Arrodillada y descalza, Shirley Arévalo le pedía a Dios que le diera serenidad y tranquilidad al pequeño Santiago Diez mientras concursaba por la corona de rey vallenato Infantil, premio que obtuvo con su magistral interpretación del paseo, merengue, son y puya.
El amor de una madre es descrito diariamente como el más puro y sincero que existe en la humanidad, quedando reflejado en cada uno de los actos valerosos que hacen para que sus hijos siempre sean destacados en la sociedad y puedan cumplir todos sus sueños, sin importar los obstáculos o los sacrificios a los que se tengan que enfrentar.
Un caso particular que define lo anteriormente dicho se presentó en el Centro Recreacional La Pedregosa durante la final del concurso de acordeoneros categoría Infantil de la edición 54 del Festival de la Leyenda Vallenata, cuando una madre se arrodilló en el suelo y sin importar las marcas que podrían dejar en su piel las piedras que había en el lugar, escuchó atenta y con los ojos cerrados, pidiendo al Cielo, la participación de su hijo, quien digitaba en su acordeón los cuatro aires del folclor vallenato. Su fe y la conexión con Dios le darían la seguridad y la tranquilidad a su pequeño.
Durante más de 10 minutos, Shirley Arévalo escuchó a Santiago Diez Arévalo tocar el acordeón y aunque por momentos la emoción se apoderaba de ella, nunca perdió el rumbo de su oración mental y levantaba los brazos en señal de victoria, como dando entender que Dios ya estaba obrando y su hijo sería el ganador de la contienda musical.
“Siempre lo hago, yo soy una mujer bastante creyente y tengo la plena confianza en Dios y él es el único al que hay que clamar y pedirle eso: que derrame su gracia, su sabiduría y que sea él alrededor del niño dándole ánimo y fuerza, por eso en todas las presentaciones que hace mi hijo me arrodillo y me inclino porque ahí es donde uno ve todo. Dios es el único que todo lo puede”, expresó Arévalo con la voz entrecortada, fundiéndose minutos más tarde en un abrazo con su hijo, sacándole más de una lágrima a las personas que estaban en el lugar.
Seguidamente, aprovechó para elogiar a su pequeño, de 11 años de edad, y resaltar sus cualidades, de quien manifestó sentirse orgullosa por su dedicación a la música sin descuidar sus estudios. “Nos sentimos muy orgullosos y es algo indescriptible y no sé ni cómo decirlo, es algo de mucho orgullo porque mi niño es muy disciplinado, es un niño dedicado a su acordeón”, dijo Arévalo a EL PILÓN.
Finalmente, y como si se estuviera cumpliendo la promesa de Dios, Santiago Diez Arévalo fue coronado el pasado viernes 15 de octubre como el nuevo rey vallenato de la categoría de Acordeoneros Infantil, siendo el sucesor de José Liberato Villazón, quien ganó este año como rey vallenato Juvenil.
Sin embargo, con su inocencia característica de un niño de 11 años, Diez Arévalo expresó “sentir un poco de pena” al ver a su mamá hincada de rodillas y descalza, agradeciéndole a la vez por su apoyo en cada uno de sus retos.
“Sentía un poquito de pena al ver a mi mamá (arrodillada), pero Dios siempre me ha ayudado a salir adelante. Mi mamá siempre se arrodilla en mis presentaciones y me ha ayudado mucho, le quiero decir que la quiero mucho y que gracias por ayudarme siempre”, dijo el rey vallenato.
Durante sus 54 años de existencia, el Festival de la Leyenda Vallenata ha sido testigo de diferentes momentos emotivos en los que el llanto, la alegría, el nerviosismo, y en algunos casos, la rabia, se apoderan de los concursantes y sus acompañantes.
POR: CARMEN LUCÍA MENDOZA CUELLO/ EL PILÓN
Arrodillada y descalza, Shirley Arévalo le pedía a Dios que le diera serenidad y tranquilidad al pequeño Santiago Diez mientras concursaba por la corona de rey vallenato Infantil, premio que obtuvo con su magistral interpretación del paseo, merengue, son y puya.
El amor de una madre es descrito diariamente como el más puro y sincero que existe en la humanidad, quedando reflejado en cada uno de los actos valerosos que hacen para que sus hijos siempre sean destacados en la sociedad y puedan cumplir todos sus sueños, sin importar los obstáculos o los sacrificios a los que se tengan que enfrentar.
Un caso particular que define lo anteriormente dicho se presentó en el Centro Recreacional La Pedregosa durante la final del concurso de acordeoneros categoría Infantil de la edición 54 del Festival de la Leyenda Vallenata, cuando una madre se arrodilló en el suelo y sin importar las marcas que podrían dejar en su piel las piedras que había en el lugar, escuchó atenta y con los ojos cerrados, pidiendo al Cielo, la participación de su hijo, quien digitaba en su acordeón los cuatro aires del folclor vallenato. Su fe y la conexión con Dios le darían la seguridad y la tranquilidad a su pequeño.
Durante más de 10 minutos, Shirley Arévalo escuchó a Santiago Diez Arévalo tocar el acordeón y aunque por momentos la emoción se apoderaba de ella, nunca perdió el rumbo de su oración mental y levantaba los brazos en señal de victoria, como dando entender que Dios ya estaba obrando y su hijo sería el ganador de la contienda musical.
“Siempre lo hago, yo soy una mujer bastante creyente y tengo la plena confianza en Dios y él es el único al que hay que clamar y pedirle eso: que derrame su gracia, su sabiduría y que sea él alrededor del niño dándole ánimo y fuerza, por eso en todas las presentaciones que hace mi hijo me arrodillo y me inclino porque ahí es donde uno ve todo. Dios es el único que todo lo puede”, expresó Arévalo con la voz entrecortada, fundiéndose minutos más tarde en un abrazo con su hijo, sacándole más de una lágrima a las personas que estaban en el lugar.
Seguidamente, aprovechó para elogiar a su pequeño, de 11 años de edad, y resaltar sus cualidades, de quien manifestó sentirse orgullosa por su dedicación a la música sin descuidar sus estudios. “Nos sentimos muy orgullosos y es algo indescriptible y no sé ni cómo decirlo, es algo de mucho orgullo porque mi niño es muy disciplinado, es un niño dedicado a su acordeón”, dijo Arévalo a EL PILÓN.
Finalmente, y como si se estuviera cumpliendo la promesa de Dios, Santiago Diez Arévalo fue coronado el pasado viernes 15 de octubre como el nuevo rey vallenato de la categoría de Acordeoneros Infantil, siendo el sucesor de José Liberato Villazón, quien ganó este año como rey vallenato Juvenil.
Sin embargo, con su inocencia característica de un niño de 11 años, Diez Arévalo expresó “sentir un poco de pena” al ver a su mamá hincada de rodillas y descalza, agradeciéndole a la vez por su apoyo en cada uno de sus retos.
“Sentía un poquito de pena al ver a mi mamá (arrodillada), pero Dios siempre me ha ayudado a salir adelante. Mi mamá siempre se arrodilla en mis presentaciones y me ha ayudado mucho, le quiero decir que la quiero mucho y que gracias por ayudarme siempre”, dijo el rey vallenato.
Durante sus 54 años de existencia, el Festival de la Leyenda Vallenata ha sido testigo de diferentes momentos emotivos en los que el llanto, la alegría, el nerviosismo, y en algunos casos, la rabia, se apoderan de los concursantes y sus acompañantes.
POR: CARMEN LUCÍA MENDOZA CUELLO/ EL PILÓN