A menos de doce días para que se realice la segunda vuelta, en desarrollo del proceso de elección del Presidente de la República, el país ha entrado en una rara calma producto de varios factores que han generado un ambiente como si la suerte ya estuviera echada. A pesar de la gran ventaja que en […]
A menos de doce días para que se realice la segunda vuelta, en desarrollo del proceso de elección del Presidente de la República, el país ha entrado en una rara calma producto de varios factores que han generado un ambiente como si la suerte ya estuviera echada.
A pesar de la gran ventaja que en la primera vuelta le sacó Juan Manuel Santos, candidato del Partido de la U, con el 46 por ciento, sobre Antanas Mockus, del Partido Verde, con un 22 por ciento, y lo más probable es una inercia por parte de miles de votantes, por estas dos opciones; pero todavía no hay nada escrito todavía. Teniendo en cuenta la norma constitucional, la verdad es que el sucesor de Uribe se elegirá el próximo 20 de junio, en segunda vuelta. Antes nadie puede cantar victoria.
En primer lugar, insistimos, votar es un derecho y un deber ciudadano, y hay que hacerlo ese día así el mundial de Futbol esté en pleno furor y para esa fecha están programados tres partidos con una nómina extraordinaria. Y le corresponde al gobierno nacional y a la organización electoral divulgar y fomentar la participación ciudadana ese domingo, cuando se define el futuro del país, nada menos que el gobierno para los próximos cuatro u ocho años.
El primer reto que tiene el país es lograr una participación electoral igual o superior a la de la primera vuelta, es decir cercana a los 15 millones de votos. La frágil e imperfecta democracia colombiana necesita reducir esta altísima abstención que se registra, tradicionalmente, para las elecciones presidenciales.
Además, desde las mismas campañas electorales se respira un raro ambiente de excesivo triunfalismo en un lado y de pesimismo en otro. Los dos procederes son errados; insistimos, hasta ahora nada está decidido y lo que corresponde es seguir en el debate electoral, con propuestas, ojalá más concretas y directas, sobre los distintos problemas que afrontan los colombianos. Por eso EL PILÓN desde hoy publicará las propuestas de los candidatos por temas: salud, educación, economía, relaciones exteriores, etc, con el fin de enriquecer el debate en la región.
Y la segunda vuelta es – precisamente- para buscar y realizar alianzas entre las distintas fuerzas políticas ahora en torno a los candidatos presidenciales que lograron las dos primeras votaciones en la primera. Pero el país espera que esas alianzas se hagan sobre principios y programas, sobre una visión de Estado y unas políticas de gobierno, mas no sobre aspectos meramente mecánicos y burocráticos.
En este sentido, ahora se muestran más las diferencias entre los dos candidatos finalistas: Santos y Mockus. El primero ha optado por llamar a su causa a distintas fuerzas políticas tradicionales: el Partido Conservador, buena parte de los congresistas liberales y es de esperar el apoyo de Cambio Radical, pero este aún no se ha protocolizado; con miras a consolidar, en caso de ganar, un gobierno de unidad nacional.
El candidato Mockus, por el contrario, se ha cuidado de hacer alianzas a la ligera y ha sido partidario de una estrategia distinta y es buscar que otras fuerzas políticas se adhieran a su propuesta, sin tener que incurrir en lo que él y sus asesores consideran viejas prácticas de la política colombiana.
En ese orden de ideas, por la oposición de Enrique Peñaloza, exalcalde de Bogotá, no se logró consolidar una alianza con el Polo Democrático Alternativo. Es válida la estrategia del candidato Mockus, quien dice que buscará el voto de opinión y conseguir el apoyo de indecisos y abstencionistas.
Por el contrario, el candidato Gustavo Petro y su el Polo Democrático optaron por llamar a la abstención, en una decisión, también respetable, pero algo ingenua e irrespetuosa con sus copartidarios y seguidores. Por el contrario, nos parece más coherente, la propuesta de la Senadora Liberal, Piedad Córdoba, quien ahora ha liderado una campaña por el voto en blanco.
Por lo primero que debemos abogar es por el respeto al votante; insistimos que es ingenuo e irrespetuoso creer que por que una persona votó por un candidato en primera vuelta, necesariamente tiene que votar por quien este recomiende en la segunda vuelta.
El ciudadano común y corriente tiene las opciones de Mockus y Santos, claro está; pero también la alternativa del voto en blanco si considera que ninguno de estos dos candidatos llena sus expectativas. Y aunque respetamos la decisión de quien opte por la abstención, consideramos que esta le hace un gran daño a nuestra débil democracia. El derecho y el deber de todo ciudadano es participar en la segunda vuelta y – por supuesto- cada voto es decisivo en la gran decisión que tomen de manera colectiva todos los votantes sobre el futuro del país.
A menos de doce días para que se realice la segunda vuelta, en desarrollo del proceso de elección del Presidente de la República, el país ha entrado en una rara calma producto de varios factores que han generado un ambiente como si la suerte ya estuviera echada. A pesar de la gran ventaja que en […]
A menos de doce días para que se realice la segunda vuelta, en desarrollo del proceso de elección del Presidente de la República, el país ha entrado en una rara calma producto de varios factores que han generado un ambiente como si la suerte ya estuviera echada.
A pesar de la gran ventaja que en la primera vuelta le sacó Juan Manuel Santos, candidato del Partido de la U, con el 46 por ciento, sobre Antanas Mockus, del Partido Verde, con un 22 por ciento, y lo más probable es una inercia por parte de miles de votantes, por estas dos opciones; pero todavía no hay nada escrito todavía. Teniendo en cuenta la norma constitucional, la verdad es que el sucesor de Uribe se elegirá el próximo 20 de junio, en segunda vuelta. Antes nadie puede cantar victoria.
En primer lugar, insistimos, votar es un derecho y un deber ciudadano, y hay que hacerlo ese día así el mundial de Futbol esté en pleno furor y para esa fecha están programados tres partidos con una nómina extraordinaria. Y le corresponde al gobierno nacional y a la organización electoral divulgar y fomentar la participación ciudadana ese domingo, cuando se define el futuro del país, nada menos que el gobierno para los próximos cuatro u ocho años.
El primer reto que tiene el país es lograr una participación electoral igual o superior a la de la primera vuelta, es decir cercana a los 15 millones de votos. La frágil e imperfecta democracia colombiana necesita reducir esta altísima abstención que se registra, tradicionalmente, para las elecciones presidenciales.
Además, desde las mismas campañas electorales se respira un raro ambiente de excesivo triunfalismo en un lado y de pesimismo en otro. Los dos procederes son errados; insistimos, hasta ahora nada está decidido y lo que corresponde es seguir en el debate electoral, con propuestas, ojalá más concretas y directas, sobre los distintos problemas que afrontan los colombianos. Por eso EL PILÓN desde hoy publicará las propuestas de los candidatos por temas: salud, educación, economía, relaciones exteriores, etc, con el fin de enriquecer el debate en la región.
Y la segunda vuelta es – precisamente- para buscar y realizar alianzas entre las distintas fuerzas políticas ahora en torno a los candidatos presidenciales que lograron las dos primeras votaciones en la primera. Pero el país espera que esas alianzas se hagan sobre principios y programas, sobre una visión de Estado y unas políticas de gobierno, mas no sobre aspectos meramente mecánicos y burocráticos.
En este sentido, ahora se muestran más las diferencias entre los dos candidatos finalistas: Santos y Mockus. El primero ha optado por llamar a su causa a distintas fuerzas políticas tradicionales: el Partido Conservador, buena parte de los congresistas liberales y es de esperar el apoyo de Cambio Radical, pero este aún no se ha protocolizado; con miras a consolidar, en caso de ganar, un gobierno de unidad nacional.
El candidato Mockus, por el contrario, se ha cuidado de hacer alianzas a la ligera y ha sido partidario de una estrategia distinta y es buscar que otras fuerzas políticas se adhieran a su propuesta, sin tener que incurrir en lo que él y sus asesores consideran viejas prácticas de la política colombiana.
En ese orden de ideas, por la oposición de Enrique Peñaloza, exalcalde de Bogotá, no se logró consolidar una alianza con el Polo Democrático Alternativo. Es válida la estrategia del candidato Mockus, quien dice que buscará el voto de opinión y conseguir el apoyo de indecisos y abstencionistas.
Por el contrario, el candidato Gustavo Petro y su el Polo Democrático optaron por llamar a la abstención, en una decisión, también respetable, pero algo ingenua e irrespetuosa con sus copartidarios y seguidores. Por el contrario, nos parece más coherente, la propuesta de la Senadora Liberal, Piedad Córdoba, quien ahora ha liderado una campaña por el voto en blanco.
Por lo primero que debemos abogar es por el respeto al votante; insistimos que es ingenuo e irrespetuoso creer que por que una persona votó por un candidato en primera vuelta, necesariamente tiene que votar por quien este recomiende en la segunda vuelta.
El ciudadano común y corriente tiene las opciones de Mockus y Santos, claro está; pero también la alternativa del voto en blanco si considera que ninguno de estos dos candidatos llena sus expectativas. Y aunque respetamos la decisión de quien opte por la abstención, consideramos que esta le hace un gran daño a nuestra débil democracia. El derecho y el deber de todo ciudadano es participar en la segunda vuelta y – por supuesto- cada voto es decisivo en la gran decisión que tomen de manera colectiva todos los votantes sobre el futuro del país.