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Columnista - 4 marzo, 2017

Buenos anfitriones (I)

La palabra “anfitrión” ha sido adoptada como sustantivo común; cuyo sentido es la persona que acoge a otra en su casa o invita a su mesa y de buen agrado comparte lo suyo, significado que se toma de la adaptación del mito que hizo Molière en la obra de teatro homónima (1668), en la que se afirma que el verdadero Anfitrión “es el que nos da de cenar”.

Al escribir sobre los sibaritas, recibí varias llamadas de amigos lectores en donde me recuerdan a algunos que además son buenos anfitriones, aunque ambos están íntimamente ligados, los sibaritas no son siempre buenos anfitriones y viceversa.

La palabra “anfitrión” ha sido adoptada como sustantivo común; cuyo sentido es la persona que acoge a otra en su casa o invita a su mesa y de buen agrado comparte lo suyo, significado que se toma de la adaptación del mito que hizo Molière en la obra de teatro homónima (1668), en la que se afirma que el verdadero Anfitrión “es el que nos da de cenar”. En estas tierras ha sido costumbre por muchos años, realizar fiestas en donde no falta nada y más bien todo abunda, si nos transportamos a la tristemente célebre época de la bonanza marimbera, lo que sobran son ejemplos, pues hay historias de bacanales que duraron hasta cinco días, incluso trasladándose por varias ciudades de la costa, el libro ‘La noche de las luciérnagas’ del desaparecido periodista José Cervantes Angulo, narra varias anécdotas curiosas.

Los vallenatos y guajiros del común, sin distinción de estrato y quienes nunca hemos tenido nada que ver con negocios turbios, nos destacamos ante los demás costeños por ser de todos los mejores anfitriones, es vox populi a nivel nacional nuestra fama de atentos, cuando el valduparense dice atender es a atender, tan bien lo hacemos y con tanto desprendimiento, que muchas veces abusan de esa hospitalidad. Lo cierto es que Valledupar es célebre por la generosidad de sus gentes, y son famosas las historias de las atenciones que Consuelo Araujo Noguera prodigó a los primeros cachacos ilustres que vinieron a conocer nuestra música y cultura, quienes a su vez después regresaron con otros y eso fue acrecentando nuestra reputación, quienes nos desbordamos en atenciones para con los invitados y los hacemos sentir más a gusto o a todo dar, como dicen los mexicanos.

Darío Pavajeau Molina y María Elisa son excelentes anfitriones, Poncho Zuleta se pasa de amabilidad cuando está dispuesto a complacer a alguien, José Luis Calderón, también conocido como ‘El Lobo’, tuvo mucho renombre con las fiestas que hacía en su famosa casa-lote llamada ‘La Cueva’, hoy dia su hogar, en donde parrandeamos muchas veces y por donde en su momento pasaron y hasta vivieron los mejores cocineros y cocineras locales. Durante la década de los noventa las parrandas en ‘La Cueva del lobo’ fueron famosísimas y además de buena música, buen licor, excelentes y abundantes picadas, la gentileza del anfitrión se caracterizaba. Margarita Agudelo de Angulo y el doctor Oswaldo son de las personas más atentas que he conocido, Alejandra Vidal y su esposo Fico tienen fama de cordiales, además del indiscutible paladar gourmet de Aleja, sobre todo en lo referente a charcutería y mariscos, dado su origen riohachero, ciudad influenciada por su marcado comercio con Las Antillas Holandesas, lo que permitía el acceso de jamones y quesos curados; me cuentan también que los eventos organizados por María Fernanda Mejía y el médico ‘Tico’ Aroca en ‘Belencito’ su casa-campo o en su hogar, son de lujo y el buen gusto y gentileza nunca faltan ni se improvisan.

Ser buen anfitrión no tiene que ver con el estrato ni con la capacidad económica, pues he estado en casitas de bahareque donde me han hecho sentir como un rey, que mejores recuerdos de las atenciones que nos brindaba a una “sobrinera putativa” que tuvo mi querida tía Elvia Córdoba, más conocida como ‘La Doña’, que en medio de su pobreza siempre algo rico nos preparaba, a toda la muchachera que a su casa íbamos a molestar.

Por Julio Mario Celedón

@juliomceledon

Columnista
4 marzo, 2017

Buenos anfitriones (I)

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Julio Mario Celedon

La palabra “anfitrión” ha sido adoptada como sustantivo común; cuyo sentido es la persona que acoge a otra en su casa o invita a su mesa y de buen agrado comparte lo suyo, significado que se toma de la adaptación del mito que hizo Molière en la obra de teatro homónima (1668), en la que se afirma que el verdadero Anfitrión “es el que nos da de cenar”.


Al escribir sobre los sibaritas, recibí varias llamadas de amigos lectores en donde me recuerdan a algunos que además son buenos anfitriones, aunque ambos están íntimamente ligados, los sibaritas no son siempre buenos anfitriones y viceversa.

La palabra “anfitrión” ha sido adoptada como sustantivo común; cuyo sentido es la persona que acoge a otra en su casa o invita a su mesa y de buen agrado comparte lo suyo, significado que se toma de la adaptación del mito que hizo Molière en la obra de teatro homónima (1668), en la que se afirma que el verdadero Anfitrión “es el que nos da de cenar”. En estas tierras ha sido costumbre por muchos años, realizar fiestas en donde no falta nada y más bien todo abunda, si nos transportamos a la tristemente célebre época de la bonanza marimbera, lo que sobran son ejemplos, pues hay historias de bacanales que duraron hasta cinco días, incluso trasladándose por varias ciudades de la costa, el libro ‘La noche de las luciérnagas’ del desaparecido periodista José Cervantes Angulo, narra varias anécdotas curiosas.

Los vallenatos y guajiros del común, sin distinción de estrato y quienes nunca hemos tenido nada que ver con negocios turbios, nos destacamos ante los demás costeños por ser de todos los mejores anfitriones, es vox populi a nivel nacional nuestra fama de atentos, cuando el valduparense dice atender es a atender, tan bien lo hacemos y con tanto desprendimiento, que muchas veces abusan de esa hospitalidad. Lo cierto es que Valledupar es célebre por la generosidad de sus gentes, y son famosas las historias de las atenciones que Consuelo Araujo Noguera prodigó a los primeros cachacos ilustres que vinieron a conocer nuestra música y cultura, quienes a su vez después regresaron con otros y eso fue acrecentando nuestra reputación, quienes nos desbordamos en atenciones para con los invitados y los hacemos sentir más a gusto o a todo dar, como dicen los mexicanos.

Darío Pavajeau Molina y María Elisa son excelentes anfitriones, Poncho Zuleta se pasa de amabilidad cuando está dispuesto a complacer a alguien, José Luis Calderón, también conocido como ‘El Lobo’, tuvo mucho renombre con las fiestas que hacía en su famosa casa-lote llamada ‘La Cueva’, hoy dia su hogar, en donde parrandeamos muchas veces y por donde en su momento pasaron y hasta vivieron los mejores cocineros y cocineras locales. Durante la década de los noventa las parrandas en ‘La Cueva del lobo’ fueron famosísimas y además de buena música, buen licor, excelentes y abundantes picadas, la gentileza del anfitrión se caracterizaba. Margarita Agudelo de Angulo y el doctor Oswaldo son de las personas más atentas que he conocido, Alejandra Vidal y su esposo Fico tienen fama de cordiales, además del indiscutible paladar gourmet de Aleja, sobre todo en lo referente a charcutería y mariscos, dado su origen riohachero, ciudad influenciada por su marcado comercio con Las Antillas Holandesas, lo que permitía el acceso de jamones y quesos curados; me cuentan también que los eventos organizados por María Fernanda Mejía y el médico ‘Tico’ Aroca en ‘Belencito’ su casa-campo o en su hogar, son de lujo y el buen gusto y gentileza nunca faltan ni se improvisan.

Ser buen anfitrión no tiene que ver con el estrato ni con la capacidad económica, pues he estado en casitas de bahareque donde me han hecho sentir como un rey, que mejores recuerdos de las atenciones que nos brindaba a una “sobrinera putativa” que tuvo mi querida tía Elvia Córdoba, más conocida como ‘La Doña’, que en medio de su pobreza siempre algo rico nos preparaba, a toda la muchachera que a su casa íbamos a molestar.

Por Julio Mario Celedón

@juliomceledon