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Columnista - 2 febrero, 2021

¡Arriba Jilguero!

Hace algunos años tal vez no hubiera considerado la posibilidad de escribir esta columna, dominado por los estériles enfrentamientos personales que trajo la elección popular de alcaldes en los municipios donde se participa en política por orgullo y cuyas necesidades insatisfechas son tan comunes en todos sus habitantes, como la ausencia de recursos económicos en […]

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Hace algunos años tal vez no hubiera considerado la posibilidad de escribir esta columna, dominado por los estériles enfrentamientos personales que trajo la elección popular de alcaldes en los municipios donde se participa en política por orgullo y cuyas necesidades insatisfechas son tan comunes en todos sus habitantes, como la ausencia de recursos económicos en sus presupuestos.

Afortunadamente prevalecieron las consideraciones familiares y la admiración que desde niño sentí por un vecino que pasaba y me saludaba cariñosamente cuando la fama apenas se le asomaba; ahora en la madurez reitero el aprecio para uno de los hijos más ilustres de nuestro pueblo, La Paz.

 Escribir sobre Jorge Oñate sin repetir lo que tantos cronistas han dicho es un reto, pero no mencionar su capacidad de lucha y su pasión por cada iniciativa emprendida, de la que da cuenta la calidad interpretativa de su conjunto, sus recordados registros fonográficos, los premios conseguidos, el apoyo a acordeoneros candidatos a reyes vallenatos, el patrocinio a equipos de fútbol e incluso su participación política, sería limitar las posibilidades de vida del hombre batallador que con disciplina y talento dividió la historia del folclor vallenato.

Confiamos en que la pesimista combinación de sus comorbilidades y la atipicidad del virus, serán derrotadas por sus ganas de vivir, unidas al amor entrañable de su esposa e hijos, a las atenciones de un cuerpo médico abnegado en la lucha contra un enemigo desconocido y a las cadenas de oración de un público que reclama a su ídolo. No puede ser de otra manera, el Festival Vallenato le debe el homenaje, la evolución de la música vallenata requiere este referente para no perder su identidad y su pueblo La Paz necesita al hijo que sigue recorriendo sus calles raras. Por todo esto, Dios le devolverá la salud para que pueda recibir la gratitud a su dedicación en causas reconocidas. Esa es la fe.

Así, sus paisanos seguiremos sintiéndonos orgullosos cada vez que su afinada voz surca los pentagramas de hermosas canciones, enriquecidas melodiosamente por acordes magistrales de pitos y bajos, paridos por los maestros del acordeón que acompañan la cadencia de su prodigiosa voz. Sus colegas también lo esperan para expresarle su respeto. La Dinastía López, ‘Poncho’ y Emiliano Zuleta, Iván Villazón, Israel Romero, ‘Beto’ Zabaleta, los compositores que con sus cantos nutrieron su obra, su ahijado Silvestre Dangond y cada acordeonero o cantante que acá no se menciona por cuestiones de espacio, pero que con la fe del carbonero esperan volver a ver a su maestro en las tarimas, perpetuando la juglaría de Francisco El Hombre. Hoy el maestro Jorge Oñate está peleando la batalla más importante de su vida, él es el más fuerte, pero para ganarla nos necesita unidos en oración, sin distingos de religión, inspirando las diosidencias que lo levantarán de esa cama, para seguir llenando de amor a su patrona, Nancy Zuleta, a sus hijos, familiares y amigos, y a todo el universo vallenato que hoy se ha unido solidariamente, porque ha entendido que el bien supremo de la vida está por encima de cualquier circunstancia de desacuerdo. ¡Arriba Jilguero! Ya eres inmortal, pero te esperamos para seguir disfrutando del cariño de tu pueblo. Un abrazo. @antoniomariaA.

Columnista
2 febrero, 2021

¡Arriba Jilguero!

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Antonio María Araujo

Hace algunos años tal vez no hubiera considerado la posibilidad de escribir esta columna, dominado por los estériles enfrentamientos personales que trajo la elección popular de alcaldes en los municipios donde se participa en política por orgullo y cuyas necesidades insatisfechas son tan comunes en todos sus habitantes, como la ausencia de recursos económicos en […]


Hace algunos años tal vez no hubiera considerado la posibilidad de escribir esta columna, dominado por los estériles enfrentamientos personales que trajo la elección popular de alcaldes en los municipios donde se participa en política por orgullo y cuyas necesidades insatisfechas son tan comunes en todos sus habitantes, como la ausencia de recursos económicos en sus presupuestos.

Afortunadamente prevalecieron las consideraciones familiares y la admiración que desde niño sentí por un vecino que pasaba y me saludaba cariñosamente cuando la fama apenas se le asomaba; ahora en la madurez reitero el aprecio para uno de los hijos más ilustres de nuestro pueblo, La Paz.

 Escribir sobre Jorge Oñate sin repetir lo que tantos cronistas han dicho es un reto, pero no mencionar su capacidad de lucha y su pasión por cada iniciativa emprendida, de la que da cuenta la calidad interpretativa de su conjunto, sus recordados registros fonográficos, los premios conseguidos, el apoyo a acordeoneros candidatos a reyes vallenatos, el patrocinio a equipos de fútbol e incluso su participación política, sería limitar las posibilidades de vida del hombre batallador que con disciplina y talento dividió la historia del folclor vallenato.

Confiamos en que la pesimista combinación de sus comorbilidades y la atipicidad del virus, serán derrotadas por sus ganas de vivir, unidas al amor entrañable de su esposa e hijos, a las atenciones de un cuerpo médico abnegado en la lucha contra un enemigo desconocido y a las cadenas de oración de un público que reclama a su ídolo. No puede ser de otra manera, el Festival Vallenato le debe el homenaje, la evolución de la música vallenata requiere este referente para no perder su identidad y su pueblo La Paz necesita al hijo que sigue recorriendo sus calles raras. Por todo esto, Dios le devolverá la salud para que pueda recibir la gratitud a su dedicación en causas reconocidas. Esa es la fe.

Así, sus paisanos seguiremos sintiéndonos orgullosos cada vez que su afinada voz surca los pentagramas de hermosas canciones, enriquecidas melodiosamente por acordes magistrales de pitos y bajos, paridos por los maestros del acordeón que acompañan la cadencia de su prodigiosa voz. Sus colegas también lo esperan para expresarle su respeto. La Dinastía López, ‘Poncho’ y Emiliano Zuleta, Iván Villazón, Israel Romero, ‘Beto’ Zabaleta, los compositores que con sus cantos nutrieron su obra, su ahijado Silvestre Dangond y cada acordeonero o cantante que acá no se menciona por cuestiones de espacio, pero que con la fe del carbonero esperan volver a ver a su maestro en las tarimas, perpetuando la juglaría de Francisco El Hombre. Hoy el maestro Jorge Oñate está peleando la batalla más importante de su vida, él es el más fuerte, pero para ganarla nos necesita unidos en oración, sin distingos de religión, inspirando las diosidencias que lo levantarán de esa cama, para seguir llenando de amor a su patrona, Nancy Zuleta, a sus hijos, familiares y amigos, y a todo el universo vallenato que hoy se ha unido solidariamente, porque ha entendido que el bien supremo de la vida está por encima de cualquier circunstancia de desacuerdo. ¡Arriba Jilguero! Ya eres inmortal, pero te esperamos para seguir disfrutando del cariño de tu pueblo. Un abrazo. @antoniomariaA.