Desde tus expresiones faciales hasta las señales cerebrales que emite tu sistema nervioso. Cada detalle es importante en la neuropolítica para determinar un discurso, el logotipo de un partido o el mensaje de campaña de turno. Con el auge de las redes sociales, recabar información sobre las preferencias de los usuarios no es complicado. Sin […]
Desde tus expresiones faciales hasta las señales cerebrales que emite tu sistema nervioso. Cada detalle es importante en la neuropolítica para determinar un discurso, el logotipo de un partido o el mensaje de campaña de turno. Con el auge de las redes sociales, recabar información sobre las preferencias de los usuarios no es complicado. Sin embargo, hay más.
Aunque suena como un concepto bastante moderno, lo cierto es que el primer experimento neuropolítico se realizó en 1979. En esa época, Roger Sperry demostró que el campo de la neurología estaba vinculado a las decisiones políticas. Pero a todas estas, ¿cómo influye todo esto en tu voto?
Cada cosa que vemos o escuchamos genera en nosotros una expresión, aunque sea mínima. Y son justamente esas manifestaciones involuntarias de emociones y sentimientos lo que analizan las empresas de neuromarketing.
A través de un software especializado, estas compañías emplean el reconocimiento facial y rastreo ocular para determinar cómo responden las personas en tiempo real a contenidos de carácter político. ¿Y cómo llega ese algoritmo a conocerte también? Pues bien: equipos electrónicos como celulares y computadoras son muchas veces ese canal de comunicación.
Mientras más conocen tus reacciones, lo que te gusta o disgusta, más fácil es construir una serie de palabras, expresiones y un mensaje completo que se adapte más a lo que necesitas escuchar o ver. Así es como la neuropolítica puede influir en tus decisiones más de lo que crees.
La capacidad de medir las reacciones del público ante la política no es nueva. Algunos de los grandes oradores del siglo XX tenían la habilidad de reconocer las distintas expresiones de un auditorio y adaptar su discurso a ellos. Adolfo Hitler es quizá el ejemplo más característico.
Sin embargo, los software hacen el trabajo en tiempo real y de forma más específica, masiva e inmediata. Además, las redes sociales permiten llegar a muchas más personas. La neuropolítica tiene un poder masivo que no existió en el pasado.
Desde tus expresiones faciales hasta las señales cerebrales que emite tu sistema nervioso. Cada detalle es importante en la neuropolítica para determinar un discurso, el logotipo de un partido o el mensaje de campaña de turno. Con el auge de las redes sociales, recabar información sobre las preferencias de los usuarios no es complicado. Sin […]
Desde tus expresiones faciales hasta las señales cerebrales que emite tu sistema nervioso. Cada detalle es importante en la neuropolítica para determinar un discurso, el logotipo de un partido o el mensaje de campaña de turno. Con el auge de las redes sociales, recabar información sobre las preferencias de los usuarios no es complicado. Sin embargo, hay más.
Aunque suena como un concepto bastante moderno, lo cierto es que el primer experimento neuropolítico se realizó en 1979. En esa época, Roger Sperry demostró que el campo de la neurología estaba vinculado a las decisiones políticas. Pero a todas estas, ¿cómo influye todo esto en tu voto?
Cada cosa que vemos o escuchamos genera en nosotros una expresión, aunque sea mínima. Y son justamente esas manifestaciones involuntarias de emociones y sentimientos lo que analizan las empresas de neuromarketing.
A través de un software especializado, estas compañías emplean el reconocimiento facial y rastreo ocular para determinar cómo responden las personas en tiempo real a contenidos de carácter político. ¿Y cómo llega ese algoritmo a conocerte también? Pues bien: equipos electrónicos como celulares y computadoras son muchas veces ese canal de comunicación.
Mientras más conocen tus reacciones, lo que te gusta o disgusta, más fácil es construir una serie de palabras, expresiones y un mensaje completo que se adapte más a lo que necesitas escuchar o ver. Así es como la neuropolítica puede influir en tus decisiones más de lo que crees.
La capacidad de medir las reacciones del público ante la política no es nueva. Algunos de los grandes oradores del siglo XX tenían la habilidad de reconocer las distintas expresiones de un auditorio y adaptar su discurso a ellos. Adolfo Hitler es quizá el ejemplo más característico.
Sin embargo, los software hacen el trabajo en tiempo real y de forma más específica, masiva e inmediata. Además, las redes sociales permiten llegar a muchas más personas. La neuropolítica tiene un poder masivo que no existió en el pasado.