La realidad mundial es que la inmoralidad (léase corrupción) pulula aquí, allá y acullá, que si bien es mayor en las regiones más pobres y con menos educación, lo realmente cierto es que la gran corrupción en todas partes y en todos los ámbitos la dirigen quienes tienen el poder económico y político. Aunque la […]
La realidad mundial es que la inmoralidad (léase corrupción) pulula aquí, allá y acullá, que si bien es mayor en las regiones más pobres y con menos educación, lo realmente cierto es que la gran corrupción en todas partes y en todos los ámbitos la dirigen quienes tienen el poder económico y político.
Aunque la humanidad es proclive a la corrupción, por lo menos antes era más disimulada, pero ahora todo el mundo quiere vivir, no sólo en la mejor forma posible como ambición normal, sino con todo tipo de lujos; por ejemplo, ser socios de elegantes clubes, pasar vacaciones en lugares exclusivos, vestir con prendas de marcas, entre otras suntuosidades superfluas, para lo cual hay que tener mucho dinero, por ende, aquellos que no tienen el conocimiento que les permita ganar lo suficiente, ocupando cargos ejecutivos bien remunerados, desempeñándose exitosamente en sus profesiones universitarias o montando sus propias empresas, en vez de trabajar honradamente, optan por adquirir riquezas de manera ilícita.
La verdad es que la corrupción de la gente común y corriente poco o nada sorprende, por aquello de que a veces comete acciones irregulares para poder satisfacer sus necesidades, lo que escandaliza son los conciertos para delinquir, conformando por gente sin necesidades insatisfechas o que ocupan cargos de importancia con buenos estipendios en el sector público o privado, sin embargo, no se conforman y aprovechan sus dignidades para enriquecerse o aumentar sus fortunas.
En Colombia, además de la abundante delincuencia común, del narcotráfico, del contrabando, del sicariato, de la explotación del sexo de mujeres jóvenes y bellas que buscan dinero fácil y terminan en un infierno o asesinadas, a cada rato oímos y vemos las noticias de los escándalos por la participación de personalidades en sobornos y defraudaciones, entre las más recientes tenemos al magistrado de la Corte Constitucional, Jorge Pretelt y a Víctor Maldonado, quien se encuentra preso en España mientras lo extraditan al país para que responda por el dinero que muchas depositaron en Interbolsa como inversión.
Ahora, el mundo está en la expectativa de quién será el remplazo de Joseph Blatter en la presidencia de la FIFA, por su renuncia debido a la investigación que viene realizando la Fiscalía de Estados Unidos en casos de sobornos y lavados de activos millonarios por directivos de esta institución, ya algunos detenidos y otros con orden de capturas.
Me pregunto, ¿cambiará el comportamiento en la dirigencia de la FIFA?, lo dudo mientras los medios de comunicación que conforman la cadena de este enriquecimiento ilícito son los encargados de denunciarlos, de dientes para afuera porque su misión es crear confusión y engañar a los millones de incautos que todavía hay en este mundo. En fin, vivimos en un mundo donde la mentira es el pan de cada día con el cual la gente tramposa logra conseguir lo que le plazca.
La realidad mundial es que la inmoralidad (léase corrupción) pulula aquí, allá y acullá, que si bien es mayor en las regiones más pobres y con menos educación, lo realmente cierto es que la gran corrupción en todas partes y en todos los ámbitos la dirigen quienes tienen el poder económico y político. Aunque la […]
La realidad mundial es que la inmoralidad (léase corrupción) pulula aquí, allá y acullá, que si bien es mayor en las regiones más pobres y con menos educación, lo realmente cierto es que la gran corrupción en todas partes y en todos los ámbitos la dirigen quienes tienen el poder económico y político.
Aunque la humanidad es proclive a la corrupción, por lo menos antes era más disimulada, pero ahora todo el mundo quiere vivir, no sólo en la mejor forma posible como ambición normal, sino con todo tipo de lujos; por ejemplo, ser socios de elegantes clubes, pasar vacaciones en lugares exclusivos, vestir con prendas de marcas, entre otras suntuosidades superfluas, para lo cual hay que tener mucho dinero, por ende, aquellos que no tienen el conocimiento que les permita ganar lo suficiente, ocupando cargos ejecutivos bien remunerados, desempeñándose exitosamente en sus profesiones universitarias o montando sus propias empresas, en vez de trabajar honradamente, optan por adquirir riquezas de manera ilícita.
La verdad es que la corrupción de la gente común y corriente poco o nada sorprende, por aquello de que a veces comete acciones irregulares para poder satisfacer sus necesidades, lo que escandaliza son los conciertos para delinquir, conformando por gente sin necesidades insatisfechas o que ocupan cargos de importancia con buenos estipendios en el sector público o privado, sin embargo, no se conforman y aprovechan sus dignidades para enriquecerse o aumentar sus fortunas.
En Colombia, además de la abundante delincuencia común, del narcotráfico, del contrabando, del sicariato, de la explotación del sexo de mujeres jóvenes y bellas que buscan dinero fácil y terminan en un infierno o asesinadas, a cada rato oímos y vemos las noticias de los escándalos por la participación de personalidades en sobornos y defraudaciones, entre las más recientes tenemos al magistrado de la Corte Constitucional, Jorge Pretelt y a Víctor Maldonado, quien se encuentra preso en España mientras lo extraditan al país para que responda por el dinero que muchas depositaron en Interbolsa como inversión.
Ahora, el mundo está en la expectativa de quién será el remplazo de Joseph Blatter en la presidencia de la FIFA, por su renuncia debido a la investigación que viene realizando la Fiscalía de Estados Unidos en casos de sobornos y lavados de activos millonarios por directivos de esta institución, ya algunos detenidos y otros con orden de capturas.
Me pregunto, ¿cambiará el comportamiento en la dirigencia de la FIFA?, lo dudo mientras los medios de comunicación que conforman la cadena de este enriquecimiento ilícito son los encargados de denunciarlos, de dientes para afuera porque su misión es crear confusión y engañar a los millones de incautos que todavía hay en este mundo. En fin, vivimos en un mundo donde la mentira es el pan de cada día con el cual la gente tramposa logra conseguir lo que le plazca.