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El Vallenato - 30 abril, 2020

Candelaria, la musa de Abel Antonio Villa

En 1974, Emiliano Zuleta Díaz y su conjunto, cantando Tomás Alfonso Zuleta Díaz, grabaron la canción ‘Candelaria’.

Compositor y acordeonero, Abel Antonio Villa.

FOTO/CORTESÍA.
Compositor y acordeonero, Abel Antonio Villa. FOTO/CORTESÍA.

En 1974, Emiliano Zuleta Díaz y su conjunto, cantando Tomás Alfonso Zuleta Díaz, grabaron la canción ‘Candelaria’. Es el tema número uno del lado b de la larga duración de Río Crecido, del sello CBS. En la contra caratula se lee que se reservan los derechos de autor, es decir, no le acreditan los derechos de autor de la composición a persona alguna.

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Según personas cercanas al juglar Abel Antonio Villa, quien es el compositor de la canción, la decisión de la disquera, de indicar que la canción era de DRA, obedeció a una solicitud de los Zuleta en represalia por una vieja piquería entre el primero y el viejo Emiliano. Señalan, además, que fue el viejo quien intervino ante el compositor para evitar que el long play pudiera seguir siendo vendido. Existe otra versión,  que está relacionada con la estigmatización de la que ha sido víctima el juglar, al ser señalado, injustamente o no, de plagiar algunas canciones.

Pero, ¿quién era Candelaria? Ella era una mujer delgada, de mirada severa, de entradas en su frente, pelo lacio, de maneras frágiles y dulces y de un corazón lleno de amor para dar todos los que la rodeaban. Había nacido en Santa Inés del Monte en 1924, en el hogar que conformaron Antonio Anaya y Zoila Del Portillo y era la última entre diez hermanos.

Abel Antonio la conoció después de haber prestado el servicio militar, a mediados de los años cuarenta del siglo XX. Este recordaba que iba de moler a visitarla montado en un burro con esterilla. Pero ese amor encontró la oposición de Zoila Del Portillo, la madre de Candelaria.

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Ella desaprobaba que su hija, de piel clara, se fuera a enamorar de un negro, que era como caracterizaba a Abel Antonio. Otra razón que daba era que los Anaya Del Portillo tenían la posición económica y social de la que Abelito carecía por ser pobre.

Los hermanos Zuleta grabaron la canción ‘Yo tengo mi candelaria’. FOTO/CORTESÍA.

Sin embargo, nada detuvo a la pareja. Candelaria se enfrentó a su madre en lo que quizá contribuyó su posición económica solvente e independiente producto del rendimiento que los bienes, muebles e inmuebles que heredó de su padre. También la impulsó el amor que sentía por Villa. Se fueron a vivir juntos y cuando intentaron casarse apareció, nuevamente, la oposición de Zoila, quien valiéndose de su pariente, el sacerdote Chiquillo, que después fue monseñor, impidió que se realizara la ceremonia.

Después, nació el primogénito de la pareja y de Abel Antonio, quien tuvo varios hijos con otras mujeres. Lo llamaron Martín y es a quien se refiere su padre en la canción. Cuando le pregunté a Martin por qué dice que se lo quieren quitar, me respondió que él quería llevárselo para donde vivía, pero su mamá y abuela se oponían.

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Eso fue después del matrimonio de Abel Antonio con Débora Caña, lo que llevo a Zoila  a enviar a Candelaria para Barranquilla con el fin de alejarla de Villa. Él averiguó dónde estaba y la fue a buscar, producto de este reconcilio nació Julieta Villa Anaya Del Portillo, como le gusta que le llamen.

Tía Candelaria sólo tuvo amor para Abelito. Esos fueron amores que ya no existen”, afirma, con voz de conocedora, Ofelia Núñez, quien, además asegura que Candelaria fue quien lo apoyó cuando este tomó la decisión de hacer de la interpretación del acordeón y el canto su profesión. Esta, además, afirma que fue su tía quien le compró un acordeón nuevo con el que reemplazó el que recuerda como completado con espejitos y pedazos de pitas, para representar el estado en que se encontraba.

Abel Antonio le pidió a Candelaria que si moría primero lo esperara en el cielo, porque si él era quien fallecía lo iba a hacer. Ella murió y lo esperó por dos años. La espera larga y dolorosa fue la que tuvo en vida: llena de amor estuvo anhelando que volviera y este jamás regresó.

Por: Álvaro de Jesús Rojano Osorio

El Vallenato
30 abril, 2020

Candelaria, la musa de Abel Antonio Villa

En 1974, Emiliano Zuleta Díaz y su conjunto, cantando Tomás Alfonso Zuleta Díaz, grabaron la canción ‘Candelaria’.


Compositor y acordeonero, Abel Antonio Villa.

FOTO/CORTESÍA.
Compositor y acordeonero, Abel Antonio Villa. FOTO/CORTESÍA.

En 1974, Emiliano Zuleta Díaz y su conjunto, cantando Tomás Alfonso Zuleta Díaz, grabaron la canción ‘Candelaria’. Es el tema número uno del lado b de la larga duración de Río Crecido, del sello CBS. En la contra caratula se lee que se reservan los derechos de autor, es decir, no le acreditan los derechos de autor de la composición a persona alguna.

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Según personas cercanas al juglar Abel Antonio Villa, quien es el compositor de la canción, la decisión de la disquera, de indicar que la canción era de DRA, obedeció a una solicitud de los Zuleta en represalia por una vieja piquería entre el primero y el viejo Emiliano. Señalan, además, que fue el viejo quien intervino ante el compositor para evitar que el long play pudiera seguir siendo vendido. Existe otra versión,  que está relacionada con la estigmatización de la que ha sido víctima el juglar, al ser señalado, injustamente o no, de plagiar algunas canciones.

Pero, ¿quién era Candelaria? Ella era una mujer delgada, de mirada severa, de entradas en su frente, pelo lacio, de maneras frágiles y dulces y de un corazón lleno de amor para dar todos los que la rodeaban. Había nacido en Santa Inés del Monte en 1924, en el hogar que conformaron Antonio Anaya y Zoila Del Portillo y era la última entre diez hermanos.

Abel Antonio la conoció después de haber prestado el servicio militar, a mediados de los años cuarenta del siglo XX. Este recordaba que iba de moler a visitarla montado en un burro con esterilla. Pero ese amor encontró la oposición de Zoila Del Portillo, la madre de Candelaria.

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Ella desaprobaba que su hija, de piel clara, se fuera a enamorar de un negro, que era como caracterizaba a Abel Antonio. Otra razón que daba era que los Anaya Del Portillo tenían la posición económica y social de la que Abelito carecía por ser pobre.

Los hermanos Zuleta grabaron la canción ‘Yo tengo mi candelaria’. FOTO/CORTESÍA.

Sin embargo, nada detuvo a la pareja. Candelaria se enfrentó a su madre en lo que quizá contribuyó su posición económica solvente e independiente producto del rendimiento que los bienes, muebles e inmuebles que heredó de su padre. También la impulsó el amor que sentía por Villa. Se fueron a vivir juntos y cuando intentaron casarse apareció, nuevamente, la oposición de Zoila, quien valiéndose de su pariente, el sacerdote Chiquillo, que después fue monseñor, impidió que se realizara la ceremonia.

Después, nació el primogénito de la pareja y de Abel Antonio, quien tuvo varios hijos con otras mujeres. Lo llamaron Martín y es a quien se refiere su padre en la canción. Cuando le pregunté a Martin por qué dice que se lo quieren quitar, me respondió que él quería llevárselo para donde vivía, pero su mamá y abuela se oponían.

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Eso fue después del matrimonio de Abel Antonio con Débora Caña, lo que llevo a Zoila  a enviar a Candelaria para Barranquilla con el fin de alejarla de Villa. Él averiguó dónde estaba y la fue a buscar, producto de este reconcilio nació Julieta Villa Anaya Del Portillo, como le gusta que le llamen.

Tía Candelaria sólo tuvo amor para Abelito. Esos fueron amores que ya no existen”, afirma, con voz de conocedora, Ofelia Núñez, quien, además asegura que Candelaria fue quien lo apoyó cuando este tomó la decisión de hacer de la interpretación del acordeón y el canto su profesión. Esta, además, afirma que fue su tía quien le compró un acordeón nuevo con el que reemplazó el que recuerda como completado con espejitos y pedazos de pitas, para representar el estado en que se encontraba.

Abel Antonio le pidió a Candelaria que si moría primero lo esperara en el cielo, porque si él era quien fallecía lo iba a hacer. Ella murió y lo esperó por dos años. La espera larga y dolorosa fue la que tuvo en vida: llena de amor estuvo anhelando que volviera y este jamás regresó.

Por: Álvaro de Jesús Rojano Osorio