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Columnista - 5 julio, 2024

Cambio de ministra y de estrategia

En los dos años de su mandato, el presidente Petro, ha nombrado tres ministras de Agricultura. En promedio, cada 8 meses hay una nueva jefa de la cartera del agro.

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En los dos años de su mandato, el presidente Petro, ha nombrado tres ministras de Agricultura. En promedio, cada 8 meses hay una nueva jefa de la cartera del agro.

Estos cambios continuos le hacen mucho daño al sector agropecuario, pues crean inestabilidad en las políticas sectoriales e incertidumbre en los negocios e inversiones del sector. Cada vez que se remueve una ministra de Agricultura, se pierden alrededor de seis meses en conformación de equipos de trabajo, redirección de presupuestos y conocimiento sobre el sector. Lo anterior, sin contar el tiempo que malgastan en redes sociales, foros, reuniones con políticos, burócratas del agro y organizaciones campesinas. Todos llegan a pedir puestos y plata. 

En este gobierno ha sucedido algo curioso. A pesar de que la política agraria del Presidente Petro está enfocada en la reforma agraria, las tres ministras que han pasado por la cartera del agro, Cecilia López, Jenifer Mojica y la recién nombrada, Marta Carvajalino, tienen grandes diferencias en la forma de concebir e implementar dicha reforma. Por ello, se han visto frustrados los programas de compra y adjudicación de predios rurales y de fomento a la agricultura campesina familiar. 

Muchos productores del campo guardaban las esperanzas de que, en el gobierno Petro, las cosas en el campo iban a mejorar. Si bien es cierto, que han logrado reducir la corrupción y la politiquería, han cometido muchas equivocaciones en el enfoque de política de fomento agrícola y rural. La ministra Jhenifer Mojica, concentró todos sus esfuerzos y recursos en los programas de ayudas, incentivos y subsidios a la agricultura campesina familiar, comunidades rurales y grupos étnicos, sin antes capacitarlos y formarlos en buenas prácticas agrícolas y emprendimiento rural. Dos años después, solo logró confundir a los productores y perpetuar los problemas del campo. Además, cometió el error de ignorar y maltratar a los empresarios y a la agroindustria del país, que al final del día, son los que mueven el desarrollo del campo, el empleo y la riqueza en las regiones.  Se va del ministerio con un balance de gestión más agrio que dulce.

La ministra entrante, Marta Carvajalino, a quien no conozco, tiene varios desafíos por delante. Si estuviera en su lugar, me concentraría en compararle los predios a los miles de pequeños productores que producen alimentos y materias primas en tierras arrendadas, y comprar grandes extensiones de tierras en la altillanura para adjudicarlas a asociaciones de productores bajo la figura de común y proindiviso. Paso seguido, integraría esos productores a los núcleos agroindustriales, para garantizar proyectos agrícolas rentables y la compra anticipada de sus cosechas. 

Claramente, para obtener estas victorias tempranas se requiere armar dos grupos de trabajo. El de la avanzada, que son los que aportan la tierra y los recursos de para estructurar y desarrollar los proyectos productivos (Agencia Nacional de Tierras, Agencia de Desarrollo Rural, Finagro y Banco Agrario) y los que proveen la biotecnología (ICA, AGROSAVIA y VECOL). La Bolsa Mercantil de Colombia, que se encargue de notarizar los contratos forward y las coberturas de riesgos con el sector privado. Cuando las cosas no están saliendo bien hay que cambiar de estrategia.

Por: Indalecio Dangond – Consultor en crédito de fomento agroindustrial.

Columnista
5 julio, 2024

Cambio de ministra y de estrategia

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Indalecio Dangond Baquero

En los dos años de su mandato, el presidente Petro, ha nombrado tres ministras de Agricultura. En promedio, cada 8 meses hay una nueva jefa de la cartera del agro.


En los dos años de su mandato, el presidente Petro, ha nombrado tres ministras de Agricultura. En promedio, cada 8 meses hay una nueva jefa de la cartera del agro.

Estos cambios continuos le hacen mucho daño al sector agropecuario, pues crean inestabilidad en las políticas sectoriales e incertidumbre en los negocios e inversiones del sector. Cada vez que se remueve una ministra de Agricultura, se pierden alrededor de seis meses en conformación de equipos de trabajo, redirección de presupuestos y conocimiento sobre el sector. Lo anterior, sin contar el tiempo que malgastan en redes sociales, foros, reuniones con políticos, burócratas del agro y organizaciones campesinas. Todos llegan a pedir puestos y plata. 

En este gobierno ha sucedido algo curioso. A pesar de que la política agraria del Presidente Petro está enfocada en la reforma agraria, las tres ministras que han pasado por la cartera del agro, Cecilia López, Jenifer Mojica y la recién nombrada, Marta Carvajalino, tienen grandes diferencias en la forma de concebir e implementar dicha reforma. Por ello, se han visto frustrados los programas de compra y adjudicación de predios rurales y de fomento a la agricultura campesina familiar. 

Muchos productores del campo guardaban las esperanzas de que, en el gobierno Petro, las cosas en el campo iban a mejorar. Si bien es cierto, que han logrado reducir la corrupción y la politiquería, han cometido muchas equivocaciones en el enfoque de política de fomento agrícola y rural. La ministra Jhenifer Mojica, concentró todos sus esfuerzos y recursos en los programas de ayudas, incentivos y subsidios a la agricultura campesina familiar, comunidades rurales y grupos étnicos, sin antes capacitarlos y formarlos en buenas prácticas agrícolas y emprendimiento rural. Dos años después, solo logró confundir a los productores y perpetuar los problemas del campo. Además, cometió el error de ignorar y maltratar a los empresarios y a la agroindustria del país, que al final del día, son los que mueven el desarrollo del campo, el empleo y la riqueza en las regiones.  Se va del ministerio con un balance de gestión más agrio que dulce.

La ministra entrante, Marta Carvajalino, a quien no conozco, tiene varios desafíos por delante. Si estuviera en su lugar, me concentraría en compararle los predios a los miles de pequeños productores que producen alimentos y materias primas en tierras arrendadas, y comprar grandes extensiones de tierras en la altillanura para adjudicarlas a asociaciones de productores bajo la figura de común y proindiviso. Paso seguido, integraría esos productores a los núcleos agroindustriales, para garantizar proyectos agrícolas rentables y la compra anticipada de sus cosechas. 

Claramente, para obtener estas victorias tempranas se requiere armar dos grupos de trabajo. El de la avanzada, que son los que aportan la tierra y los recursos de para estructurar y desarrollar los proyectos productivos (Agencia Nacional de Tierras, Agencia de Desarrollo Rural, Finagro y Banco Agrario) y los que proveen la biotecnología (ICA, AGROSAVIA y VECOL). La Bolsa Mercantil de Colombia, que se encargue de notarizar los contratos forward y las coberturas de riesgos con el sector privado. Cuando las cosas no están saliendo bien hay que cambiar de estrategia.

Por: Indalecio Dangond – Consultor en crédito de fomento agroindustrial.