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Columnista - 4 mayo, 2019

Bogotá, un mundo de libros…

Para quienes no pudimos viajar a Valledupar, a disfrutar del Festival Vallenato, nos quedó el refugio de la Feria Internacional del Libro de Bogotá, que este año llegó a su edición Trigésima Segunda. La Filbo es una torre de babel, en el mejor sentido de la palabra: eventos culturales, conferencias, lanzamiento de novedades literarias, foros, […]

Para quienes no pudimos viajar a Valledupar, a disfrutar del Festival Vallenato, nos quedó el refugio de la Feria Internacional del Libro de Bogotá, que este año llegó a su edición Trigésima Segunda. La Filbo es una torre de babel, en el mejor sentido de la palabra: eventos culturales, conferencias, lanzamiento de novedades literarias, foros, encuentro y charlas de los escritores con sus lectores, etc; un gran evento cultural que reconforta como país, con su creación literaria y con la vigencia de ese inigualable canal de comunicación: el libro.

La Feria Internacional del Libro de Bogotá es las más grande del país y una de las mejores y más grandes de América Latina, solo comparable con las que se realizan en Argentina, en México o en Brasil.

Es lo mejor del mes de abril, que viene con lluvias, nostalgias y un nuevo rey de la música vallenata, esta vez Alfonso ‘Ponchito’ Monsalvo Baute, quien ganó merecidamente, frente a otros cuatro fuertes competidores. El vallenato también ratifica, cada año, que está vivito como fenómeno cultural, independientemente de los temas políticos sobre la organización y gestión del Festival de la Leyenda Vallenata, que el próximo año, en 2020, llegará a su versión número 53º. Un paréntesis: hay vallenato para el mundo, para mucho rato, señoras y señores.

Y también hay libro para rato, mientras haya lectores y escritores, y poetas, y cuentistas y ensayistas, para quienes disfrutamos de la lectura de un buen libro. El libro es un objeto vivo, así cambie un poco, ahora con más diseño, más fotos, más ilustraciones, o en otros canales como los electrónicos y los audiolibros, pero ese instrumento que guarda la memoria, que permite viajar y hablar con autores que hoy ya no están, que existieron hace años o siglos. Me niego a creer que el libro vaya a desaparecer como aseguran algunos.

Esta vez, la Feria fue del 25 de abril al 6 de Mayo, y el tema central fue el Bicentenario de nuestra independencia. Sí, Colombia, el país invitado. Son 200 años, tratando de construir un país en el cual quepamos todos y en el que las generaciones que llevan cientos de años de soledad tengan otra segunda oportunidad para buscar y lograr la felicidad acá en la tierra, como lo decía el inmortal Gabriel García Márquez, quien se fue en abril, ya hace cinco años.

Y la Feria es un claro ejemplo de que se pueden aunar esfuerzos entre el Estado, a través del Ministerio de la Cultura, y otras entidades como Ecopetrol; la empresa privada, a través de la Cámara de Comercio de Bogotá, la Cámara Colombiana del Libro, las universidades, la misma Corferias, y claro la mejor disposición y la creación de cientos de escritores, poetas, críticos y sus millones de lectores, que esperan con ansiedad la Feria para deleitarse viendo y ojeando, y hojeando libros y más libros. Libros de todos los colores, olores, sabores y precios y que ratifican que el que no lee, es –sencillamente- porque no quiere. Así de sencillo.
La Filbo es mucho más que libros. Es la comunidad viviente de lectores, de todas las edades, que se encuentran a tomar un café, a compartir. Es la ratificación de Colombia como país de regiones, de muchas culturas, de muchas cosmovisiones, de muchos y diversos sabores. Un evento que permite olvidarse, así sea por pocos días, de una Nación que afronta serios problemas: corrupción, confusión política, inseguridad, pero que, si se organizara de manera solidaria y generosa, podría ser uno de los más prósperos y ricos, desde el punto de vista cultural, de esta América Latina, que no pasa por un buen momento. En fin, disfrutemos la Feria Internacional del Libro de Bogotá y esperaremos, con mucha expectativa, la del próximo año.

Columnista
4 mayo, 2019

Bogotá, un mundo de libros…

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Carlos Alberto Maestre

Para quienes no pudimos viajar a Valledupar, a disfrutar del Festival Vallenato, nos quedó el refugio de la Feria Internacional del Libro de Bogotá, que este año llegó a su edición Trigésima Segunda. La Filbo es una torre de babel, en el mejor sentido de la palabra: eventos culturales, conferencias, lanzamiento de novedades literarias, foros, […]


Para quienes no pudimos viajar a Valledupar, a disfrutar del Festival Vallenato, nos quedó el refugio de la Feria Internacional del Libro de Bogotá, que este año llegó a su edición Trigésima Segunda. La Filbo es una torre de babel, en el mejor sentido de la palabra: eventos culturales, conferencias, lanzamiento de novedades literarias, foros, encuentro y charlas de los escritores con sus lectores, etc; un gran evento cultural que reconforta como país, con su creación literaria y con la vigencia de ese inigualable canal de comunicación: el libro.

La Feria Internacional del Libro de Bogotá es las más grande del país y una de las mejores y más grandes de América Latina, solo comparable con las que se realizan en Argentina, en México o en Brasil.

Es lo mejor del mes de abril, que viene con lluvias, nostalgias y un nuevo rey de la música vallenata, esta vez Alfonso ‘Ponchito’ Monsalvo Baute, quien ganó merecidamente, frente a otros cuatro fuertes competidores. El vallenato también ratifica, cada año, que está vivito como fenómeno cultural, independientemente de los temas políticos sobre la organización y gestión del Festival de la Leyenda Vallenata, que el próximo año, en 2020, llegará a su versión número 53º. Un paréntesis: hay vallenato para el mundo, para mucho rato, señoras y señores.

Y también hay libro para rato, mientras haya lectores y escritores, y poetas, y cuentistas y ensayistas, para quienes disfrutamos de la lectura de un buen libro. El libro es un objeto vivo, así cambie un poco, ahora con más diseño, más fotos, más ilustraciones, o en otros canales como los electrónicos y los audiolibros, pero ese instrumento que guarda la memoria, que permite viajar y hablar con autores que hoy ya no están, que existieron hace años o siglos. Me niego a creer que el libro vaya a desaparecer como aseguran algunos.

Esta vez, la Feria fue del 25 de abril al 6 de Mayo, y el tema central fue el Bicentenario de nuestra independencia. Sí, Colombia, el país invitado. Son 200 años, tratando de construir un país en el cual quepamos todos y en el que las generaciones que llevan cientos de años de soledad tengan otra segunda oportunidad para buscar y lograr la felicidad acá en la tierra, como lo decía el inmortal Gabriel García Márquez, quien se fue en abril, ya hace cinco años.

Y la Feria es un claro ejemplo de que se pueden aunar esfuerzos entre el Estado, a través del Ministerio de la Cultura, y otras entidades como Ecopetrol; la empresa privada, a través de la Cámara de Comercio de Bogotá, la Cámara Colombiana del Libro, las universidades, la misma Corferias, y claro la mejor disposición y la creación de cientos de escritores, poetas, críticos y sus millones de lectores, que esperan con ansiedad la Feria para deleitarse viendo y ojeando, y hojeando libros y más libros. Libros de todos los colores, olores, sabores y precios y que ratifican que el que no lee, es –sencillamente- porque no quiere. Así de sencillo.
La Filbo es mucho más que libros. Es la comunidad viviente de lectores, de todas las edades, que se encuentran a tomar un café, a compartir. Es la ratificación de Colombia como país de regiones, de muchas culturas, de muchas cosmovisiones, de muchos y diversos sabores. Un evento que permite olvidarse, así sea por pocos días, de una Nación que afronta serios problemas: corrupción, confusión política, inseguridad, pero que, si se organizara de manera solidaria y generosa, podría ser uno de los más prósperos y ricos, desde el punto de vista cultural, de esta América Latina, que no pasa por un buen momento. En fin, disfrutemos la Feria Internacional del Libro de Bogotá y esperaremos, con mucha expectativa, la del próximo año.