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Columnista - 2 junio, 2014

Apoyo firme a la Paz. Apoyo crítico a Santos

Los resultados electorales del 25 de mayo prendieron las alarmas de los colombianos ansiosos de poner fin a un conflicto armado que, además de genocidios, desapariciones, desplazamientos y exilios, ha significado la ruina moral y económica del país. No es posible continuar con eso. Estamos ante una posibilidad real de terminar la guerra; es eso […]

Los resultados electorales del 25 de mayo prendieron las alarmas de los colombianos ansiosos de poner fin a un conflicto armado que, además de genocidios, desapariciones, desplazamientos y exilios, ha significado la ruina moral y económica del país. No es posible continuar con eso.

Estamos ante una posibilidad real de terminar la guerra; es eso lo que se discute y negocia en La Habana, y de lograrlo, sería factible empezar a construir la Paz con justicia social, equidad y bienestar para todos. Ciertamente la coyuntura es muy especial. Conviene pensar y actuar con mesura y sensatez, ajenos a sectarismos y dogmatismos. Los tiempos actuales exigen firmeza, definiciones claras y posiciones firmes. Estamos ante un momento histórico único

Infortunadamente la votación lograda por la alianza Polo-UP, aunque significativa, no alcanzó para perfilarse como alternativa en esta segunda vuelta electoral. Se impone entonces la necesidad de asumir una posición política responsable con el país, ante una realidad tozuda y difícil. Es cuestión de realismo político. No se trata de escoger entre la abstención, el voto en blanco o votar por el menos malo de los dos candidatos. No hay espacio para vacilaciones ni términos medios, tampoco para la neutralidad, menos para la indiferencia. Aunque no nos guste Santos hay que decir que menos nos gusta la guerra que propone el dúo Uribe-Zuluaga

Se trata de definir el voto frente a dos posibilidades: Poner fin a la guerra y aspirar a la Paz ó atizar la leña para que arda más el fuego, es decir,azuzar la muerte. La fuerza de los hechos nos reclama marcar a Santos para frenar a Uribe-Zuluaga. Esto no implica conciliar con Santos ni renunciar a los idearios de izquierda ni negarse a seguir atentos y vigilantes frente a su nuevo gobierno. El voto por Santos representa un apoyo crítico; su reelección brindaría las condiciones para negociar con el resto de insurgentes y es de esperar que también se llegue a un acuerdo de paz con el “frente uribista” para dar paso a la lucha política, civilizada y democrática. Es lo que el país quiere, espera y merece.

La preocupación mayor tiene que ser la paz que no estará plenamente garantizada por un Acuerdo en La Habana, se requiere mucho más; quizás convenga la convocatoria a una nueva Asamblea Constituyente que ratifique lo acordado en las negociaciones y garantice su cumplimiento
Hay que votar con visión futurista, por el impulso de un proceso pedagógico por la paz y la reconciliación nacional, por la convivencia pacífica, por la tolerancia política, por la construcción de esa Colombia con la que sueña la mayoría de sus ciudadanos.

Columnista
2 junio, 2014

Apoyo firme a la Paz. Apoyo crítico a Santos

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Imelda Daza Cotes

Los resultados electorales del 25 de mayo prendieron las alarmas de los colombianos ansiosos de poner fin a un conflicto armado que, además de genocidios, desapariciones, desplazamientos y exilios, ha significado la ruina moral y económica del país. No es posible continuar con eso. Estamos ante una posibilidad real de terminar la guerra; es eso […]


Los resultados electorales del 25 de mayo prendieron las alarmas de los colombianos ansiosos de poner fin a un conflicto armado que, además de genocidios, desapariciones, desplazamientos y exilios, ha significado la ruina moral y económica del país. No es posible continuar con eso.

Estamos ante una posibilidad real de terminar la guerra; es eso lo que se discute y negocia en La Habana, y de lograrlo, sería factible empezar a construir la Paz con justicia social, equidad y bienestar para todos. Ciertamente la coyuntura es muy especial. Conviene pensar y actuar con mesura y sensatez, ajenos a sectarismos y dogmatismos. Los tiempos actuales exigen firmeza, definiciones claras y posiciones firmes. Estamos ante un momento histórico único

Infortunadamente la votación lograda por la alianza Polo-UP, aunque significativa, no alcanzó para perfilarse como alternativa en esta segunda vuelta electoral. Se impone entonces la necesidad de asumir una posición política responsable con el país, ante una realidad tozuda y difícil. Es cuestión de realismo político. No se trata de escoger entre la abstención, el voto en blanco o votar por el menos malo de los dos candidatos. No hay espacio para vacilaciones ni términos medios, tampoco para la neutralidad, menos para la indiferencia. Aunque no nos guste Santos hay que decir que menos nos gusta la guerra que propone el dúo Uribe-Zuluaga

Se trata de definir el voto frente a dos posibilidades: Poner fin a la guerra y aspirar a la Paz ó atizar la leña para que arda más el fuego, es decir,azuzar la muerte. La fuerza de los hechos nos reclama marcar a Santos para frenar a Uribe-Zuluaga. Esto no implica conciliar con Santos ni renunciar a los idearios de izquierda ni negarse a seguir atentos y vigilantes frente a su nuevo gobierno. El voto por Santos representa un apoyo crítico; su reelección brindaría las condiciones para negociar con el resto de insurgentes y es de esperar que también se llegue a un acuerdo de paz con el “frente uribista” para dar paso a la lucha política, civilizada y democrática. Es lo que el país quiere, espera y merece.

La preocupación mayor tiene que ser la paz que no estará plenamente garantizada por un Acuerdo en La Habana, se requiere mucho más; quizás convenga la convocatoria a una nueva Asamblea Constituyente que ratifique lo acordado en las negociaciones y garantice su cumplimiento
Hay que votar con visión futurista, por el impulso de un proceso pedagógico por la paz y la reconciliación nacional, por la convivencia pacífica, por la tolerancia política, por la construcción de esa Colombia con la que sueña la mayoría de sus ciudadanos.