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Columnista - 19 febrero, 2024

Bájense del carro

Valledupar se ha llenado de carros y motos convirtiéndose en una ciudad sin espacio para el peatón y el biciusuario. Los rombois, semáforos y entradas de colegios son filas insoportables que estresan a cualquiera. La solución a eso no son más agentes de tránsito sino buscar otros medios de transporte que descongestionen la ciudad y […]

Valledupar se ha llenado de carros y motos convirtiéndose en una ciudad sin espacio para el peatón y el biciusuario. Los rombois, semáforos y entradas de colegios son filas insoportables que estresan a cualquiera. La solución a eso no son más agentes de tránsito sino buscar otros medios de transporte que descongestionen la ciudad y la hagan más habitable. 

Ante el crecimiento de los carros en las ciudades, urge encontrar algo más inteligente: una combinación de piernas, bicicletas y transporte público dice el reconocido urbanista Jan Gehl. Y es que el caos de la movilidad en Valledupar es porque sigue pensándose alrededor de los dos medios de transporte más causantes de accidentes, como es la moto, y causantes de trancón, como es el carro.

Valledupar necesita pensar en infraestructura que le de paso a otros medios de transporte sostenibles. El programa ‘ValleduparVaEnBici’ que creó un sistema de bicicletas públicas era una gran idea pero la falta de voluntad política y visión no han permitido que funcione. Según Pablo Salcedo, quien fue su operador, ese programa alcanzó a tener unas 3.500 personas inscritas, 17.500 préstamos y la ciudad comenzó a mejorar su índice de viajes en bici. Ese programa hay que retomarlo, metiéndole la ficha y cobrando algo simbólico que ayude al mantenimiento del sistema. 

El nuevo plan de desarrollo de la ciudad debe crear la política pública de la bicicleta en la ciudad con una meta que incremente el número de viajes en bici en la ciudad y que tenga una asignación de recursos. Por supuesto, todo esto va asociado a una política de construcción de infraestructura vial como ciclorrutas y de fomento de la cultura ciudadana. Ni qué hablar del papel que juega la seguridad en la ciudad para disminuir los hurtos de bicicletas. 

Pero vamos por partes, en la medida en que el sector público dé pasos para adecuar la ciudad a otros medios de transporte distintos al carro y la moto, se comienza a crear la cultura. Las calles pueden volverse más seguras en la medida en que hay más personas que caminan, que usan la bici, que usan el transporte público, que viven la calle.  

Embarcarse en un proyecto así genera innumerables beneficios para la ciudad en términos de mejor calidad del aire, disminución del ruido, disminución de la accidentalidad y de los problemas de convivencia vial, entre otros. En últimas esto se trata de algo mucho más grande: construir una ciudad más vivible.  

La ciclovía por ejemplo debe ser una actividad permanente en lugares como la avenida Simón Bolívar, la Transversal 23 y la Sierra Nevada donde todos los vallenatos puedan hacer ejercicio e integrarse en comunidad. Eso es lo que representa la ciclovía en ciudades como Bogotá, a donde va el rico, el pobre, el perro, el gato y todo el que quiera disfrutar una actividad distinta. 

La bicicleta debe dejar de ser el medio de transporte de personas que no tienen los medios económicos para una moto o un carro para convertirse en una opción de muchas personas en la ciudad. 

Bacano que en Valledupar haya gente como Pipe Araújo Ariza quien publica en sus redes que lleva a su hija en bici al colegio. Ojalá hubiera muchos más padres de familia como él, que se animaran a llevar a sus hijos en bici o caminando las 4 cuadras que hay de muchos conjuntos del norte de la ciudad a los colegios. En Bogotá, por ejemplo, hay una iniciativa hermosa llamada “Al colegio en bici” de minicaravanas de niños en bicicleta guiados por adultos. 

El fomento de medios alternativos de transporte como la bici debe ir acompañada de incentivos. Los colegios deberían ofrecer reducciones de matrículas a niños que vayan en bici al colegio. La Alcaldía a su vez debería darle incentivos tributarios a estos colegios y a las empresas que motiven a sus empleados a estos medios. 

A los políticos locales les falta imaginación y ejecución. En Valledupar hay que darse peleas por cambios estructurales de ciudad. Un alcalde que se enfoque en organizar la ciudad alrededor de la movilidad sostenible, se puede dar por bien servido y la ciudad se lo agradecerá.

La movilidad no va a mejorar porque contraten miles de agentes de tránsito para regular los miles de carros que transitan por las pocas vías que tiene la ciudad. Esto mejora el día que los ciudadanos comencemos a buscar otros medios de transporte y la Alcaldía a generar los incentivos para que eso se dé. 

Iván Lozano 

@IvanLozanoba 

Columnista
19 febrero, 2024

Bájense del carro

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Iván Lozano

Valledupar se ha llenado de carros y motos convirtiéndose en una ciudad sin espacio para el peatón y el biciusuario. Los rombois, semáforos y entradas de colegios son filas insoportables que estresan a cualquiera. La solución a eso no son más agentes de tránsito sino buscar otros medios de transporte que descongestionen la ciudad y […]


Valledupar se ha llenado de carros y motos convirtiéndose en una ciudad sin espacio para el peatón y el biciusuario. Los rombois, semáforos y entradas de colegios son filas insoportables que estresan a cualquiera. La solución a eso no son más agentes de tránsito sino buscar otros medios de transporte que descongestionen la ciudad y la hagan más habitable. 

Ante el crecimiento de los carros en las ciudades, urge encontrar algo más inteligente: una combinación de piernas, bicicletas y transporte público dice el reconocido urbanista Jan Gehl. Y es que el caos de la movilidad en Valledupar es porque sigue pensándose alrededor de los dos medios de transporte más causantes de accidentes, como es la moto, y causantes de trancón, como es el carro.

Valledupar necesita pensar en infraestructura que le de paso a otros medios de transporte sostenibles. El programa ‘ValleduparVaEnBici’ que creó un sistema de bicicletas públicas era una gran idea pero la falta de voluntad política y visión no han permitido que funcione. Según Pablo Salcedo, quien fue su operador, ese programa alcanzó a tener unas 3.500 personas inscritas, 17.500 préstamos y la ciudad comenzó a mejorar su índice de viajes en bici. Ese programa hay que retomarlo, metiéndole la ficha y cobrando algo simbólico que ayude al mantenimiento del sistema. 

El nuevo plan de desarrollo de la ciudad debe crear la política pública de la bicicleta en la ciudad con una meta que incremente el número de viajes en bici en la ciudad y que tenga una asignación de recursos. Por supuesto, todo esto va asociado a una política de construcción de infraestructura vial como ciclorrutas y de fomento de la cultura ciudadana. Ni qué hablar del papel que juega la seguridad en la ciudad para disminuir los hurtos de bicicletas. 

Pero vamos por partes, en la medida en que el sector público dé pasos para adecuar la ciudad a otros medios de transporte distintos al carro y la moto, se comienza a crear la cultura. Las calles pueden volverse más seguras en la medida en que hay más personas que caminan, que usan la bici, que usan el transporte público, que viven la calle.  

Embarcarse en un proyecto así genera innumerables beneficios para la ciudad en términos de mejor calidad del aire, disminución del ruido, disminución de la accidentalidad y de los problemas de convivencia vial, entre otros. En últimas esto se trata de algo mucho más grande: construir una ciudad más vivible.  

La ciclovía por ejemplo debe ser una actividad permanente en lugares como la avenida Simón Bolívar, la Transversal 23 y la Sierra Nevada donde todos los vallenatos puedan hacer ejercicio e integrarse en comunidad. Eso es lo que representa la ciclovía en ciudades como Bogotá, a donde va el rico, el pobre, el perro, el gato y todo el que quiera disfrutar una actividad distinta. 

La bicicleta debe dejar de ser el medio de transporte de personas que no tienen los medios económicos para una moto o un carro para convertirse en una opción de muchas personas en la ciudad. 

Bacano que en Valledupar haya gente como Pipe Araújo Ariza quien publica en sus redes que lleva a su hija en bici al colegio. Ojalá hubiera muchos más padres de familia como él, que se animaran a llevar a sus hijos en bici o caminando las 4 cuadras que hay de muchos conjuntos del norte de la ciudad a los colegios. En Bogotá, por ejemplo, hay una iniciativa hermosa llamada “Al colegio en bici” de minicaravanas de niños en bicicleta guiados por adultos. 

El fomento de medios alternativos de transporte como la bici debe ir acompañada de incentivos. Los colegios deberían ofrecer reducciones de matrículas a niños que vayan en bici al colegio. La Alcaldía a su vez debería darle incentivos tributarios a estos colegios y a las empresas que motiven a sus empleados a estos medios. 

A los políticos locales les falta imaginación y ejecución. En Valledupar hay que darse peleas por cambios estructurales de ciudad. Un alcalde que se enfoque en organizar la ciudad alrededor de la movilidad sostenible, se puede dar por bien servido y la ciudad se lo agradecerá.

La movilidad no va a mejorar porque contraten miles de agentes de tránsito para regular los miles de carros que transitan por las pocas vías que tiene la ciudad. Esto mejora el día que los ciudadanos comencemos a buscar otros medios de transporte y la Alcaldía a generar los incentivos para que eso se dé. 

Iván Lozano 

@IvanLozanoba