Los problemas de orden público generados por algunos motociclistas y mototaxistas, como los registrados el sábado pasado y ayer lunes, están pasando de castaño a oscuro. A riesgo de volver a llover sobre mojado, debemos insistir en que nuevamente los problemas se generan cuando la Policía decide aumentar los controles con retenes y solicitud de […]
Los problemas de orden público generados por algunos motociclistas y mototaxistas, como los registrados el sábado pasado y ayer lunes, están pasando de castaño a oscuro.
A riesgo de volver a llover sobre mojado, debemos insistir en que nuevamente los problemas se generan cuando la Policía decide aumentar los controles con retenes y solicitud de documentos a los motociclistas, tanto de ellos como de los vehículos; y estos en una actitud altanera y soberbia deciden protestar para impedir los controles y esconder, aparentemente, de esa manera, la falta de documentación.
Igual sucedió otro sábado en época de precarnaval, cuando durante la tarde la ciudad dio la imagen de quedar al garete y sin control. Calles bloqueadas, llantas quemadas, motociclistas en contravía y enfrentados a los escuadrones antidisturbios, se repite la historia. Otra vez sucedió el sábado pasado, con un agravante hubo una persona muerta y en extrañas circunstancias y ya hay una nueva viuda, tres huérfanos y nuevamente el ambiente caldeado y peligroso.
Un hecho nuevo, esta vez, fue la presencia de menores de edad enfrentándose a las unidades de la Policía, evento propiciado por los manifestantes y que complica aún más las cosas.
Todos estos hechos deben llamar a una profunda reflexión al alcalde de Valledupar, Luis Fabián Fernández Maestre y al Comandante de la Policía Cesar, Ramiro Orlando Tobo; hay que analizar si lo que pasó no es un detonante de que la situación se les puede estar saliendo de las manos.
Por principio, consideramos que la autoridad y la aplicación de la ley no son negociables, pero también es cierto que toca revisar y evaluar si ha habido excesos de la fuera pública durante el manejo de los hechos que se han presentado, como los disparos durante las protestas de los motociclistas y también durante un operativo de control de tránsito en cercanías al Colegio Rodolfo Campo Soto. Y si ello ha sido así hay que reconocerlo y asumir las consecuencias legales del caso, ante la familia del señor Víctor Hugo Ballestas Narváez.
Las vías del diálogo no se pueden cerrar, es conveniente escuchar a los motociclistas y a los mototaxistas, y concertar con ellos algunas medidas de autocontrol para regular su movilidad en la ciudad, principalmente el tema del servicio irregular del transporte público en moto; pero debe imponerse el orden en la ciudad y hacer cumplir las normas que velan por la vida y la integridad de conductores y pasajeros. Pero también hay que desestimular el negocio que se rumora se ha formado en torno a esta actividad, al punto que se asegura que existen personas dueñas de diez, veinte y hasta cincuenta motos, lo cual ratificaría que no es un problema de subsistencia, en todos los casos.
Insistimos en que el Alcalde Fernández, transcurridos ya los primeros cien días de su gestión, está en mora de adoptar medidas de control a los motociclistas y principalmente a quienes se dedican al mototaxismo, en este sentido, reiteramos, ha sido hasta de mala educación no escuchar una serie de propuestas analizadas y planteadas desde distintos sectores de la sociedad civil, en desarrollo de los Diálogos de Ciudad, organizados por el ex director y actual columnista de este diario, Dickson Quiroz Torres, para buscarle alternativas a este complejo problema.
A quienes están organizando estas protestas hay que recordarles que la ley es la Ley, y que las autoridades están constituidas para hacerla cumplir y eso no es negociable. Hechos como proceder contra los CAI de la Policía, contra su personal, sus motos y demás vehículos, son inaceptables en cualquier parte del mundo. Están jugando con candela, señores, mucho cuidado, ya hubo un muerto, esperemos que no se presenten más.
Desde estas páginas llamamos a la cordura a los ciudadanos involucrados en estos hechos, su deber es acatar la ley y respetar los controles; y a las autoridades actuar con verticalidad, pero también con prudencia; bien dice el adagio que lo cortés no quita lo valiente. Evitemos que estos hechos se vuelvan a repetir en Valledupar y aún estamos a tiempo de ordenar este espinoso tema del mototaxismo, origen de estos desórdenes.
Los problemas de orden público generados por algunos motociclistas y mototaxistas, como los registrados el sábado pasado y ayer lunes, están pasando de castaño a oscuro. A riesgo de volver a llover sobre mojado, debemos insistir en que nuevamente los problemas se generan cuando la Policía decide aumentar los controles con retenes y solicitud de […]
Los problemas de orden público generados por algunos motociclistas y mototaxistas, como los registrados el sábado pasado y ayer lunes, están pasando de castaño a oscuro.
A riesgo de volver a llover sobre mojado, debemos insistir en que nuevamente los problemas se generan cuando la Policía decide aumentar los controles con retenes y solicitud de documentos a los motociclistas, tanto de ellos como de los vehículos; y estos en una actitud altanera y soberbia deciden protestar para impedir los controles y esconder, aparentemente, de esa manera, la falta de documentación.
Igual sucedió otro sábado en época de precarnaval, cuando durante la tarde la ciudad dio la imagen de quedar al garete y sin control. Calles bloqueadas, llantas quemadas, motociclistas en contravía y enfrentados a los escuadrones antidisturbios, se repite la historia. Otra vez sucedió el sábado pasado, con un agravante hubo una persona muerta y en extrañas circunstancias y ya hay una nueva viuda, tres huérfanos y nuevamente el ambiente caldeado y peligroso.
Un hecho nuevo, esta vez, fue la presencia de menores de edad enfrentándose a las unidades de la Policía, evento propiciado por los manifestantes y que complica aún más las cosas.
Todos estos hechos deben llamar a una profunda reflexión al alcalde de Valledupar, Luis Fabián Fernández Maestre y al Comandante de la Policía Cesar, Ramiro Orlando Tobo; hay que analizar si lo que pasó no es un detonante de que la situación se les puede estar saliendo de las manos.
Por principio, consideramos que la autoridad y la aplicación de la ley no son negociables, pero también es cierto que toca revisar y evaluar si ha habido excesos de la fuera pública durante el manejo de los hechos que se han presentado, como los disparos durante las protestas de los motociclistas y también durante un operativo de control de tránsito en cercanías al Colegio Rodolfo Campo Soto. Y si ello ha sido así hay que reconocerlo y asumir las consecuencias legales del caso, ante la familia del señor Víctor Hugo Ballestas Narváez.
Las vías del diálogo no se pueden cerrar, es conveniente escuchar a los motociclistas y a los mototaxistas, y concertar con ellos algunas medidas de autocontrol para regular su movilidad en la ciudad, principalmente el tema del servicio irregular del transporte público en moto; pero debe imponerse el orden en la ciudad y hacer cumplir las normas que velan por la vida y la integridad de conductores y pasajeros. Pero también hay que desestimular el negocio que se rumora se ha formado en torno a esta actividad, al punto que se asegura que existen personas dueñas de diez, veinte y hasta cincuenta motos, lo cual ratificaría que no es un problema de subsistencia, en todos los casos.
Insistimos en que el Alcalde Fernández, transcurridos ya los primeros cien días de su gestión, está en mora de adoptar medidas de control a los motociclistas y principalmente a quienes se dedican al mototaxismo, en este sentido, reiteramos, ha sido hasta de mala educación no escuchar una serie de propuestas analizadas y planteadas desde distintos sectores de la sociedad civil, en desarrollo de los Diálogos de Ciudad, organizados por el ex director y actual columnista de este diario, Dickson Quiroz Torres, para buscarle alternativas a este complejo problema.
A quienes están organizando estas protestas hay que recordarles que la ley es la Ley, y que las autoridades están constituidas para hacerla cumplir y eso no es negociable. Hechos como proceder contra los CAI de la Policía, contra su personal, sus motos y demás vehículos, son inaceptables en cualquier parte del mundo. Están jugando con candela, señores, mucho cuidado, ya hubo un muerto, esperemos que no se presenten más.
Desde estas páginas llamamos a la cordura a los ciudadanos involucrados en estos hechos, su deber es acatar la ley y respetar los controles; y a las autoridades actuar con verticalidad, pero también con prudencia; bien dice el adagio que lo cortés no quita lo valiente. Evitemos que estos hechos se vuelvan a repetir en Valledupar y aún estamos a tiempo de ordenar este espinoso tema del mototaxismo, origen de estos desórdenes.