Como arquitecto tengo que estar metido en este proceso. Estudios realizados recientemente nos indican que hay un alto índice de población denominada minusválida o discapacitada, debido a restricciones o ausencia de tipo físico como mental y sensorial (visión y audición). A esta situación se suman dificultades para lograr su desarrollo individual y social. Son evidentes […]
Como arquitecto tengo que estar metido en este proceso. Estudios realizados recientemente nos indican que hay un alto índice de población denominada minusválida o discapacitada, debido a restricciones o ausencia de tipo físico como mental y sensorial (visión y audición). A esta situación se suman dificultades para lograr su desarrollo individual y social.
Son evidentes las barreras especiales en el hogar, en el medio urbano y rural al cual pertenecen; las dificultades de aceptación y manejo de la problemática en el seno familiar, el rechazo individual por parte de la sociedad en general que impide a la persona a acceder a los sitios de formación, capacitación, empleo y recreación a la que todo ciudadano tiene derecho.
El proceso de rehabilitación vista de manera integral, permite que personas con limitaciones alcancen los más altos niveles funcionales posibles y se integren a la sociedad a la cual pertenecen, gracias a un proceso en el cual se combinan y coordinan actividades de tipo médico, educativo, social y profesional.
El modificar la situación existente y propender un mejor entorno no se soluciona con leyes o decretos punitivos o que busquen incentivos. Tampoco con normas o pautas estrictas de diseño.
El proceso de rehabilitación integral será posible en la medida que la población adquiera conciencia sobre la problemática a la que se ven enfrentadas las personas con limitaciones para su vinculación al desarrollo social, cultural, económico y político.
Aquí es donde surge la necesidad de vincular profesionales de la arquitectura al conocimiento de los problemas que afectan a este grupo específico de poblaciones y al estudio conjunto de las posibles soluciones sobre aspectos que tienen que ver con la movilidad y desplazamientos de individuos en su entorno inmediato y además, buscar una verdadera integración social y laboral a la cual pertenecen.
Se supone que la formación profesional del arquitecto, lo posibilita para estudiar, comprender y responder a las necesidades espaciales y ambientales del ser humano, a través de procesos como la planeación urbana, el diseño arquitectónico, elementos y las construcciones. El arquitecto debe ubicarse para su entorno profesional en cualquiera de las distintas fases sin perder la perspectiva global del proceso. Por eso, es importante crear conciencia sobre este tema con el propósito de rescatar un valioso recurso humano casi totalmente olvidado.
Como es mi costumbre trataré otros temitas: lo primero, felicitar al coronel Diego Hernán Rosero, comandante de la Policía y su equipo de trabajo. La seguridad que tenemos se la debemos a él.
Sus consejos y actuaciones de mano dura con los mototaxistas le han servido de mucho al gerente del Terminal y al director de Tránsito. Rosero le enderezó el rumbo a estas dos entidades.
Es un comandante trabajador no de escritorio, por eso pido le sigamos respaldando. Y por último, lo que más me duele es la partida del coronel Urquijo, viaja a Bogotá llamado a hacer un curso de ascenso, todo esto logrado por su rectitud, seriedad y trabajo. Los vallenatos le debemos mucho a este oficial distinguido. Ojalá regrese pronto a esta ciudad que lo quiere y aprecia.
Como arquitecto tengo que estar metido en este proceso. Estudios realizados recientemente nos indican que hay un alto índice de población denominada minusválida o discapacitada, debido a restricciones o ausencia de tipo físico como mental y sensorial (visión y audición). A esta situación se suman dificultades para lograr su desarrollo individual y social. Son evidentes […]
Como arquitecto tengo que estar metido en este proceso. Estudios realizados recientemente nos indican que hay un alto índice de población denominada minusválida o discapacitada, debido a restricciones o ausencia de tipo físico como mental y sensorial (visión y audición). A esta situación se suman dificultades para lograr su desarrollo individual y social.
Son evidentes las barreras especiales en el hogar, en el medio urbano y rural al cual pertenecen; las dificultades de aceptación y manejo de la problemática en el seno familiar, el rechazo individual por parte de la sociedad en general que impide a la persona a acceder a los sitios de formación, capacitación, empleo y recreación a la que todo ciudadano tiene derecho.
El proceso de rehabilitación vista de manera integral, permite que personas con limitaciones alcancen los más altos niveles funcionales posibles y se integren a la sociedad a la cual pertenecen, gracias a un proceso en el cual se combinan y coordinan actividades de tipo médico, educativo, social y profesional.
El modificar la situación existente y propender un mejor entorno no se soluciona con leyes o decretos punitivos o que busquen incentivos. Tampoco con normas o pautas estrictas de diseño.
El proceso de rehabilitación integral será posible en la medida que la población adquiera conciencia sobre la problemática a la que se ven enfrentadas las personas con limitaciones para su vinculación al desarrollo social, cultural, económico y político.
Aquí es donde surge la necesidad de vincular profesionales de la arquitectura al conocimiento de los problemas que afectan a este grupo específico de poblaciones y al estudio conjunto de las posibles soluciones sobre aspectos que tienen que ver con la movilidad y desplazamientos de individuos en su entorno inmediato y además, buscar una verdadera integración social y laboral a la cual pertenecen.
Se supone que la formación profesional del arquitecto, lo posibilita para estudiar, comprender y responder a las necesidades espaciales y ambientales del ser humano, a través de procesos como la planeación urbana, el diseño arquitectónico, elementos y las construcciones. El arquitecto debe ubicarse para su entorno profesional en cualquiera de las distintas fases sin perder la perspectiva global del proceso. Por eso, es importante crear conciencia sobre este tema con el propósito de rescatar un valioso recurso humano casi totalmente olvidado.
Como es mi costumbre trataré otros temitas: lo primero, felicitar al coronel Diego Hernán Rosero, comandante de la Policía y su equipo de trabajo. La seguridad que tenemos se la debemos a él.
Sus consejos y actuaciones de mano dura con los mototaxistas le han servido de mucho al gerente del Terminal y al director de Tránsito. Rosero le enderezó el rumbo a estas dos entidades.
Es un comandante trabajador no de escritorio, por eso pido le sigamos respaldando. Y por último, lo que más me duele es la partida del coronel Urquijo, viaja a Bogotá llamado a hacer un curso de ascenso, todo esto logrado por su rectitud, seriedad y trabajo. Los vallenatos le debemos mucho a este oficial distinguido. Ojalá regrese pronto a esta ciudad que lo quiere y aprecia.