Había decidido escribir esta columna periodística sobre el coronavirus, pero no va a ser así, solo porque en estos días me he lavado las manos, como nunca en mi vida lo había hecho. Ojo, no por parecerme a Pilatos, ni más faltaba. Mis lectores saben que mi ecuanimidad está por encima de la grabación de […]
Había decidido escribir esta columna periodística sobre el coronavirus, pero no va a ser así, solo porque en estos días me he lavado las manos, como nunca en mi vida lo había hecho. Ojo, no por parecerme a Pilatos, ni más faltaba.
Mis lectores saben que mi ecuanimidad está por encima de la grabación de Cayita Daza y el Neñe (a quienes nunca conocí), la que al final, no dice nada anormal y solo levantó un “chispero” para mencionar a políticos (¿?) como Ismael Namén, Didier Lobo, Sergio Araujo (Yeyo Arrauw), Uribe, Duque, Mauricio Pimiento, miembros de la Casa Cielo y otros que ahora no recuerdo.
Pareciera que los partidos políticos no tienen filosofía. Está imperando el centralismo, la corrupción, el machismo, el racismo y los afanes del poder tienen sumidos a este país en una confusión que perturba lo poco que queda de democracia.
Se recuerda la Ñeñe política con la otrora bonanza marimbera Guajira-cesarense y mis consejeros periodísticos Tíochiro y Tíonan no han escatimado esfuerzo para manifestar que dicha comparación tiene algún sentido conceptual solo en la dimensión del narcotráfico y en que ahora como antes, siguen usando a bobos (costeños) útiles.
En los años 70 – 90 los barranquilleros y samarios, le temían a un guajiro porque representaba el poder de la marimba, de las armas y el dinero. Los guajiros, los nuevos ricos, empezaron a comprar casas en Los Nogales, Avenida Libertador, en Novalito y en el norte de cada ciudad.
Eran las épocas de las camionetas Ranger y los sacos tres rayas, llenos de billetes. Los “marimberos” guajiros, pagaban por las casas hasta 10 veces más de lo que costaba.
Los músicos y conjuntos vallenatos recibían sumas millonarias, carros, pozos profundos en fincas, acordeones y hasta costosos tratamientos odontológicos. Compraban mochilas y hamacas lujosas, que repartían a sus querencias.
Era una vida llena de excitaciones, el marimbero bonachón que brindaba trago y comida hasta decir no más. El mismo que hacía parrandas vallenatas, a cambio de que nombraran en un disco al hijo, al hermano, al papá, a la mujer o al ahijado.
Lo creían el más “pupis” porque le daba lo mismo gastarse $20 millones que $200 mil en un cumpleaños. Se creía el más hombre porque tenía en la pretina una pistola 9 milímetros o un 38 largo o porque sus excentricidades daban hasta para hacer alarde de regalar una cadena de oro, hasta de 200 gramos.
Incluso, fueron amigos de muchos de los políticos costeños y del interior del país. Es aquí en este punto en donde Tíochiro sostiene que los marimberos nuestros fueron bobos útiles de los verdaderos narcotraficantes como Pablo Escobar, Lehder, el mexicano, entre otros. Los marimberos lograban recopilar la marihuana y se la vendían a los verdaderos capos por sumas irrisorias, mucho más barata como ellos la vendían en el exterior.
Pareciera que ahora está pasando lo mismo con mucha gente en la Costa que se “regalan” a los jefes políticos de Bogotá y Medellín para servirles de “mulas” y escuderos a cambio de viandas, tragos, salarios irrisorios, invitaciones a posesiones presidenciales y a parrandas vallenatas. Al final, estos bobos útiles, como ocurrió en la bonanza marimbera son ahora los que pueden terminar presos por la Ñeñepolítica, la Aydamerlano o las casas locales y en donde se congregan familias para blindar a los políticos nacionales. Ya muchos han saboreado las creces de la tradición. Hasta la próxima semana. [email protected]
Había decidido escribir esta columna periodística sobre el coronavirus, pero no va a ser así, solo porque en estos días me he lavado las manos, como nunca en mi vida lo había hecho. Ojo, no por parecerme a Pilatos, ni más faltaba. Mis lectores saben que mi ecuanimidad está por encima de la grabación de […]
Había decidido escribir esta columna periodística sobre el coronavirus, pero no va a ser así, solo porque en estos días me he lavado las manos, como nunca en mi vida lo había hecho. Ojo, no por parecerme a Pilatos, ni más faltaba.
Mis lectores saben que mi ecuanimidad está por encima de la grabación de Cayita Daza y el Neñe (a quienes nunca conocí), la que al final, no dice nada anormal y solo levantó un “chispero” para mencionar a políticos (¿?) como Ismael Namén, Didier Lobo, Sergio Araujo (Yeyo Arrauw), Uribe, Duque, Mauricio Pimiento, miembros de la Casa Cielo y otros que ahora no recuerdo.
Pareciera que los partidos políticos no tienen filosofía. Está imperando el centralismo, la corrupción, el machismo, el racismo y los afanes del poder tienen sumidos a este país en una confusión que perturba lo poco que queda de democracia.
Se recuerda la Ñeñe política con la otrora bonanza marimbera Guajira-cesarense y mis consejeros periodísticos Tíochiro y Tíonan no han escatimado esfuerzo para manifestar que dicha comparación tiene algún sentido conceptual solo en la dimensión del narcotráfico y en que ahora como antes, siguen usando a bobos (costeños) útiles.
En los años 70 – 90 los barranquilleros y samarios, le temían a un guajiro porque representaba el poder de la marimba, de las armas y el dinero. Los guajiros, los nuevos ricos, empezaron a comprar casas en Los Nogales, Avenida Libertador, en Novalito y en el norte de cada ciudad.
Eran las épocas de las camionetas Ranger y los sacos tres rayas, llenos de billetes. Los “marimberos” guajiros, pagaban por las casas hasta 10 veces más de lo que costaba.
Los músicos y conjuntos vallenatos recibían sumas millonarias, carros, pozos profundos en fincas, acordeones y hasta costosos tratamientos odontológicos. Compraban mochilas y hamacas lujosas, que repartían a sus querencias.
Era una vida llena de excitaciones, el marimbero bonachón que brindaba trago y comida hasta decir no más. El mismo que hacía parrandas vallenatas, a cambio de que nombraran en un disco al hijo, al hermano, al papá, a la mujer o al ahijado.
Lo creían el más “pupis” porque le daba lo mismo gastarse $20 millones que $200 mil en un cumpleaños. Se creía el más hombre porque tenía en la pretina una pistola 9 milímetros o un 38 largo o porque sus excentricidades daban hasta para hacer alarde de regalar una cadena de oro, hasta de 200 gramos.
Incluso, fueron amigos de muchos de los políticos costeños y del interior del país. Es aquí en este punto en donde Tíochiro sostiene que los marimberos nuestros fueron bobos útiles de los verdaderos narcotraficantes como Pablo Escobar, Lehder, el mexicano, entre otros. Los marimberos lograban recopilar la marihuana y se la vendían a los verdaderos capos por sumas irrisorias, mucho más barata como ellos la vendían en el exterior.
Pareciera que ahora está pasando lo mismo con mucha gente en la Costa que se “regalan” a los jefes políticos de Bogotá y Medellín para servirles de “mulas” y escuderos a cambio de viandas, tragos, salarios irrisorios, invitaciones a posesiones presidenciales y a parrandas vallenatas. Al final, estos bobos útiles, como ocurrió en la bonanza marimbera son ahora los que pueden terminar presos por la Ñeñepolítica, la Aydamerlano o las casas locales y en donde se congregan familias para blindar a los políticos nacionales. Ya muchos han saboreado las creces de la tradición. Hasta la próxima semana. [email protected]