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Columnista - 5 agosto, 2015

Bajados del bus

“El que esté necesitado que me busque porque estoy haciendo una gran repartición, estoy repartiendo diez toneladas de disgusto y un bus de Brasilia repletito de dolor”. Antecede el presente escrito un aparte de la canción titulada ‘El reparto’ de la autoría de Camilo Namen, grabada por Alfredo Gutiérrez primero y por Emilianito Zuleta con […]

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“El que esté necesitado que me busque porque estoy haciendo una gran repartición, estoy repartiendo diez toneladas de disgusto y un bus de Brasilia repletito de dolor”.
Antecede el presente escrito un aparte de la canción titulada ‘El reparto’ de la autoría de Camilo Namen, grabada por Alfredo Gutiérrez primero y por Emilianito Zuleta con Toba, en la cual el ilustre hijo de Chimichagua hermano de María, la de la botella, después de su fracaso como algodonero a su manera hace saber que está repartiendo entre otras vainas “un bus de Brasilia repletico de dolor”.

Recordamos esa curiosa canción a propósito de una vaina que me sucedió en un bus el primero de agosto de 1987 en la ciudad de Barranquilla, cuando estudiaba en la Universidad del Atlántico, tiempos aquellos de muchacho cuando permanecíamos con el bolsillo en “échele”, pero vivíamos contentos.
Sucedió que fuimos enterados en la U que a una muchacha, que se llamaba Jamides, le mataron un hermano que era policía, y después de una conversación entre amigos comunes sobre la conveniencia o no de asistir a ese velorio por el temor de ser confundidos en la Universidad como policías “infiltrados”, finalmente decidimos asistir a su casa donde lo estaban velando, en un barriecito pobre y lejano por el sector de ‘Me quejo’, sitio donde ni había ido antes ni he vuelto después.

Entre los compañeros que fuimos estaba Libardo Rafael Ramírez Toncel, de Maicao, uno de los cinco guajiros que estudiábamos en la facultad de Derecho, quien era mi amigo, mi llave y compinche y es mi compadre y se desempeña actualmente como abogado asesor en la Alcaldía de Albania.
Cuando los demás compañeros comenzaron a irse, le dije que arrancáramos y él manifestó que cumpliéramos completo el pésame, que esos eran los barranquilleros que llegan expresan condolencias y para atrás, que en La Guajira uno debe sentarse un buen tiempo, esperar el café, se conversa con los familiares de la persona a quien se le partió la cabuya, se cuentan chistes y después si se iba; yo estuve de acuerdo y todos finalmente se fueron; nos quedamos los dos.

Cuando de allí salimos para buscar transporte, en vez de tomar un bus de los baratos, que eran viejitos pero eficientes, esperamos que llegara uno de los nuevos que en el vidrio tenía un aviso TSS, que quería decir “Transporte Sin Subsidio” y en la universidad les decían “Te Seguirán Subiendo”, llegó el bus y nos montamos, yo subí primero y le dije “compadre pague usted”, él me dijo “pague usted”, yo le dije “hágalo usted” y él me contestó “yo no tengo”, le dije “yo tengo pero faltan cien pesos”, o sea que él pensaba antes de subir que yo tenía plata y yo pensaba que él tenía, como era más entron que yo, le dijo al conductor en voz baja para que nadie se enterara, que nos rebajara los cien pesos, que éramos estudiantes, y estábamos “cortos”, etc. etc. Le echó el cuento que todo mundo echa en esas circunstancias, el tipo se puso energúmeno, frenó de golpe el bus, y nos gritó: “Que estudiantes ni que ocho cuartos, vayan con su carreta barata a otra parte tira piedras de mierda, se bajan de mi bus sinvergüenzas”; apenados nos jondeamos de una antes que nos pegara, quería que la Tierra me tragara mientras los pasajeros que allí se desplazaban, unos reían otros no entendían lo que pasaba, lo cierto es que en aquel momento me sentí como cucaracha en baile de gallinas.

El trauma fue tan tremendo que decidimos emprender el regreso a pie, hasta llegar exhaustos dos horas después a la Universidad, me consolaba cuando recordaba a mi abuelo cuando me decía: “Lo que gastes en suela lo economizaras en medicinas”, también me quedó claro que fuera de su casa a uno solo lo pechicha su madre.

@Nene_AcostaM

Columnista
5 agosto, 2015

Bajados del bus

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Eduardo Acosta Medina

“El que esté necesitado que me busque porque estoy haciendo una gran repartición, estoy repartiendo diez toneladas de disgusto y un bus de Brasilia repletito de dolor”. Antecede el presente escrito un aparte de la canción titulada ‘El reparto’ de la autoría de Camilo Namen, grabada por Alfredo Gutiérrez primero y por Emilianito Zuleta con […]


“El que esté necesitado que me busque porque estoy haciendo una gran repartición, estoy repartiendo diez toneladas de disgusto y un bus de Brasilia repletito de dolor”.
Antecede el presente escrito un aparte de la canción titulada ‘El reparto’ de la autoría de Camilo Namen, grabada por Alfredo Gutiérrez primero y por Emilianito Zuleta con Toba, en la cual el ilustre hijo de Chimichagua hermano de María, la de la botella, después de su fracaso como algodonero a su manera hace saber que está repartiendo entre otras vainas “un bus de Brasilia repletico de dolor”.

Recordamos esa curiosa canción a propósito de una vaina que me sucedió en un bus el primero de agosto de 1987 en la ciudad de Barranquilla, cuando estudiaba en la Universidad del Atlántico, tiempos aquellos de muchacho cuando permanecíamos con el bolsillo en “échele”, pero vivíamos contentos.
Sucedió que fuimos enterados en la U que a una muchacha, que se llamaba Jamides, le mataron un hermano que era policía, y después de una conversación entre amigos comunes sobre la conveniencia o no de asistir a ese velorio por el temor de ser confundidos en la Universidad como policías “infiltrados”, finalmente decidimos asistir a su casa donde lo estaban velando, en un barriecito pobre y lejano por el sector de ‘Me quejo’, sitio donde ni había ido antes ni he vuelto después.

Entre los compañeros que fuimos estaba Libardo Rafael Ramírez Toncel, de Maicao, uno de los cinco guajiros que estudiábamos en la facultad de Derecho, quien era mi amigo, mi llave y compinche y es mi compadre y se desempeña actualmente como abogado asesor en la Alcaldía de Albania.
Cuando los demás compañeros comenzaron a irse, le dije que arrancáramos y él manifestó que cumpliéramos completo el pésame, que esos eran los barranquilleros que llegan expresan condolencias y para atrás, que en La Guajira uno debe sentarse un buen tiempo, esperar el café, se conversa con los familiares de la persona a quien se le partió la cabuya, se cuentan chistes y después si se iba; yo estuve de acuerdo y todos finalmente se fueron; nos quedamos los dos.

Cuando de allí salimos para buscar transporte, en vez de tomar un bus de los baratos, que eran viejitos pero eficientes, esperamos que llegara uno de los nuevos que en el vidrio tenía un aviso TSS, que quería decir “Transporte Sin Subsidio” y en la universidad les decían “Te Seguirán Subiendo”, llegó el bus y nos montamos, yo subí primero y le dije “compadre pague usted”, él me dijo “pague usted”, yo le dije “hágalo usted” y él me contestó “yo no tengo”, le dije “yo tengo pero faltan cien pesos”, o sea que él pensaba antes de subir que yo tenía plata y yo pensaba que él tenía, como era más entron que yo, le dijo al conductor en voz baja para que nadie se enterara, que nos rebajara los cien pesos, que éramos estudiantes, y estábamos “cortos”, etc. etc. Le echó el cuento que todo mundo echa en esas circunstancias, el tipo se puso energúmeno, frenó de golpe el bus, y nos gritó: “Que estudiantes ni que ocho cuartos, vayan con su carreta barata a otra parte tira piedras de mierda, se bajan de mi bus sinvergüenzas”; apenados nos jondeamos de una antes que nos pegara, quería que la Tierra me tragara mientras los pasajeros que allí se desplazaban, unos reían otros no entendían lo que pasaba, lo cierto es que en aquel momento me sentí como cucaracha en baile de gallinas.

El trauma fue tan tremendo que decidimos emprender el regreso a pie, hasta llegar exhaustos dos horas después a la Universidad, me consolaba cuando recordaba a mi abuelo cuando me decía: “Lo que gastes en suela lo economizaras en medicinas”, también me quedó claro que fuera de su casa a uno solo lo pechicha su madre.

@Nene_AcostaM