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Columnista - 20 septiembre, 2010

Cambio de paradigma

Visión Universal Por: Luis Mendoza Sierra Ha comenzado una agitada agenda de discusiones, reuniones, encuentros, concertaciones, en general, de actividades sociales y políticas, así como de giros y guiños en las administraciones públicas, y entre los partidos políticos para definir alianzas, acuerdos y, por tanto, candidatos para las próximas elecciones territoriales. De antaño, componentes burocráticos […]

Visión Universal

Por: Luis Mendoza Sierra
Ha comenzado una agitada agenda de discusiones, reuniones, encuentros, concertaciones, en general, de actividades sociales y políticas, así como de giros y guiños en las administraciones públicas, y entre los partidos políticos para definir alianzas, acuerdos y, por tanto, candidatos para las próximas elecciones territoriales.
De antaño, componentes burocráticos y contractuales han sido determinantes tanto en los acuerdos como en los candidatos. Los políticos tradicionales se sientan a la mesa y a espaladas de sus electores deciden con supremacía el CVY, antes que propuestas o asuntos trascendentales de la administración pública, como determinante para un proceso de este tipo.
Acuerdos bajo la mesa, documentos subrepticios, encuentros furtivos y en ocasiones,  hasta documentos de valor, hacen parte de las transacciones políticas. He percibido, no obstante, que las generaciones recientes de políticos tienden a ser más cautos y a actuar con un sentido de la responsabilidad mejor desarrollado.
Pasarán lustros para que alcancemos, si es que es posible, el óptimo del político. El hombre ideal que ponga por encima de sus intereses y de los intereses de su grupo, los del gran conglomerado que también, vale decir, ha profundizado su grado de corrupción debido a su elevada demanda sin oferta de solución, y muy especialmente, a la falta de oportunidades y de trabajo con el que pueda sufragar sus necesidades.
Proponernos mejorar es ya un avance importante hacia la búsqueda de las consolidación del gerente social que necesitamos. Hombres y mujeres con capacidad de liderazgo y gestión para encaminar nuestra sociedad hacia la prosperidad. Los avances son visibles, pero el proceso de cambio tiene que ser más audaz y esta ocasión, elecciones regionales, será de gran utilidad para reafirmarnos en ese propósito.
Mucho avanzaremos si operamos en función del cambio de paradigma. El administrador, gobernador, alcalde, secretario o gerente que siquiera se disponga a separarse de la línea que lo liga con el político tradicional, habrá ganado una buena parte de lo que necesitamos. La sola actitud es ganancia. Sencillamente, estamos obligados a desprendernos del modelo de administrador tradicional que tiende, a toda costa, buscar provecho y lucro personal, de familia y de grupo, por el modelo gerencial de la cosa pública.
La gerencia social ha llegado y tenemos que apropiarnos de ella con firmeza y convicción. Aplicarla sin apariencias, corriendo una cortina y detrás de ella hacer lo mismo. Sencillamente, si no escogemos gerentes sociales, será imposible superar tantísima dificultad y muchos menos alcanzar los estándares mínimos de desarrollo económico y social que demanda la región.
Algo hemos ganado. Recientemente era más visible y descarada la actitud de los administradores públicos dedicados a trabajar para su lucro personal. Ahora son más discretos y un poco más técnicos en sus decisiones. Cambiar esta cultura no es cosa fácil, lo entendemos, pero necesitamos desarrollo, y no hay otro camino. El modelo de gestión moderno es otro y en esa dirección debemos trabajar los cesarenses para que la región quede en manos de personas con capacidad, preparación y ante todo, responsabilidad social para administrar y hacernos soñar.
El gerente social no es el que reparte cosas. No es aquel que con un paquete escolar, un subsidio, una dádiva, cualquiera que sea, o influencias direccionadas, enamora a la comunidad. Tampoco es aquel que amaña los procedimientos para que la gente acceda a los asuntos públicos. No. El gerente social tiene la misión de generar cambios en la actitud de las personas y del colectivo social en general. Mucho de management y algo de leadership, para acudir a los anglosajones, nos ayudarían a superar el modelo retrógrado de administrar.
Los problemas públicos exigen la formulación de proyectos y políticas públicas que encaminen a la región hacia el cambio. Hay que dejar huellas en la administración  pública, las cuales no equivalen al kilómetro de pavimento, de andén o de pared, a que estamos acostumbrados. Son las huellas de los proyectos estratégicos y de aquellos que generan cambios en la actitud y el comportamiento en la sociedad.

SABLAZO

No quisiera estar en el pellejo de los parlamentarios nuestros. La aprobación del Acto Legislativo que modificará el régimen de regalías es un hecho, por decisión de las bancadas. Su única opción es morigerar los efectos y  aprovechar las oportunidades que se presentarán en el desarrollo del Acto Legislativo a través de leyes. Por ahora, por decisión del gran Santos, no hay derecho ni siquiera a pataleo.

Columnista
20 septiembre, 2010

Cambio de paradigma

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Mendoza S.

Visión Universal Por: Luis Mendoza Sierra Ha comenzado una agitada agenda de discusiones, reuniones, encuentros, concertaciones, en general, de actividades sociales y políticas, así como de giros y guiños en las administraciones públicas, y entre los partidos políticos para definir alianzas, acuerdos y, por tanto, candidatos para las próximas elecciones territoriales. De antaño, componentes burocráticos […]


Visión Universal

Por: Luis Mendoza Sierra
Ha comenzado una agitada agenda de discusiones, reuniones, encuentros, concertaciones, en general, de actividades sociales y políticas, así como de giros y guiños en las administraciones públicas, y entre los partidos políticos para definir alianzas, acuerdos y, por tanto, candidatos para las próximas elecciones territoriales.
De antaño, componentes burocráticos y contractuales han sido determinantes tanto en los acuerdos como en los candidatos. Los políticos tradicionales se sientan a la mesa y a espaladas de sus electores deciden con supremacía el CVY, antes que propuestas o asuntos trascendentales de la administración pública, como determinante para un proceso de este tipo.
Acuerdos bajo la mesa, documentos subrepticios, encuentros furtivos y en ocasiones,  hasta documentos de valor, hacen parte de las transacciones políticas. He percibido, no obstante, que las generaciones recientes de políticos tienden a ser más cautos y a actuar con un sentido de la responsabilidad mejor desarrollado.
Pasarán lustros para que alcancemos, si es que es posible, el óptimo del político. El hombre ideal que ponga por encima de sus intereses y de los intereses de su grupo, los del gran conglomerado que también, vale decir, ha profundizado su grado de corrupción debido a su elevada demanda sin oferta de solución, y muy especialmente, a la falta de oportunidades y de trabajo con el que pueda sufragar sus necesidades.
Proponernos mejorar es ya un avance importante hacia la búsqueda de las consolidación del gerente social que necesitamos. Hombres y mujeres con capacidad de liderazgo y gestión para encaminar nuestra sociedad hacia la prosperidad. Los avances son visibles, pero el proceso de cambio tiene que ser más audaz y esta ocasión, elecciones regionales, será de gran utilidad para reafirmarnos en ese propósito.
Mucho avanzaremos si operamos en función del cambio de paradigma. El administrador, gobernador, alcalde, secretario o gerente que siquiera se disponga a separarse de la línea que lo liga con el político tradicional, habrá ganado una buena parte de lo que necesitamos. La sola actitud es ganancia. Sencillamente, estamos obligados a desprendernos del modelo de administrador tradicional que tiende, a toda costa, buscar provecho y lucro personal, de familia y de grupo, por el modelo gerencial de la cosa pública.
La gerencia social ha llegado y tenemos que apropiarnos de ella con firmeza y convicción. Aplicarla sin apariencias, corriendo una cortina y detrás de ella hacer lo mismo. Sencillamente, si no escogemos gerentes sociales, será imposible superar tantísima dificultad y muchos menos alcanzar los estándares mínimos de desarrollo económico y social que demanda la región.
Algo hemos ganado. Recientemente era más visible y descarada la actitud de los administradores públicos dedicados a trabajar para su lucro personal. Ahora son más discretos y un poco más técnicos en sus decisiones. Cambiar esta cultura no es cosa fácil, lo entendemos, pero necesitamos desarrollo, y no hay otro camino. El modelo de gestión moderno es otro y en esa dirección debemos trabajar los cesarenses para que la región quede en manos de personas con capacidad, preparación y ante todo, responsabilidad social para administrar y hacernos soñar.
El gerente social no es el que reparte cosas. No es aquel que con un paquete escolar, un subsidio, una dádiva, cualquiera que sea, o influencias direccionadas, enamora a la comunidad. Tampoco es aquel que amaña los procedimientos para que la gente acceda a los asuntos públicos. No. El gerente social tiene la misión de generar cambios en la actitud de las personas y del colectivo social en general. Mucho de management y algo de leadership, para acudir a los anglosajones, nos ayudarían a superar el modelo retrógrado de administrar.
Los problemas públicos exigen la formulación de proyectos y políticas públicas que encaminen a la región hacia el cambio. Hay que dejar huellas en la administración  pública, las cuales no equivalen al kilómetro de pavimento, de andén o de pared, a que estamos acostumbrados. Son las huellas de los proyectos estratégicos y de aquellos que generan cambios en la actitud y el comportamiento en la sociedad.

SABLAZO

No quisiera estar en el pellejo de los parlamentarios nuestros. La aprobación del Acto Legislativo que modificará el régimen de regalías es un hecho, por decisión de las bancadas. Su única opción es morigerar los efectos y  aprovechar las oportunidades que se presentarán en el desarrollo del Acto Legislativo a través de leyes. Por ahora, por decisión del gran Santos, no hay derecho ni siquiera a pataleo.