Para nadie es un secreto la situación económica por la que está pasando el país. No solo es un tema de frías estadísticas, sino una percepción que la siente y la vive el ciudadano de a pie, la ama de casa y el hombre de la calle, como se dice popularmente. Colombia vive una coyuntura […]
Para nadie es un secreto la situación económica por la que está pasando el país. No solo es un tema de frías estadísticas, sino una percepción que la siente y la vive el ciudadano de a pie, la ama de casa y el hombre de la calle, como se dice popularmente.
Colombia vive una coyuntura muy particular, caracterizada por lo que los expertos y analistas llaman desaceleración; que no es otra cosa que una situación en la cual la economía crece, pero crece por debajo de su potencial; y cuando eso sucede se afecta el empleo y el ingreso de las familias.
En efecto, el año pasado la economía solo creció al 2 por ciento; este año también va floja la dinámica económica y en el último trimestre sólo creció al 1,3 por ciento. Es decir, que será muy difícil que 2017 alcancemos una tasa de crecimiento del Producto Interno Bruto de 2 por ciento. En otras palabras, la economía no está creciendo en lo que tiene su potencial.
En ese orden de ideas, hace pocos días el Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas (DANE), publicó la tasa de desempleo nacional que se ubicó en 9,7 por ciento a julio de 2017.
No obstante, ese indicador no permite ver lo que está pasando en ciudades como Quibdó, donde el desempleo está en el 16,6 por ciento; Cúcuta con el 16,3 % y Armenia con el 12.2 por ciento. Valledupar tiene una preocupante tasa de desempleo del 12,4 %, a julio, según los datos del DANE.
Sin duda, reiteramos y así lo entendemos, que es un problema económico nacional que obliga al Estado, principalmente a las autoridades económicas nacionales, a la empresa privada, inclusive a las instituciones de educación superior a pensar en políticas más efectivas para atacar el desempleo, o – en otras palabras- promover la generación de más empleo, es decir más fuentes de trabajo.
Debemos reconocer que la Junta Directiva del Banco de la República viene ejecutando una política monetaria de reducción de tasas de interés, que va encaminada a abaratar el crédito y promover la inversión. Y que por su parte el Ministerio de Hacienda, entre otros ministerios, vienen, dentro de lo que permite la estrecha situación fiscal del país, agilizando el gasto público para promover también la inversión pública. Pero las mismas cifras del gobierno, muestran que estas políticas no son suficientes y que se debe hacer mucho más para estimular la inversión, principalmente la privada, y facilitar la creación de más empresas y fuentes de trabajo.
Recientemente, EL PILÓN organizó un Foro sobre la situación económica del Cesar, evento al cual le haremos seguimiento para verificar los compromisos asumidos por los representantes del gobierno nacional y los gobiernos locales con miras a reactivar nuestra economía y contribuir a afrontar el terrible drama del desempleo que afecta a los vallenatos.
En el plano local, que es el que más nos interesa pensando en nuestra gente, la administración municipal tiene una política de empleo, que abarca programas de emprendimiento, formalización de puestos de trabajo y otros programas con el Sena y la misma Cámara de Comercio; pero se requiere muchísimo más para combatir el problema del alto desempleo, que es una bomba de tiempo con serias implicaciones económicas, sociales y hasta sicológicas.
En la actual coyuntura, más allá de diferencias políticas, se podría aprovechar la presencia del exalcalde Freddys Socarrás Reales, en el Ministerio del Trabajo, para articular un programa específico para afrontar el desempleo en la capital del Cesar. Programas que promuevan la generación de nuevas empresas y fami-empresas, formalizar muchos negocios existentes y analizar, también, qué está sucediendo con la formación de esa fuerza de trabajo que hoy está desempleada.
Lo que no podemos hacer es no hacer nada y dejar así el drama del desempleo, cuando es una verdadera bomba de tiempo que, entre otras consecuencias, genera mucho malestar al interior de las familias, agrava la pobreza y problemas como el de la inseguridad y la violencia, entre otros.
Atacar el drama del desempleo
Para nadie es un secreto la situación económica por la que está pasando el país. No solo es un tema de frías estadísticas, sino una percepción que la siente y la vive el ciudadano de a pie, la ama de casa y el hombre de la calle, como se dice popularmente. Colombia vive una coyuntura […]
Para nadie es un secreto la situación económica por la que está pasando el país. No solo es un tema de frías estadísticas, sino una percepción que la siente y la vive el ciudadano de a pie, la ama de casa y el hombre de la calle, como se dice popularmente.
Colombia vive una coyuntura muy particular, caracterizada por lo que los expertos y analistas llaman desaceleración; que no es otra cosa que una situación en la cual la economía crece, pero crece por debajo de su potencial; y cuando eso sucede se afecta el empleo y el ingreso de las familias.
En efecto, el año pasado la economía solo creció al 2 por ciento; este año también va floja la dinámica económica y en el último trimestre sólo creció al 1,3 por ciento. Es decir, que será muy difícil que 2017 alcancemos una tasa de crecimiento del Producto Interno Bruto de 2 por ciento. En otras palabras, la economía no está creciendo en lo que tiene su potencial.
En ese orden de ideas, hace pocos días el Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas (DANE), publicó la tasa de desempleo nacional que se ubicó en 9,7 por ciento a julio de 2017.
No obstante, ese indicador no permite ver lo que está pasando en ciudades como Quibdó, donde el desempleo está en el 16,6 por ciento; Cúcuta con el 16,3 % y Armenia con el 12.2 por ciento. Valledupar tiene una preocupante tasa de desempleo del 12,4 %, a julio, según los datos del DANE.
Sin duda, reiteramos y así lo entendemos, que es un problema económico nacional que obliga al Estado, principalmente a las autoridades económicas nacionales, a la empresa privada, inclusive a las instituciones de educación superior a pensar en políticas más efectivas para atacar el desempleo, o – en otras palabras- promover la generación de más empleo, es decir más fuentes de trabajo.
Debemos reconocer que la Junta Directiva del Banco de la República viene ejecutando una política monetaria de reducción de tasas de interés, que va encaminada a abaratar el crédito y promover la inversión. Y que por su parte el Ministerio de Hacienda, entre otros ministerios, vienen, dentro de lo que permite la estrecha situación fiscal del país, agilizando el gasto público para promover también la inversión pública. Pero las mismas cifras del gobierno, muestran que estas políticas no son suficientes y que se debe hacer mucho más para estimular la inversión, principalmente la privada, y facilitar la creación de más empresas y fuentes de trabajo.
Recientemente, EL PILÓN organizó un Foro sobre la situación económica del Cesar, evento al cual le haremos seguimiento para verificar los compromisos asumidos por los representantes del gobierno nacional y los gobiernos locales con miras a reactivar nuestra economía y contribuir a afrontar el terrible drama del desempleo que afecta a los vallenatos.
En el plano local, que es el que más nos interesa pensando en nuestra gente, la administración municipal tiene una política de empleo, que abarca programas de emprendimiento, formalización de puestos de trabajo y otros programas con el Sena y la misma Cámara de Comercio; pero se requiere muchísimo más para combatir el problema del alto desempleo, que es una bomba de tiempo con serias implicaciones económicas, sociales y hasta sicológicas.
En la actual coyuntura, más allá de diferencias políticas, se podría aprovechar la presencia del exalcalde Freddys Socarrás Reales, en el Ministerio del Trabajo, para articular un programa específico para afrontar el desempleo en la capital del Cesar. Programas que promuevan la generación de nuevas empresas y fami-empresas, formalizar muchos negocios existentes y analizar, también, qué está sucediendo con la formación de esa fuerza de trabajo que hoy está desempleada.
Lo que no podemos hacer es no hacer nada y dejar así el drama del desempleo, cuando es una verdadera bomba de tiempo que, entre otras consecuencias, genera mucho malestar al interior de las familias, agrava la pobreza y problemas como el de la inseguridad y la violencia, entre otros.
Atacar el drama del desempleo