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Judicial - 22 agosto, 2012

Así es la vida en la ‘Tramacua’, historia contada por uno de sus protagonistas

John Mario Cano, quien desde hace 10 meses está recluido en la Penitenciaría de Alta y Mediana Seguridad de Valledupar, contó a EL PILÓN como es uno es de sus días al interior de este penal que se encuentra en la mira de las autoridades.

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John Mario Cano, de 38 años, quien desde hace 10 meses está recluido en la Penitenciaría de Alta y Mediana Seguridad de Valledupar, contó a EL PILÓN como es uno es de sus días al interior de este penal que se encuentra en la mira de las autoridades por la aparente vulneración de derechos a los internos.

Este hombre oriundo de Ebéjico, Antioquía, fue capturado el 13 de septiembre de 2011, por la Policía que logró neutralizarlo cuando intentó accionar una granada de fragmentación en el sector de la margen derecha del río Guatapurí, en el oriente de la capital cesarense.
“Nuestros días comienzan a las 5:00 de la mañana, los guardianes nos despiertan para bajar a los patios y entonces solo nos queda esperar a las 8:00 de la mañana, para ir a desayunar. No se hace nada más, matamos el tiempo en los patios esperando las 2:00 de la tarde, para volver a comer.
En las dos horas que nos restan para retornar a nuestras celdas, en las respectivas torres, aprovechamos para cargar agua, cada recluso sube hasta cuatro tarros repletos para tener el liquido suficiente y hacer las necesidades fisiológicas”, relató John Mario, quien a su vez asegura que tiene un problema en la columna y con esta problemática se ha empeorado.
John Mario, cuenta que la celda que habita junto a otro recluso no tiene más de tres metros cuadrados y en el poco espacio la fetidez reina por el mal funcionamiento de las letrinas.
“Las eses humanas las votamos al vacio por la ventana de la celda, cuando no hay agua en los inodoros, que es casi todo el tiempo, son inservibles y lo hacemos para no tener que aguantar los malos olores”, manifestó.
La semana anterior, los problemas en mención y otros requerimientos de los reclusos desencadenaron en una desobediencia civil en la que representantes de derechos humanos de cada una de las torres de ‘La Tramacua’, anunciaron a la guardia su unión a la protesta carcelaria que se realiza a nivel nacional.
“Con la desobediencia civil buscamos una mesa de diálogo para presentar nuestras peticiones, como nadie nos escucha, los presos protestamos en las rejas, algunos duermen en hamacas, colgados a varios metros de altura, poniendo sus vidas en peligro, ya algunos han muerto”, precisó John Mario.

Confirman las denuncias
El Defensor del Pueblo en el departamento de Cesar, Agustín Flórez Cuello, reconoció que en esta como en otras cárceles del país hay vulneración de los derechos humanos y la Defensoría está haciendo un seguimiento de la problemática.
“Los presos se quejan de la falta de colchonetas, el servicio de salud es pésimo y no hay una política seria de socialización”, afirmó el funcionario.
Agregó que hay una inconformidad de los reclusos, quienes piden que se regionalicen las cárceles. Es decir, que sean llevados a cárceles cerca a sus ciudades de origen.
Por su parte, el personero municipal, Alfonso Campo Martínez manifestó su preocupación por la peligrosa forma en que los reclusos exigen sus derechos.
“Puede presentarse un accidente con los presos que se cuelgan de las rejas. Si bien es cierto que estas personas están presas, ante todo hay unos derechos y tienen que recibir condiciones mínimas, según lo establece la ley”, dijo el representante del ministerio público, quien además critico el servicio de salud que presta Caprecom a los internos.
EL PILÓN intentó conocer telefónicamente la reacción de los directivos de la cárcel sobre estas denuncias, pero no fue posible.

Judicial
22 agosto, 2012

Así es la vida en la ‘Tramacua’, historia contada por uno de sus protagonistas

John Mario Cano, quien desde hace 10 meses está recluido en la Penitenciaría de Alta y Mediana Seguridad de Valledupar, contó a EL PILÓN como es uno es de sus días al interior de este penal que se encuentra en la mira de las autoridades.


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John Mario Cano, de 38 años, quien desde hace 10 meses está recluido en la Penitenciaría de Alta y Mediana Seguridad de Valledupar, contó a EL PILÓN como es uno es de sus días al interior de este penal que se encuentra en la mira de las autoridades por la aparente vulneración de derechos a los internos.

Este hombre oriundo de Ebéjico, Antioquía, fue capturado el 13 de septiembre de 2011, por la Policía que logró neutralizarlo cuando intentó accionar una granada de fragmentación en el sector de la margen derecha del río Guatapurí, en el oriente de la capital cesarense.
“Nuestros días comienzan a las 5:00 de la mañana, los guardianes nos despiertan para bajar a los patios y entonces solo nos queda esperar a las 8:00 de la mañana, para ir a desayunar. No se hace nada más, matamos el tiempo en los patios esperando las 2:00 de la tarde, para volver a comer.
En las dos horas que nos restan para retornar a nuestras celdas, en las respectivas torres, aprovechamos para cargar agua, cada recluso sube hasta cuatro tarros repletos para tener el liquido suficiente y hacer las necesidades fisiológicas”, relató John Mario, quien a su vez asegura que tiene un problema en la columna y con esta problemática se ha empeorado.
John Mario, cuenta que la celda que habita junto a otro recluso no tiene más de tres metros cuadrados y en el poco espacio la fetidez reina por el mal funcionamiento de las letrinas.
“Las eses humanas las votamos al vacio por la ventana de la celda, cuando no hay agua en los inodoros, que es casi todo el tiempo, son inservibles y lo hacemos para no tener que aguantar los malos olores”, manifestó.
La semana anterior, los problemas en mención y otros requerimientos de los reclusos desencadenaron en una desobediencia civil en la que representantes de derechos humanos de cada una de las torres de ‘La Tramacua’, anunciaron a la guardia su unión a la protesta carcelaria que se realiza a nivel nacional.
“Con la desobediencia civil buscamos una mesa de diálogo para presentar nuestras peticiones, como nadie nos escucha, los presos protestamos en las rejas, algunos duermen en hamacas, colgados a varios metros de altura, poniendo sus vidas en peligro, ya algunos han muerto”, precisó John Mario.

Confirman las denuncias
El Defensor del Pueblo en el departamento de Cesar, Agustín Flórez Cuello, reconoció que en esta como en otras cárceles del país hay vulneración de los derechos humanos y la Defensoría está haciendo un seguimiento de la problemática.
“Los presos se quejan de la falta de colchonetas, el servicio de salud es pésimo y no hay una política seria de socialización”, afirmó el funcionario.
Agregó que hay una inconformidad de los reclusos, quienes piden que se regionalicen las cárceles. Es decir, que sean llevados a cárceles cerca a sus ciudades de origen.
Por su parte, el personero municipal, Alfonso Campo Martínez manifestó su preocupación por la peligrosa forma en que los reclusos exigen sus derechos.
“Puede presentarse un accidente con los presos que se cuelgan de las rejas. Si bien es cierto que estas personas están presas, ante todo hay unos derechos y tienen que recibir condiciones mínimas, según lo establece la ley”, dijo el representante del ministerio público, quien además critico el servicio de salud que presta Caprecom a los internos.
EL PILÓN intentó conocer telefónicamente la reacción de los directivos de la cárcel sobre estas denuncias, pero no fue posible.