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Columnista - 28 enero, 2022

‘Bechita’

Fue ‘Bechita’ junto con Adelaida de Castro, Socorro Araújo y Orlando Velásquez, los pioneros de la bacteriología moderna en esta ciudad, que reemplazaron a ese apóstol de esa profesión llamado Rafael Soto Fuentes. 

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Fue el hogar de don Pepe López y Belén Iriarte, un centro de buenas costumbres en la hidalga población de Urumita, para la época corregimiento de Villanueva, donde él cultivaba la literatura y conocimientos culturales y ella, más conocida por sus virtudes como ‘La Tía Belén’, dispensaba bondad y buenos servicios a todos los que por una u otra razón los visitábamos.

En ese hogar pleno de dulzura y lleno de amor nació Betsabé López Iriarte, fallecida hace pocos días, más conocida como ‘Bechita’ y en sus más allegados ‘Becha’, quien heredó las virtudes de sus padres y las acrecentó y pulió con la educación académica, pues a muy temprana edad fue enviada a Bogotá y en la prestigiosa Universidad Javeriana obtuvo el título de bacterióloga, profesión que desde sus inicios ejerció en esta ciudad con idoneidad, sabiduría, amor, honradez y desprendimiento.

Su laboratorio, que no he podido saber el nombre, pero que no hace falta, pues todo el mundo lo identificaba con su dulce apelativo ‘Donde Bechita’, que funcionó primero en la carrera Octava con 16 A, locales de la familia Saad Fraija, después en las modernas instalaciones construidas por su paisano y pariente el doctor Raúl López Araújo, donde hoy funciona la prestigiosa Universidad Udes y posteriormente en el edificio Santo Domingo, donde sus familiares Villazón Gutiérrez le arrendaron un cómodo local y por último en su residencia en el lujoso barrio Novalito, permanecía abierto a toda hora para prestarles sus servicios, pagos o gratuitos a quien a él acudiera.

Fue ‘Bechita’ junto con Adelaida de Castro, Socorro Araújo y Orlando Velásquez, los pioneros de la bacteriología moderna en esta ciudad, que reemplazaron a ese apóstol de esa profesión llamado Rafael Soto Fuentes. 

Ella encontró en el gremio médico, liderado primero por Alcides Martínez Calderón, Manuel Gutiérrez Acosta, Esteban Cuello Gutiérrez y Cristóbal Celedón Ramírez y después por Luciano Aponte López, su querido primo hermano, más que primo hermano, hermanos de verdad, que encontró repito una gran receptividad y a pesar de eso no dio para amasar fortuna, porque ese no era su objetivo, eso no la hacía feliz a plenitud, su realización como ser humano y profesional era servirle a todo el que acudiera a su laboratorio y era muy poco lo que le cobraba a sus pacientes, cuando les cobraba, pues ella era más feliz cuando recibía un abrazo de agradecimiento, que cuando le daban un billete de mil o dos mil de la época. 

¡Qué tal que Bechita hubiera tenido las agallas y ambiciones de los bacteriólogos de ahora!, se hubiera muerto tapá de plata, pero nadie la hubiera recordado como la recuerdan miles de personas a quienes les estiró y abrió sus manos generosas para salvarles la vida con los resultados gratis de su labor profesional.

‘Bechita’ fue la primera bacterióloga del municipio de Villanueva y Luciano, el primer médico del corregimiento de Urumita. Tienen ese gran mérito y Villanueva y Urumita están en deuda con ellos para hacerle a ella un homenaje póstumo y a él uno presencial.

********************** 

Señor  director del Hospital Eduardo Arredondo, el puesto de salud del San Joaquín fue cerrado por la pandemia y se les ha olvidado reabrirlo, cuando la verdad es que hace mucha falta por los buenos servicios que le presta a la comunidad. Manos a la obra, a reabrirlo por petición expresa de los habitantes de los barrios aledaños al San Joaquín.

Por José Manuel Aponte Martínez

Columnista
28 enero, 2022

‘Bechita’

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
José M. Aponte Martínez

Fue ‘Bechita’ junto con Adelaida de Castro, Socorro Araújo y Orlando Velásquez, los pioneros de la bacteriología moderna en esta ciudad, que reemplazaron a ese apóstol de esa profesión llamado Rafael Soto Fuentes. 


Fue el hogar de don Pepe López y Belén Iriarte, un centro de buenas costumbres en la hidalga población de Urumita, para la época corregimiento de Villanueva, donde él cultivaba la literatura y conocimientos culturales y ella, más conocida por sus virtudes como ‘La Tía Belén’, dispensaba bondad y buenos servicios a todos los que por una u otra razón los visitábamos.

En ese hogar pleno de dulzura y lleno de amor nació Betsabé López Iriarte, fallecida hace pocos días, más conocida como ‘Bechita’ y en sus más allegados ‘Becha’, quien heredó las virtudes de sus padres y las acrecentó y pulió con la educación académica, pues a muy temprana edad fue enviada a Bogotá y en la prestigiosa Universidad Javeriana obtuvo el título de bacterióloga, profesión que desde sus inicios ejerció en esta ciudad con idoneidad, sabiduría, amor, honradez y desprendimiento.

Su laboratorio, que no he podido saber el nombre, pero que no hace falta, pues todo el mundo lo identificaba con su dulce apelativo ‘Donde Bechita’, que funcionó primero en la carrera Octava con 16 A, locales de la familia Saad Fraija, después en las modernas instalaciones construidas por su paisano y pariente el doctor Raúl López Araújo, donde hoy funciona la prestigiosa Universidad Udes y posteriormente en el edificio Santo Domingo, donde sus familiares Villazón Gutiérrez le arrendaron un cómodo local y por último en su residencia en el lujoso barrio Novalito, permanecía abierto a toda hora para prestarles sus servicios, pagos o gratuitos a quien a él acudiera.

Fue ‘Bechita’ junto con Adelaida de Castro, Socorro Araújo y Orlando Velásquez, los pioneros de la bacteriología moderna en esta ciudad, que reemplazaron a ese apóstol de esa profesión llamado Rafael Soto Fuentes. 

Ella encontró en el gremio médico, liderado primero por Alcides Martínez Calderón, Manuel Gutiérrez Acosta, Esteban Cuello Gutiérrez y Cristóbal Celedón Ramírez y después por Luciano Aponte López, su querido primo hermano, más que primo hermano, hermanos de verdad, que encontró repito una gran receptividad y a pesar de eso no dio para amasar fortuna, porque ese no era su objetivo, eso no la hacía feliz a plenitud, su realización como ser humano y profesional era servirle a todo el que acudiera a su laboratorio y era muy poco lo que le cobraba a sus pacientes, cuando les cobraba, pues ella era más feliz cuando recibía un abrazo de agradecimiento, que cuando le daban un billete de mil o dos mil de la época. 

¡Qué tal que Bechita hubiera tenido las agallas y ambiciones de los bacteriólogos de ahora!, se hubiera muerto tapá de plata, pero nadie la hubiera recordado como la recuerdan miles de personas a quienes les estiró y abrió sus manos generosas para salvarles la vida con los resultados gratis de su labor profesional.

‘Bechita’ fue la primera bacterióloga del municipio de Villanueva y Luciano, el primer médico del corregimiento de Urumita. Tienen ese gran mérito y Villanueva y Urumita están en deuda con ellos para hacerle a ella un homenaje póstumo y a él uno presencial.

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Señor  director del Hospital Eduardo Arredondo, el puesto de salud del San Joaquín fue cerrado por la pandemia y se les ha olvidado reabrirlo, cuando la verdad es que hace mucha falta por los buenos servicios que le presta a la comunidad. Manos a la obra, a reabrirlo por petición expresa de los habitantes de los barrios aledaños al San Joaquín.

Por José Manuel Aponte Martínez