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Columnista - 12 julio, 2023

Antes y después de ‘Luquita’ Gnecco 

Se podría decir que los políticos tradicionales de Valledupar en los últimos 50 años han estado arraigados en tres o cuatro familias (clanes) que acomodaban en las elecciones a sus adeptos en el Congreso y en el gobierno, cuando apareció Lucas Segundo Gnecco Cerchar, un hombre carismático, pintoresco y papayalero (oriundo de Papayal, La Guajira).

Se podría decir que los políticos tradicionales de Valledupar en los últimos 50 años han estado arraigados en tres o cuatro familias (clanes) que acomodaban en las elecciones a sus adeptos en el Congreso y en el gobierno, cuando apareció Lucas Segundo Gnecco Cerchar, un hombre carismático, pintoresco y papayalero (oriundo de Papayal, La Guajira).

Recién creado el departamento del Cesar (junio de 1967), siempre eran elegidos los mismos entre liberales y conservadores: los Castro, los Araujo, los Cuello y los Villazón, y con menor periocidad los Quintero y Ovalle. 

Los vallenatos tenían tan endiosado a sus políticos como Pedro Castro Monsalvo que al final hasta se opuso a la creación del departamento del Cesar, faltaba un líder natural.  

Años después llegó el “dale rojo” del Partido Liberal de ‘Pepe’ Castro, Alfonso Araujo, Álvaro Araujo Noguera, Adalberto Ovalle, Crispín Villazón, Aníbal Martínez, José Antonio Murgas y el de los conservadores en cabeza de Manuel Germán Cuello y Alfonso Campo Soto. 

Muchos intentaron destronar esa clase política tradicional de familias vallenatas, pero no lo lograron porque estaban incrustadas en el poder económico y burocrático regional. Años más tarde la Constitución del 91 le dio vía libre a la elección de gobernadores. Era el tiempo de las designaciones de alcaldes y gobernadores a “dedo”.

Entonces, surgió Lucas Gnecco Cerchar o sencillamente ‘Luquita’, a quien señalaban de contrabandista y de poseer poder económico. Era un hombre bonachón, amante del vallenato y la ranchera, con mucha sabiduría cotidiana y de la política, quien apuradamente sabía leer y no conoció autores como Giovanni Sartori y Norberto Bobbio, investigadores de Ciencias Políticas. 

Lucas Gnecco tenía lo que les faltaba a muchos en Valledupar: intrepidez, para derrotar a la vieja clase política del momento.  Su única experiencia electoral fue haber sido Concejal de La Paz, de donde es oriunda su esposa Deny Zuleta.

Fue diputado y representante a la Cámara y el primer gobernador del Cesar, cargo que repitió en 1998. En esas elecciones derrotó en franca lid al líder conservador Alfonso Campo Soto y a Consuelo Araujo Noguera, La Cacica. Logró dividir a los conservadores y liberales, quedándose él con los mayores líderes.  A su alrededor estuvieron los más connotados dirigentes políticos del momento, a quienes subyugó a su antojo.

Los más conspicuos dirigentes lo odiaron, pero luego se les rindieron a sus pies, no se sabe si por el poder económico o por sus votos.

Creó su movimiento político denominado Grupo Organizado Liberal Popular (Golpe) y eligió a su hermano ‘Pepe’ Gnecco como senador y al dirigente cesarense Lázaro Calderón Garrido, Representante a la Cámara, con la segunda votación en el departamento.

‘Luquita’ creó frases que calaban enseguida entre sus seguidores como cuando señaló que sus contrincantes eran unos falsos porque estaban con Dios y con el diablo, “sabroso así”, decía. También hizo famosa la palabra “Comarca”, la que usaba para señalar a un pueblo.

Fueron ríos de jóvenes, de todas las edades que siguieron a Lucas Gnecco, logrando amansar un fortín político poderoso que siempre lo respaldó, porque sus hijos José Alfredo es senador y su otro hijo ‘Lalo’ es Concejal de Valledupar. 

En sus dos administraciones fue lo que todo mundo esperaba, un hombre conversador, muy arrimado a sus asesores como José Antonio Murgas y Benjamín Costa. Dedicado a construir espacios sociales y deportivos. Siempre unió, hasta a sus opositores políticos. Nunca intentó perfilar su postura política en la nación.  

Lucas Gnecco, el político, representó para los cesarenses el líder que nunca ha tenido el departamento, es la antítesis de aquel político que en su momento derrotó de manera abrumadora a la clase política de turno, pero terminó promoviendo lo que él combatió al inicio de su carrera, la creación de los clanes. Paz en su tumba. Hasta la próxima semana.

Por Aquilino Cotes Zuleta.

Columnista
12 julio, 2023

Antes y después de ‘Luquita’ Gnecco 

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Aquilino Cotes Zuleta

Se podría decir que los políticos tradicionales de Valledupar en los últimos 50 años han estado arraigados en tres o cuatro familias (clanes) que acomodaban en las elecciones a sus adeptos en el Congreso y en el gobierno, cuando apareció Lucas Segundo Gnecco Cerchar, un hombre carismático, pintoresco y papayalero (oriundo de Papayal, La Guajira).


Se podría decir que los políticos tradicionales de Valledupar en los últimos 50 años han estado arraigados en tres o cuatro familias (clanes) que acomodaban en las elecciones a sus adeptos en el Congreso y en el gobierno, cuando apareció Lucas Segundo Gnecco Cerchar, un hombre carismático, pintoresco y papayalero (oriundo de Papayal, La Guajira).

Recién creado el departamento del Cesar (junio de 1967), siempre eran elegidos los mismos entre liberales y conservadores: los Castro, los Araujo, los Cuello y los Villazón, y con menor periocidad los Quintero y Ovalle. 

Los vallenatos tenían tan endiosado a sus políticos como Pedro Castro Monsalvo que al final hasta se opuso a la creación del departamento del Cesar, faltaba un líder natural.  

Años después llegó el “dale rojo” del Partido Liberal de ‘Pepe’ Castro, Alfonso Araujo, Álvaro Araujo Noguera, Adalberto Ovalle, Crispín Villazón, Aníbal Martínez, José Antonio Murgas y el de los conservadores en cabeza de Manuel Germán Cuello y Alfonso Campo Soto. 

Muchos intentaron destronar esa clase política tradicional de familias vallenatas, pero no lo lograron porque estaban incrustadas en el poder económico y burocrático regional. Años más tarde la Constitución del 91 le dio vía libre a la elección de gobernadores. Era el tiempo de las designaciones de alcaldes y gobernadores a “dedo”.

Entonces, surgió Lucas Gnecco Cerchar o sencillamente ‘Luquita’, a quien señalaban de contrabandista y de poseer poder económico. Era un hombre bonachón, amante del vallenato y la ranchera, con mucha sabiduría cotidiana y de la política, quien apuradamente sabía leer y no conoció autores como Giovanni Sartori y Norberto Bobbio, investigadores de Ciencias Políticas. 

Lucas Gnecco tenía lo que les faltaba a muchos en Valledupar: intrepidez, para derrotar a la vieja clase política del momento.  Su única experiencia electoral fue haber sido Concejal de La Paz, de donde es oriunda su esposa Deny Zuleta.

Fue diputado y representante a la Cámara y el primer gobernador del Cesar, cargo que repitió en 1998. En esas elecciones derrotó en franca lid al líder conservador Alfonso Campo Soto y a Consuelo Araujo Noguera, La Cacica. Logró dividir a los conservadores y liberales, quedándose él con los mayores líderes.  A su alrededor estuvieron los más connotados dirigentes políticos del momento, a quienes subyugó a su antojo.

Los más conspicuos dirigentes lo odiaron, pero luego se les rindieron a sus pies, no se sabe si por el poder económico o por sus votos.

Creó su movimiento político denominado Grupo Organizado Liberal Popular (Golpe) y eligió a su hermano ‘Pepe’ Gnecco como senador y al dirigente cesarense Lázaro Calderón Garrido, Representante a la Cámara, con la segunda votación en el departamento.

‘Luquita’ creó frases que calaban enseguida entre sus seguidores como cuando señaló que sus contrincantes eran unos falsos porque estaban con Dios y con el diablo, “sabroso así”, decía. También hizo famosa la palabra “Comarca”, la que usaba para señalar a un pueblo.

Fueron ríos de jóvenes, de todas las edades que siguieron a Lucas Gnecco, logrando amansar un fortín político poderoso que siempre lo respaldó, porque sus hijos José Alfredo es senador y su otro hijo ‘Lalo’ es Concejal de Valledupar. 

En sus dos administraciones fue lo que todo mundo esperaba, un hombre conversador, muy arrimado a sus asesores como José Antonio Murgas y Benjamín Costa. Dedicado a construir espacios sociales y deportivos. Siempre unió, hasta a sus opositores políticos. Nunca intentó perfilar su postura política en la nación.  

Lucas Gnecco, el político, representó para los cesarenses el líder que nunca ha tenido el departamento, es la antítesis de aquel político que en su momento derrotó de manera abrumadora a la clase política de turno, pero terminó promoviendo lo que él combatió al inicio de su carrera, la creación de los clanes. Paz en su tumba. Hasta la próxima semana.

Por Aquilino Cotes Zuleta.