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Columnista - 24 junio, 2013

¿Brasil indignada? Sí, Brasil

Como el estereotipo que se ha construido sobre los brasileños es que la mitad de su cerebro la dedican al futbol y la otra al carnaval y, como la revolución de Lula logró transformar a Brasil en una de las economías más importantes del mundo este mismo mundo está sorprendido de las manifestaciones multitudinarias que hoy se han tomado las calles de las principales ciudades de ese país.

Por: Rodolfo Quintero Romero

Como el estereotipo que se ha construido sobre los brasileños es que la mitad de su cerebro la dedican al futbol y la otra al carnaval y, como la revolución de Lula logró transformar a Brasil en una de las economías más importantes del mundo este mismo mundo está sorprendido de las manifestaciones multitudinarias que hoy se han tomado las calles de las principales ciudades de ese país.

La sorpresa es mayor si tenemos en cuenta que 40 millones de brasileños han salido de la pobreza en los últimos 10 años. Que hoy algo más del 50% de su población se clasifica como clase media, que el desempleo es menor del 5% y que en estos precisos momentos se celebra allí la copa confederaciones y las gambetas y goles de Neymar tienen a todos los fanáticos del futbol embelesados a nivel global.

Algo pasa en Brasil cuando su pueblo ha logrado niveles de lucidez tales que le permiten entender que es mejor el pan que el circo. Y en lugar de sentirse orgullosos por los bellos estadios de futbol salen a exigir en las calles que el gobierno, en vez de gastar enormes sumas de dinero en el próximo mundial de futbol, debe invertir en mejorar la calidad de la salud, educación, transporte y seguridad.

La gente está cansada de las promesas. Cree solo en los hechos. En realidades concretas. Está cansada de la corrupción y exige que los corruptos vivan y duerman en las cárceles en lugar de disfrutar de los gajes y honores de la burocracia y los presupuestos públicos. No resiste más los niveles de inseguridad ciudadana, el racismo, la discriminación y quiere una sociedad más incluyente y democrática. Un nuevo Brasil. No solo próspero sino equitativo.

Los ignorados están en movimiento. Los ciudadanos salen a las calles sin permiso de los políticos a ejercer la democracia directa por una vida mejor. España, Egipto, Túnez, Libia, Grecia, Turquía, Brasil son testigos de la indignación de la sociedad civil. ¿Cuándo veremos indignados a los colombianos, a los costeños, los cesarenses y los vallenatos? 

Un 47% de los cesarenses viven en la pobreza; solo hay agua potable en Valledupar; los colegios se están cayendo y la calidad de la educación es pésima; más de 80 mil personas son iletradas; la inseguridad es alarmante; de la corrupción ni se hable; la informalidad económica es del 80%; la salud está en manos de los delincuentes. Mientras tanto sus gobernantes tienen otras prioridades que estiman generan más votos y aplausos.

Muchas razones tenemos para indignarnos. Ojalá los miles de jóvenes que salen a la calle a demostrar su alegría cuando sus ídolos vallenatos graban un nuevo CD lo hagan también para reclamar una vida mejor, más digna y justa.

 

Columnista
24 junio, 2013

¿Brasil indignada? Sí, Brasil

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Rodolfo Quintero Romero

Como el estereotipo que se ha construido sobre los brasileños es que la mitad de su cerebro la dedican al futbol y la otra al carnaval y, como la revolución de Lula logró transformar a Brasil en una de las economías más importantes del mundo este mismo mundo está sorprendido de las manifestaciones multitudinarias que hoy se han tomado las calles de las principales ciudades de ese país.


Por: Rodolfo Quintero Romero

Como el estereotipo que se ha construido sobre los brasileños es que la mitad de su cerebro la dedican al futbol y la otra al carnaval y, como la revolución de Lula logró transformar a Brasil en una de las economías más importantes del mundo este mismo mundo está sorprendido de las manifestaciones multitudinarias que hoy se han tomado las calles de las principales ciudades de ese país.

La sorpresa es mayor si tenemos en cuenta que 40 millones de brasileños han salido de la pobreza en los últimos 10 años. Que hoy algo más del 50% de su población se clasifica como clase media, que el desempleo es menor del 5% y que en estos precisos momentos se celebra allí la copa confederaciones y las gambetas y goles de Neymar tienen a todos los fanáticos del futbol embelesados a nivel global.

Algo pasa en Brasil cuando su pueblo ha logrado niveles de lucidez tales que le permiten entender que es mejor el pan que el circo. Y en lugar de sentirse orgullosos por los bellos estadios de futbol salen a exigir en las calles que el gobierno, en vez de gastar enormes sumas de dinero en el próximo mundial de futbol, debe invertir en mejorar la calidad de la salud, educación, transporte y seguridad.

La gente está cansada de las promesas. Cree solo en los hechos. En realidades concretas. Está cansada de la corrupción y exige que los corruptos vivan y duerman en las cárceles en lugar de disfrutar de los gajes y honores de la burocracia y los presupuestos públicos. No resiste más los niveles de inseguridad ciudadana, el racismo, la discriminación y quiere una sociedad más incluyente y democrática. Un nuevo Brasil. No solo próspero sino equitativo.

Los ignorados están en movimiento. Los ciudadanos salen a las calles sin permiso de los políticos a ejercer la democracia directa por una vida mejor. España, Egipto, Túnez, Libia, Grecia, Turquía, Brasil son testigos de la indignación de la sociedad civil. ¿Cuándo veremos indignados a los colombianos, a los costeños, los cesarenses y los vallenatos? 

Un 47% de los cesarenses viven en la pobreza; solo hay agua potable en Valledupar; los colegios se están cayendo y la calidad de la educación es pésima; más de 80 mil personas son iletradas; la inseguridad es alarmante; de la corrupción ni se hable; la informalidad económica es del 80%; la salud está en manos de los delincuentes. Mientras tanto sus gobernantes tienen otras prioridades que estiman generan más votos y aplausos.

Muchas razones tenemos para indignarnos. Ojalá los miles de jóvenes que salen a la calle a demostrar su alegría cuando sus ídolos vallenatos graban un nuevo CD lo hagan también para reclamar una vida mejor, más digna y justa.