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Columnista - 12 enero, 2021

Antítesis platónica

“La pobreza no viene por la disminución de las riquezas, sino por la multiplicación de los deseos”, es la antítesis platónica perfecta para describir las injusticias del diario vivir. En la pobreza no hay espacio para los deseos por las condiciones socioeconómicas de indigencia y miseria social, lugar en cambio de éxtasis para la riqueza […]


La pobreza no viene por la disminución de las riquezas, sino por la multiplicación de los deseos”, es la antítesis platónica perfecta para describir las injusticias del diario vivir. En la pobreza no hay espacio para los deseos por las condiciones socioeconómicas de indigencia y miseria social, lugar en cambio de éxtasis para la riqueza que puede darse el lujo de desear.

La reflexión ni siquiera es paradójica, por cuanto la paradoja es un concepto aparentemente contradictorio, pero en el fondo hay una explicación lógica.

Sopesando el incremento salarial decretado por el Gobierno nacional del 5.5 % para los congresistas,  del 3.5 % para quienes devengan el salario mínimo y del 1.49 % para los pensionados, es patético el contraste y la brecha geopolítica.

Surgen entonces las elucubraciones de los expertos asesores económicos del establecimiento para justificar que las pensiones son insostenibles, lo que no es cierto, porque el gobierno trabaja con el dinero que ahorró durante toda su vida el trabajador para acceder a una pensión de jubilación, al tiempo que hereda su capital una vez fallece acumulando cifras exorbitantes.

Como también es un sofisma decir que decretar más de ese porcentaje sobre el salario mínimo dispararía el desempleo y la inflación. Simplemente son saltos elípticos e intrincadas maromas intelectuales, en lenguaje sencillo, maniobras, argucias para descargar en la pobreza el peso del Estado.

Otra antítesis platónica se basa en el conocimiento configurándose el retruécano: los países no hacen ciencia porque sean ricos, son ricos porque hacen ciencia.

Lejos de mancomunar esfuerzos por la investigación se propicia la fuga de cerebros. Hasta podríamos tener Premio Nobel de Medicina, que es más difícil obtener en comparación con el de literatura.

Solo tres latinoamericanos ostentan este galardón: dos argentinos y un venezolano. Para alcanzar esta proeza tuvieron que irse a Estados Unidos e Inglaterra, gobiernos que los apoyaron para desarrollarse como científicos.

Para mayor ilustración estamos hablando del venezolano y nobel de la genética, Baruj  Benacerraf, cuyos descubrimientos hoy permiten los trasplantes de órganos; el argentino Bernardo Houssay, con ensayos en la glándula pituitaria para regular el azúcar en la sangre, y Alberto Milstein, de la misma nacionalidad, cuyos estudios sobre anticuerpos monoclonales hoy son de gran utilidad en el sistema inmunológico.

Quien hace las cosas según sus deseos e impulsos  es esclavo de sus impulsos y de sus deseos, y no es libre“. Es la única dicha de la pobreza, de ahí en adelante podemos enumerar un sinfín de estado de cosas absurdas que ni la misma pandemia nos hace reflexionar en términos de humanidad para pasar de la destrucción a la contemplación de la naturaleza.


Columnista
12 enero, 2021

Antítesis platónica

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Miguel Aroca Yepez

“La pobreza no viene por la disminución de las riquezas, sino por la multiplicación de los deseos”, es la antítesis platónica perfecta para describir las injusticias del diario vivir. En la pobreza no hay espacio para los deseos por las condiciones socioeconómicas de indigencia y miseria social, lugar en cambio de éxtasis para la riqueza […]



La pobreza no viene por la disminución de las riquezas, sino por la multiplicación de los deseos”, es la antítesis platónica perfecta para describir las injusticias del diario vivir. En la pobreza no hay espacio para los deseos por las condiciones socioeconómicas de indigencia y miseria social, lugar en cambio de éxtasis para la riqueza que puede darse el lujo de desear.

La reflexión ni siquiera es paradójica, por cuanto la paradoja es un concepto aparentemente contradictorio, pero en el fondo hay una explicación lógica.

Sopesando el incremento salarial decretado por el Gobierno nacional del 5.5 % para los congresistas,  del 3.5 % para quienes devengan el salario mínimo y del 1.49 % para los pensionados, es patético el contraste y la brecha geopolítica.

Surgen entonces las elucubraciones de los expertos asesores económicos del establecimiento para justificar que las pensiones son insostenibles, lo que no es cierto, porque el gobierno trabaja con el dinero que ahorró durante toda su vida el trabajador para acceder a una pensión de jubilación, al tiempo que hereda su capital una vez fallece acumulando cifras exorbitantes.

Como también es un sofisma decir que decretar más de ese porcentaje sobre el salario mínimo dispararía el desempleo y la inflación. Simplemente son saltos elípticos e intrincadas maromas intelectuales, en lenguaje sencillo, maniobras, argucias para descargar en la pobreza el peso del Estado.

Otra antítesis platónica se basa en el conocimiento configurándose el retruécano: los países no hacen ciencia porque sean ricos, son ricos porque hacen ciencia.

Lejos de mancomunar esfuerzos por la investigación se propicia la fuga de cerebros. Hasta podríamos tener Premio Nobel de Medicina, que es más difícil obtener en comparación con el de literatura.

Solo tres latinoamericanos ostentan este galardón: dos argentinos y un venezolano. Para alcanzar esta proeza tuvieron que irse a Estados Unidos e Inglaterra, gobiernos que los apoyaron para desarrollarse como científicos.

Para mayor ilustración estamos hablando del venezolano y nobel de la genética, Baruj  Benacerraf, cuyos descubrimientos hoy permiten los trasplantes de órganos; el argentino Bernardo Houssay, con ensayos en la glándula pituitaria para regular el azúcar en la sangre, y Alberto Milstein, de la misma nacionalidad, cuyos estudios sobre anticuerpos monoclonales hoy son de gran utilidad en el sistema inmunológico.

Quien hace las cosas según sus deseos e impulsos  es esclavo de sus impulsos y de sus deseos, y no es libre“. Es la única dicha de la pobreza, de ahí en adelante podemos enumerar un sinfín de estado de cosas absurdas que ni la misma pandemia nos hace reflexionar en términos de humanidad para pasar de la destrucción a la contemplación de la naturaleza.