MISCELÁNEA Por Luis Augusto González Pimienta Tal como estaba previsto habrá segunda vuelta electoral. A decir verdad las encuestas no fallaron en ese sentido y el 20 de junio estaremos de nuevo votando para elegir al sucesor del presidente Uribe. La fecha no es caprichosa ni depende de la Registraduría Nacional del Estado Civil, sino […]
MISCELÁNEA
Por Luis Augusto González Pimienta
Tal como estaba previsto habrá segunda vuelta electoral. A decir verdad las encuestas no fallaron en ese sentido y el 20 de junio estaremos de nuevo votando para elegir al sucesor del presidente Uribe.
La fecha no es caprichosa ni depende de la Registraduría Nacional del Estado Civil, sino que es un mandato constitucional, contenido en el artículo 190, que determina que no habiendo logrado ninguno de los candidatos inscritos la mitad más uno de los votos depositados en la primera intención, debe recurrirse a una segunda vuelta tres semanas más tarde, en la que solamente participarán los dos candidatos que hubieren obtenido las más altas votaciones.
También prevé la norma el reemplazo de uno de los dos candidatos con mayor número de votos, por parte del partido que lo inscribió, cuando quiera que se produzca su muerte o su incapacidad física permanente. Si el partido al que pertenece no lo hace, o si la falta obedece a otra causa, lo reemplazará quien haya obtenido la tercera votación y así sucesivamente. Y, si la causa se produjere cuando faltaren dos semanas para la segunda vuelta, ésta se aplazará por quince días.
Con todas las medidas de seguridad puestas al cuidado de los candidatos no debería darse el caso de sustitución por muerte de uno de ellos, y tampoco se espera ni se desea que una calamidad física les impida su participación.
Lo que si podría distraer al elector es la coincidencia de la segunda vuelta con el Mundial de Fútbol de Sudáfrica que comienza el 11 de junio y que tiene, en la fecha señalada para los comicios, dos encuentros de fútbol con intervención de equipos suramericanos, Brasil y Paraguay. El Mundial, al igual que las elecciones presidenciales en Colombia se da cada cuatro años, y sin lugar a dudas, y con todo respeto por los políticos, es más atrayente.
La campaña en la primera vuelta, si intensa, fue más corta en el tiempo que las anteriores y probablemente produjo menos desgaste físico en los candidatos. En cambio el desgaste intelectual fue mayor, pues se vieron sometidos a un alto número de debates televisados en los que el breve tiempo otorgado para dar respuestas asertivas conspiró contra las buenas propuestas de algunos no acostumbrados a estos fogueos. Allí se premia la mente más rápida, no la más capacitada. Se aplaude la chispa, no el contenido, el cual no se alcanza a desarrollar.
En el transcurso de la primera vuelta los reyes de la campaña no fueron los candidatos, ni sus publicistas, sino los periodistas. En los diferentes medios de comunicación, principalmente los escritos, divulgaron sus preferencias y se afanaron en mostrar las virtudes del candidato escogido y en demeritar a los antagonistas, revelando el lado feo de cada uno de ellos, en procura del triunfo de su protegido. Fue una pugna a veces vergonzosa, en donde salieron a relucir argucias y expresiones de los bajos fondos para ensuciar a los contendores, mientras que éstos mantuvieron la ecuanimidad y el respeto por sus rivales. Gran ejemplo que deberían seguir los detractores oficiosos de los contrarios.
Merece especial reconocimiento la actuación de los electores. Las amistades no se fracturaron por causa del acompañamiento a diferentes candidatos. Entre ellos no hubo agravios, con las excepciones que siempre se dan, en cualquier actividad. Reinaron el respeto y la armonía, signo de madurez y civilidad. Con seguridad en la segunda vuelta habrá igual comportamiento.
Sólo una cosa es segura: antes de que termine el Mundial de Sudáfrica tendremos Presidente.
MISCELÁNEA Por Luis Augusto González Pimienta Tal como estaba previsto habrá segunda vuelta electoral. A decir verdad las encuestas no fallaron en ese sentido y el 20 de junio estaremos de nuevo votando para elegir al sucesor del presidente Uribe. La fecha no es caprichosa ni depende de la Registraduría Nacional del Estado Civil, sino […]
MISCELÁNEA
Por Luis Augusto González Pimienta
Tal como estaba previsto habrá segunda vuelta electoral. A decir verdad las encuestas no fallaron en ese sentido y el 20 de junio estaremos de nuevo votando para elegir al sucesor del presidente Uribe.
La fecha no es caprichosa ni depende de la Registraduría Nacional del Estado Civil, sino que es un mandato constitucional, contenido en el artículo 190, que determina que no habiendo logrado ninguno de los candidatos inscritos la mitad más uno de los votos depositados en la primera intención, debe recurrirse a una segunda vuelta tres semanas más tarde, en la que solamente participarán los dos candidatos que hubieren obtenido las más altas votaciones.
También prevé la norma el reemplazo de uno de los dos candidatos con mayor número de votos, por parte del partido que lo inscribió, cuando quiera que se produzca su muerte o su incapacidad física permanente. Si el partido al que pertenece no lo hace, o si la falta obedece a otra causa, lo reemplazará quien haya obtenido la tercera votación y así sucesivamente. Y, si la causa se produjere cuando faltaren dos semanas para la segunda vuelta, ésta se aplazará por quince días.
Con todas las medidas de seguridad puestas al cuidado de los candidatos no debería darse el caso de sustitución por muerte de uno de ellos, y tampoco se espera ni se desea que una calamidad física les impida su participación.
Lo que si podría distraer al elector es la coincidencia de la segunda vuelta con el Mundial de Fútbol de Sudáfrica que comienza el 11 de junio y que tiene, en la fecha señalada para los comicios, dos encuentros de fútbol con intervención de equipos suramericanos, Brasil y Paraguay. El Mundial, al igual que las elecciones presidenciales en Colombia se da cada cuatro años, y sin lugar a dudas, y con todo respeto por los políticos, es más atrayente.
La campaña en la primera vuelta, si intensa, fue más corta en el tiempo que las anteriores y probablemente produjo menos desgaste físico en los candidatos. En cambio el desgaste intelectual fue mayor, pues se vieron sometidos a un alto número de debates televisados en los que el breve tiempo otorgado para dar respuestas asertivas conspiró contra las buenas propuestas de algunos no acostumbrados a estos fogueos. Allí se premia la mente más rápida, no la más capacitada. Se aplaude la chispa, no el contenido, el cual no se alcanza a desarrollar.
En el transcurso de la primera vuelta los reyes de la campaña no fueron los candidatos, ni sus publicistas, sino los periodistas. En los diferentes medios de comunicación, principalmente los escritos, divulgaron sus preferencias y se afanaron en mostrar las virtudes del candidato escogido y en demeritar a los antagonistas, revelando el lado feo de cada uno de ellos, en procura del triunfo de su protegido. Fue una pugna a veces vergonzosa, en donde salieron a relucir argucias y expresiones de los bajos fondos para ensuciar a los contendores, mientras que éstos mantuvieron la ecuanimidad y el respeto por sus rivales. Gran ejemplo que deberían seguir los detractores oficiosos de los contrarios.
Merece especial reconocimiento la actuación de los electores. Las amistades no se fracturaron por causa del acompañamiento a diferentes candidatos. Entre ellos no hubo agravios, con las excepciones que siempre se dan, en cualquier actividad. Reinaron el respeto y la armonía, signo de madurez y civilidad. Con seguridad en la segunda vuelta habrá igual comportamiento.
Sólo una cosa es segura: antes de que termine el Mundial de Sudáfrica tendremos Presidente.