspectiva de salud pública, con el fin de dificultar el acceso a la marihuana para los adolescentes y erosionar las ganancias del mercado negro. Los defensores de la legalización en todo el mundo aplaudieron la medida de Canadá, teniendo en cuenta que, la legalización de la marihuana es una reprimenda histórica a la desastrosa guerra mundial contra las drogas, que ha arruinado millones de vidas. 

Aunque los mercados financieros y los inversionistas han mirado a Canadá como un referente para ver cómo otros países legalizarán la droga y dónde pueden encontrarse oportunidades lucrativas, es menester analizar los amplios riesgos negativos de la marihuana, más allá de los peligros extremos como la esquizofrenia y las formas de degradación personal, entre las que sobresalen pérdida de atención, rendimiento y motivación. La marihuana no es mortalmente peligrosa como la heroína, pero puede dañar o descarrilar una enorme cantidad de vidas humanas, sobre todo, si la adicción a las drogas no es reconocida como un problema de salud pública. 

La legalización de las drogas convive con la prohibición como un fuerte antagonista, pero su curso la convierte en su mejor propaganda. 

Recientemente, el Senado de la República archivó el proyecto de ley que buscaba regular el consumo de cannabis de uso adulto. El resultado de este proceso estuvo matizado por los artilugios que conjugan desinformación y el populismo que pone a la familia como una estrategia para insistir en el riesgo a la niñez, pero elude el exterminio de los líderes sociales y los problemas relacionados con el multicrimen que circunda las zonas del país donde abundan los cultivos ilícitos. 

Según la firma en investigación de seguimiento continuo de los mercados, Mordor Intelligence, el tamaño del mercado de cannabis se estima en USD 29.32 mil millones en 2023, y se espera que alcance los USD 60.01 mil millones para 2028, creciendo a una tasa compuesta anual de 15.40% durante el período de pronóstico (2023-2028). La industria del cannabis ofrece una amplia gama de artículos que se dividen en usos recreativos y medicinales. Si bien el uso medicinal es cada vez más ampliamente aceptado, es probable que el uso recreativo del cannabis aumente junto con una mayor tolerancia y la legalización oficial a nivel mundial.


Estudios de Fedesarrollo estiman que si se logran consolidar más de 500 hectáreas de cannabis podrían generarse más de 7 mil empleos, haciendo de Colombia un país potencia en esta etapa productiva. Esto es importante desde el punto de vista económico, pero lo más sobresaliente sería que la legalización del cannabis en Colombia le estaría quitando una gran parte de la torta a la ilegalidad, pero habría que producir políticas de salud que brinden un producto de calidad al consumidor y una institucionalidad dispuesta y capacitada a acabar con el mercado negro. A medida que el acceso a la marihuana se vuelve más fácil y su distribución se generaliza, la comunidad de salud pública debería dar un paso al frente y expresarse mucho más sobre sus riesgos. La posesión de marihuana no debería ser un delito, pero tampoco debería normalizarse y fomentarse. Nuestra percepción social debe pasar de los extremos de condenar o defender la marihuana a tratarla como el tabaco y el alcohol: sustancias legales que deben regularse cuidadosamente, incluso con advertencias claras sobre su potencial de causar daños graves y duraderos.

Columnista
15 diciembre, 2023

Cannabis, debate complejo y populista 

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Elquis Diaz

La industria legal de la marihuana en Estados Unidos se ha convertido en un gigante, recaudando aproximadamente 30 mil millones de dólares en 2022. En comparación, los estadounidenses en el mismo año gastaron 7 mil millones de dólares en helados, 20 mil millones de dólares en chocolate y en cerveza artesanal 28 mil millones de dólares. 


Por Luis Elquis Díaz.

La industria legal de la marihuana en Estados Unidos se ha convertido en un gigante, recaudando aproximadamente 30 mil millones de dólares en 2022. En comparación, los estadounidenses en el mismo año gastaron 7 mil millones de dólares en helados, 20 mil millones de dólares en chocolate y en cerveza artesanal 28 mil millones de dólares. 

Canadá se convirtió en el primer país del G7 (y el segundo país del mundo después de Uruguay) en legalizar la droga para todos los adultos. El proyecto fue implementado desde una perspectiva de salud pública, con el fin de dificultar el acceso a la marihuana para los adolescentes y erosionar las ganancias del mercado negro. Los defensores de la legalización en todo el mundo aplaudieron la medida de Canadá, teniendo en cuenta que, la legalización de la marihuana es una reprimenda histórica a la desastrosa guerra mundial contra las drogas, que ha arruinado millones de vidas. 

Aunque los mercados financieros y los inversionistas han mirado a Canadá como un referente para ver cómo otros países legalizarán la droga y dónde pueden encontrarse oportunidades lucrativas, es menester analizar los amplios riesgos negativos de la marihuana, más allá de los peligros extremos como la esquizofrenia y las formas de degradación personal, entre las que sobresalen pérdida de atención, rendimiento y motivación. La marihuana no es mortalmente peligrosa como la heroína, pero puede dañar o descarrilar una enorme cantidad de vidas humanas, sobre todo, si la adicción a las drogas no es reconocida como un problema de salud pública. 

La legalización de las drogas convive con la prohibición como un fuerte antagonista, pero su curso la convierte en su mejor propaganda. 

Recientemente, el Senado de la República archivó el proyecto de ley que buscaba regular el consumo de cannabis de uso adulto. El resultado de este proceso estuvo matizado por los artilugios que conjugan desinformación y el populismo que pone a la familia como una estrategia para insistir en el riesgo a la niñez, pero elude el exterminio de los líderes sociales y los problemas relacionados con el multicrimen que circunda las zonas del país donde abundan los cultivos ilícitos. 

Según la firma en investigación de seguimiento continuo de los mercados, Mordor Intelligence, el tamaño del mercado de cannabis se estima en USD 29.32 mil millones en 2023, y se espera que alcance los USD 60.01 mil millones para 2028, creciendo a una tasa compuesta anual de 15.40% durante el período de pronóstico (2023-2028). La industria del cannabis ofrece una amplia gama de artículos que se dividen en usos recreativos y medicinales. Si bien el uso medicinal es cada vez más ampliamente aceptado, es probable que el uso recreativo del cannabis aumente junto con una mayor tolerancia y la legalización oficial a nivel mundial.


Estudios de Fedesarrollo estiman que si se logran consolidar más de 500 hectáreas de cannabis podrían generarse más de 7 mil empleos, haciendo de Colombia un país potencia en esta etapa productiva. Esto es importante desde el punto de vista económico, pero lo más sobresaliente sería que la legalización del cannabis en Colombia le estaría quitando una gran parte de la torta a la ilegalidad, pero habría que producir políticas de salud que brinden un producto de calidad al consumidor y una institucionalidad dispuesta y capacitada a acabar con el mercado negro. A medida que el acceso a la marihuana se vuelve más fácil y su distribución se generaliza, la comunidad de salud pública debería dar un paso al frente y expresarse mucho más sobre sus riesgos. La posesión de marihuana no debería ser un delito, pero tampoco debería normalizarse y fomentarse. Nuestra percepción social debe pasar de los extremos de condenar o defender la marihuana a tratarla como el tabaco y el alcohol: sustancias legales que deben regularse cuidadosamente, incluso con advertencias claras sobre su potencial de causar daños graves y duraderos.