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Columnista - 11 marzo, 2017

Buenos anfitriones (II)

Cuando inicié la columna con esta temática, de entrada supe que me tocaría hacer una segunda parte, dada la cantidad de buenos anfitriones que por estas tierras de Dios abundan, precisamente ese día y para festejar su cumpleaños número 70 mi padrino Jorge Saade Mejía y María Amparo su señora organizaron un paseo en su […]

Cuando inicié la columna con esta temática, de entrada supe que me tocaría hacer una segunda parte, dada la cantidad de buenos anfitriones que por estas tierras de Dios abundan, precisamente ese día y para festejar su cumpleaños número 70 mi padrino Jorge Saade Mejía y María Amparo su señora organizaron un paseo en su hacienda Dominó, buena comida criolla (que es lo que se estila para esos paseos campestres), buen trago, buena música por parte de los legendarios Kankuis de Colombia y excelente compañía, pues solo los amigos más cercanos y sobre todo los familiares asistimos a esta bonita y más que merecida reunión, en donde los anfitriones se sobraron en atenciones para con su gente.

Otro que tiene fama de gran anfitrión es el gran Ñego Ariza, quien incluso durante su paso por el consulado en Venezuela se llevó consigo para atender a todo el que lo fuera a visitar y para deleitar a los venezolanos, a una excelente cocinera de quien en el momento se me escapa el nombre, solo sé que es una mujer de una estatura fuera de lo común y por cariño la llaman ‘La Negra’, tan grande como su fama para la buena mesa y de quien he probado muchos manjares, puesto que mi mamá siendo una excelente cocinera también, la ha contratado dado el especial sazón de esta señora, quien prepara comida elegante y autóctona. José Antonio Larrazábal y su esposa Silvia, son especialistas atendiendo, dado su génesis fonsequera a Toño le encantan las guitarras, las cuales no faltan en sus fiestas y reuniones, las liras suenan más bonitas al calor de unos escoceses y paladeando unas ricas viandas preparadas o bien sean dirigidas bajo la supervisión de Silvia, herencia de la mano prodigiosa de Delia Inés, la reunión se hace mucho más amena.

Como lo he manifestado en varias ocasiones las atenciones no tienen nada que ver con el dinero ni lo costoso de lo que ofrezcan, sino con el cariño que los anfitriones le prodiguen a sus agasajados, mi amigo José Daza Durán y su primo Alex, son una muestra de eso, no puedo llegar al hogar de José a compartir con él y su familia un rato, sin que de repente no se aparezca Danys su señora con alguna deliciosa picada, así también me ocurre en casa de la mamá de José donde lo atienden a uno con un cariño inmenso. Mi primo Alejandro Rodríguez Castro, goloso empedernido, le encanta que uno lo visite para mostrar nuevos platos que ha ensayado, la verdad tiene muy buen gusto mi pariente y muchas veces me ha sorprendido con cosas exquisitas. Goyi Maestre y Javier también se lucen con exquisiteces, sea en su apartamento o en el gran balcón de la plaza o en su apartamento de Novalito, me gusta que casi siempre nos halagan con un perfecto balance de picadas gourmets sin que falten las criollas, eso sí, con su toque elegante, eso como que es “mal” de familia, porque Adela Maestre y su esposo Mauricio Pimiento también disfrutan sus cortas estadías aquí en Valledupar, me encantan los paseos organizados por Mauricio, pues nunca falta la ternera a la llanera y una especialidad que solo le he comido a Gentil y a su gente (cocineros expertos en lechonas y mamonas) el friche de ganao, en mi humilde concepto, el friche guajiro es uno de los platos típicos más sabrosos que hay, y el de novillo es igual de delicioso.

No quiero terminar mi columna sin reconocer que el papá de los anfitriones es Dios, quien siempre nos recibe en su casa, con las puertas abiertas.

Por Julio Mario Celedón

@juliomceledon

Columnista
11 marzo, 2017

Buenos anfitriones (II)

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Julio Mario Celedon

Cuando inicié la columna con esta temática, de entrada supe que me tocaría hacer una segunda parte, dada la cantidad de buenos anfitriones que por estas tierras de Dios abundan, precisamente ese día y para festejar su cumpleaños número 70 mi padrino Jorge Saade Mejía y María Amparo su señora organizaron un paseo en su […]


Cuando inicié la columna con esta temática, de entrada supe que me tocaría hacer una segunda parte, dada la cantidad de buenos anfitriones que por estas tierras de Dios abundan, precisamente ese día y para festejar su cumpleaños número 70 mi padrino Jorge Saade Mejía y María Amparo su señora organizaron un paseo en su hacienda Dominó, buena comida criolla (que es lo que se estila para esos paseos campestres), buen trago, buena música por parte de los legendarios Kankuis de Colombia y excelente compañía, pues solo los amigos más cercanos y sobre todo los familiares asistimos a esta bonita y más que merecida reunión, en donde los anfitriones se sobraron en atenciones para con su gente.

Otro que tiene fama de gran anfitrión es el gran Ñego Ariza, quien incluso durante su paso por el consulado en Venezuela se llevó consigo para atender a todo el que lo fuera a visitar y para deleitar a los venezolanos, a una excelente cocinera de quien en el momento se me escapa el nombre, solo sé que es una mujer de una estatura fuera de lo común y por cariño la llaman ‘La Negra’, tan grande como su fama para la buena mesa y de quien he probado muchos manjares, puesto que mi mamá siendo una excelente cocinera también, la ha contratado dado el especial sazón de esta señora, quien prepara comida elegante y autóctona. José Antonio Larrazábal y su esposa Silvia, son especialistas atendiendo, dado su génesis fonsequera a Toño le encantan las guitarras, las cuales no faltan en sus fiestas y reuniones, las liras suenan más bonitas al calor de unos escoceses y paladeando unas ricas viandas preparadas o bien sean dirigidas bajo la supervisión de Silvia, herencia de la mano prodigiosa de Delia Inés, la reunión se hace mucho más amena.

Como lo he manifestado en varias ocasiones las atenciones no tienen nada que ver con el dinero ni lo costoso de lo que ofrezcan, sino con el cariño que los anfitriones le prodiguen a sus agasajados, mi amigo José Daza Durán y su primo Alex, son una muestra de eso, no puedo llegar al hogar de José a compartir con él y su familia un rato, sin que de repente no se aparezca Danys su señora con alguna deliciosa picada, así también me ocurre en casa de la mamá de José donde lo atienden a uno con un cariño inmenso. Mi primo Alejandro Rodríguez Castro, goloso empedernido, le encanta que uno lo visite para mostrar nuevos platos que ha ensayado, la verdad tiene muy buen gusto mi pariente y muchas veces me ha sorprendido con cosas exquisitas. Goyi Maestre y Javier también se lucen con exquisiteces, sea en su apartamento o en el gran balcón de la plaza o en su apartamento de Novalito, me gusta que casi siempre nos halagan con un perfecto balance de picadas gourmets sin que falten las criollas, eso sí, con su toque elegante, eso como que es “mal” de familia, porque Adela Maestre y su esposo Mauricio Pimiento también disfrutan sus cortas estadías aquí en Valledupar, me encantan los paseos organizados por Mauricio, pues nunca falta la ternera a la llanera y una especialidad que solo le he comido a Gentil y a su gente (cocineros expertos en lechonas y mamonas) el friche de ganao, en mi humilde concepto, el friche guajiro es uno de los platos típicos más sabrosos que hay, y el de novillo es igual de delicioso.

No quiero terminar mi columna sin reconocer que el papá de los anfitriones es Dios, quien siempre nos recibe en su casa, con las puertas abiertas.

Por Julio Mario Celedón

@juliomceledon